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Iniciativa y el triunfo del discurso antirecortes

Noelia Román

Barcelona —

La sociedad catalana ha decidido que las políticas sociales y verdes tengan mayor peso en el Parlament catalán durante la próxima legislatura. Así lo indican los tres diputados más con los que Iniciativa-Els Verds sale de estas elecciones (13), tras cosechar los mejores resultados de su historia (12 diputados, en 2006) y superar, en algunas zonas del área metropolitana de Barcelona, al PSC como primera fuerza de izquierdas. La formación ecosocialista recupera, además, a la representante que en los anteriores comicios había perdido en Lleida y extiende, con 13 diputados, su presencia a todo el territorio catalán.

“Salimos con la confianza redoblada, con los mejores resultados que jamás haya tenido la coalición y decididos a poner nuestra fuerza al servicio de redistribuir la riqueza, del trabajo, de los derechos de la gente y del derecho a decidir”, ha dicho Joan Herrera, “con gripe pero contento”, y jaleado por más de un centenar de militantes que no han dudado en interrumpirle en varias ocasiones para gritar que “Catalunya no es CiU” y que “sí se puede”. “

Al ritmo Soul Sister, acompañando la potente voz de Richard Myhill con palmas y una enorme sonrisa, Herrera ha proclamado la derrota de CiU y de las políticas de recortes y la victoria de una alternativa de izquierdas. “La victoria de CiU es la derrota de sus objetivos políticos. Su retroceso es notable. Han sido derrotados por la fuerza de la gente y de las urnas, por la gente de la marea amarilla, de las batas blancas, las camisetas verdes y azules que hoy se han movilizado también en las urnas”, ha señalado el líder de la coalición verde.

“Pidieron un plebiscito y éste ha dicho que la gente no quiere un gobierno insensible y que no quiere que sigan recortando sus derechos. El derecho a decidir lo aguantamos los otros y no CiU porque, hoy más que nunca, Catalunya no es CiU”, ha apostillado Herrera.

Silenciado varias veces por los aplausos y los lemas de los militantes ecosocialistas, el líder de Iniciativa ha celebrado el aumento de la participación como una victoria democrática y como un reflejo del hartazgo de la ciudadanía.

“Queremos hacer un frente contra la austeridad y los recortes, y que las izquierdas no inviertan en Mas el insensible. Queremos hacer un frente por el derecho a decidir, por una transición democrática que luche contra la corrupción y los desahucios y por los derechos sociales de la gente”, ha proseguido Herrera, exultante con los más de 120.000 votos ganados respecto a las pasadas elecciones –estaría en torno a los 360.000 en total–, “en un contexto de polarización, que no quería hablar de la agenda social”.

La euforia final por los mejores resultados de la historia de Iniciativa contrastó con el ambiente mortecino que reinaba en la sede electoral de los verdes justo cuando se cerraron las urnas. El recuento fue severo en el inicio con los ecosocialistas. Y si bien al concluir la noche hubo muchos aplausos y una satisfacción manifiesta, los diez escaños que los primeros datos daban a ICV cayeron como un jarro de agua fría entre la formación verde.

El resultado les dejaban tal y como estaban, con su intento de hacerle un hueco a las cuestiones sociales, aparentemente caído en saco roto. La cuestión nacionalista había monopolizado la campaña electoral y los ecosocialistas, la única formación que la había llevado por otros derroteros, temían la respuesta que eso podía tener en las urnas. “Sabíamos de la dificultad de la apuesta, pero es que esa ha sido siempre nuestra apuesta”, decían algunos miembros del partido, mientras las pantallas escupían los primeros números.

Su número y porcentaje de votos habían subido, sí, entre 120.000 y 130.000, en toda Catalunya. Pero la traducción de ese aumento parecía aún incierta. Acaso demasiado escasa. Los militantes la comentaban sin entusiasmo ni pesar. Los dirigentes, a la espera de que las cifras les sonrieran un poco más, preferían centrarse en destacar el fracaso de la apuesta de Artur Mas. Y en hacer cuentas para calcular si el derecho a decidir, apoyado por ICV, mantendría a partir de mañana, como mínimo, el mismo número de diputados en el Parlament catalán que hasta ahora.

“Lo votamos 87 diputados”, recordaba Dolors Camats, contando a los de su propio partido, a los de CiU, ERC, Solidadiritat, a Joan Laporta y a Ernest Maragall. La propuesta a favor de un referéndum soberanista se quedó entonces a dos diputados de la mayoría cualificada (89). La posibilidad de no alcanzar ahora esos números se contemplaba con cierta preocupación entre la formación.

El avance del recuento, sin embargo, fue añadiendo escaños en la cuenta de ICV, que, en algún momento de la noche, llegó a ver el 14 en su casillero. Lleida, una de sus principales preocupaciones, volvía a tener representante. Sara Vila recuperaba su escaño. “Tendremos que esperar hasta el último momento. No será fácil mantenerlo”, admitía los dirigentes verdes.

Y, sin embargo, superada la mitad del escrutinio, los diputados de Tarragona, Girona y Lleida parecían afianzados. Y el baile se producía en Barcelona, el bastión verde. La ley de las proporciones jugaba de nuevo al gato y al ratón con Iniciativa.

Para entonces, los militantes ya habían dado rienda suelta a la alegría y a los análisis. Y a las 22.30, cuando el recuento daba 50 escaños a CiU, los militantes verdes optaron por pedir a gritos la renuncia de Artur Mas. “Mas, dimisión”, corearon repetidamente, en un ambiente festivo.

“Estos resultados son una bofetada para CiU y, al tiempo, una buena noticia para el país”, señalaba Ramon, un joven militante de Iniciativa. “Jugaron a las banderas y se está demostrado que a la gente le interesan las cuestiones sociales, la sanidad y la educación”, razonaba. “Podemos hacer una mayoría catalanista sin banderas, hablando de qué país queremos, en lugar de con quién no queremos estar”, abundaba Ramon, muy satisfecho con la entrada de la CUP en el Parlament. “Nos hacía falta una fuerza amiga”, argumentaba.

La satisfacción por la explosión de la CUP era generalizada en la sede electoral de ICV. El descontento por la subida de Ciutadans, también. “Es una mala noticia que Ciutadans, que aparenta ser apolítico, haya subido tanto”, apuntaba Teresa, otra militante, contenta con los tres diputados ganados por su partido. “Nos habría gustado tener otro diputado más en Tarragona, pero el resultado está muy bien. Ha habido una suma maravillosa de la izquierda catalana progresista y una apuesta fuerte por el derecho a decidir”, analizaba.

Cuando Joan Herrera salió a agradecerles su apoyo, la euforia se redobló.

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