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Separación Iglesia-Estado: ¿avance o asignatura pendiente?

Mesa de partidos políticos de Alternativa Laica

Alicia Avilés Pozo

Hay usos y costumbres que perviven en la sociedad, en unos casos como manifestaciones culturales, y en otros más arraigados en la tradición, que en muchas ocasiones dan lugar a la confusión entre lo civil y lo religioso, cuando constitucionalmente no debería ser así. Se trata de una de las muchas prácticas que se denuncian desde la plataforma Alternativa Laica y sobre las que ha girado la convocatoria de su mesa preelectoral de partidos políticos, una iniciativa con motivo de la cercanía de las elecciones autonómicas que vuelve a repetir, como ya hiciera también antes de los comicios de 2011.

En la misma han participado Fernando Mora (PSOE), Alejandro Ávila (IU-Ganemos) y Agustín Gómez (Ciudadanos), quienes han debatido sobre los diferentes bloques de contenido en los que se vertebran las peticiones de la plataforma y que se encargó de moderar y poner de relieve la portavoz de la misma, la profesora Yolanda García Figueruelo.

El primer tema puesto encima de la mesa fue el referido al hecho de que los cargos públicos participen en actos religiosos a título institucional y no personal, y cómo ello contribuye a esa “confusión” entre lo civil y lo religioso, cuando “las instituciones no tienen creencias, las tienen las personas”. Desde Ciudadanos, Agustín Gómez defendió el ideario de su partido, basado en la defensa de la neutralidad de las instituciones públicas, tal y como establece la Constitución, si bien diferenció determinados actos propios de la Iglesia Católica que “representan tradiciones culturales que se deben proteger”.

Como ejemplo puso la celebración del Corpus Christi en Toledo, una fiesta de carácter internacional donde se invita a participar a autoridades de todo tipo, y que tiene una gran repercusión en el turismo. Según afirmó, es la prueba de que “hay actos que son manifestaciones culturales y populares que trascienden su sentido religioso”, y en las que resulta más complicado que los poderes públicos no estén presentes con independencia de que se defienda esa neutralidad.

Discrepó a este respecto el candidato regional de IU, Alejandro Ávila, quien comenzó dejando claro que hay actos religiosos que “no son cultura” y que es necesario diferenciar instituciones públicas y religión, tal y como establece el artículo 16 de la Constitución. De hecho, añadió que la separación entre Iglesia y Estado es una de las “grandes asignaturas pendientes de nuestra democracia” y que “seguimos con una dependencia del poder fáctico de la Iglesia Católica similar al del franquismo”.

Desde el PSOE, Fernando Mora dijo no estar de acuerdo con esta visión, y apuntó que se han dado muchos pasos en cuanto a la neutralidad del Estado: “la influencia del poder eclesiástico en el político antes era total y ahora no”. Como argumento, recordó que antes era la Iglesia la que dictaba las leyes, mientras que durante la democracia se consiguieron avances antes impensables como la ley del divorcio, la del aborto o la del matrimonio entre homosexuales.

Sociología y neutralidad de las instituciones

“La sociedad no deja de ser religiosa y se convierte en laica de la noche a la mañana. Se producen una serie de hechos y la sociedad va avanzando porque ha habido consensos y disensos”, argumentó Mora, quien aportó además algunos datos sobre el aumento del número de matrimonios civiles frente a los religiosos, y concluyó en este sentido que “la sociedad es laica cuando quiere ser laica”.

En otro bloque de contenidos, la moderadora y portavoz de Alternativa Laica se refirió a la neutralidad de las instituciones democráticas en materia religiosa, para destacar una de las principales demandas de la plataforma: que ninguna administración pública “debería someterse a ritos religiosos ni permitir injerencias de la Iglesia Católica ni de ninguna otra confesión”. Aseguró que los poderes públicos deben “hacer pedagogía” para que la sociedad distinga lo civil de lo religioso ya que “si una institución se aviene a un dogma de fe o a un acto religioso, está poniéndose más cerca de los que comparten esa religión, discriminando al resto, los de otras creencias y los que no tienen ninguna”.

Alejandro Ávila aportó sobre este tema que la falta de neutralidad se observa también en cuestiones como la presencia de crucifijos en el juramento de altos cargos, en la bendición que obispos y párrocos realizan en inauguraciones de edificios públicos, o en la instauración de la religión como asignatura evaluable. Datos, insistió, que hacen que el país “se parezca a la España del nacional-catolicismo”. “No hay neutralidad ni ánimo para que deje de haberla”, destacó.

Y también Fernando Mora reiteró que no es ese el diagnóstico que su partido hace de la sociedad española, que se ha transformado, consecuencia de los avances de España en los últimos 30 años. También refirió las líneas maestras del PSOE para propiciar la separación Iglesia-Estado, como la reforma de la Ley de Libertad Religiosa de 1980, profundizar en la laicidad de la sociedad, derogar el actual Concordato con la Santa Sede, fiscalizar los bienes de la Iglesia y apostar por una educación pública laica.

En estos temas coincidió con el representante de Ciudadanos, quien apostó por seguir dando impulso para la eliminación de símbolos religiosos, y defendió que el pluralismo y la diversidad en la escuela pública podría venir de la mano de una asignatura como Historia de las Religiones, dotándola de un carácter “meramente cultural”.

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