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La Caníbal y Buc de llibres, librerías cooperativas que hacen guerrilla cultural

El qeuip de la librería La Caníbal, de Barcelona  Foto: Enric Català

Tomeu Ferrer / Enric Català (fotos)

La crisis ha castigado duramente las librerías. La gente lee cada vez menos. La cultura es vista como prescindible. En estas circunstancias poner en marcha librerías supone una cierta heroicidad. Los impulsores de los nuevos proyectos los afrontan con espíritu nuevo. Un espíritu que tiene que ver con que son cooperativas, como La caníbal o buc de llibres. En estos lugares ya no se venden libros solamente, las librerías se han convertido en centros de acción cultural, ligados a barrios y ciudades.

La caníbal es una librería situada en la calle Nàpols, 314 de Barcelona. Si leéis su web, lo dice claro: «La caníbal es una librería; una cooperativa de trabajo asociado sin ánimo de lucro que quiere contribuir a la transformación radical -un horizonte anticapitalista, (trans) feminista y descolonizado».

El equipo de la cooperativa lo forman Julia Montilla, Amada Cuesta y Jesús Arpal. Los tres se definen provenientes del «precariado cultural». Amada explica: «siempre estuvimos interesados en la cultura, la investigación e incluso uno de nosotros había trabajado antes como librero». La búsqueda de una salida ocupacional, que al mismo tiempo fuera coherente con su visión de la vida, hizo que pensaran en una cooperativa.

«Julia, que había trab ajado de librera, y yo decidimos hacer un curso de cultura general empresarial aprovechando las posibilidades que da Barcelona Activa» a raíz de ello, cuando analizaron las formas de empresa ya no tuvieron ninguna duda, harían una cooperativa. Y las piezas coincidieron, lAmada y Julia, que habían tenido vinculaciones con el mundo de los libros pensaron crear una librería que fuera más que un establecimiento de venta de libros. Después se añadió el Jesús, que había trabajado en Bilbao en una librería, y el equipo quedó completo.

La librería, la Caníbal, tiene elementos propios. Uno de ellos es el de especializarse en aportar a la sociedad herramientas de transformación social. Consecuentemente con ello, la librería se insertó en un barrio barcelonés, concretamente en la calle Nàpols 314, un lugar que se ha convertido en un foco de calor cultural.

Las nuevas librerías han dejado de ser establecimientos de venta de libros, son ahora lugares dedicados a la dinamización cultural y social.

Pero para sacar adelante estos proyectos hacen falta cosas prosaicas como el dinero de la inversión inicial. «Después de haber terminado el plan de empresa en Barcelona Activa nos derivaron hacia Acció Solidaria Contra l'Atur (ASCA), una entidad sin ánimo de lucro que hace 30 años que ayuda a la creación de puestos de trabajo». Gracias a un préstamo sin interés del equipo de La Caníbal tuvo los fondos necesarios para poner en marcha la librería. Contra lo que es habitual, los tres impulsores no podían capitalizar, por ejemplo, el subsidio de paro, porque como habían trabajado siempre en precario no tenían derecho a la ayuda.

De hecho, del curso en Barcelona Activa surgió también el contacto con la Federació de Cooperatives de Treball de Cataluña (FCTC). Desde esta entidad se guió al equipo en el proceso de legalización de la entidad y también se informó del acuerdo que mantiene con ASCA para conseguir ayudas a entidades como La Caníbal.

Todo esto ocurría en febrero de 2014. Hace casi un año. Desde entonces la Caníbal se ha imbricado en el tejido social del barrio. Ha ido más allá de lo que se hacía en una librería convencional. No sólo se hacen presentaciones de libros, sino que también hay pequeños conciertos, charlas y presentaciones de campañas cívicas, como la de la ILP sobre la educación. Y si los objetivos culturales son ambiciosos, los personales son más modestos. Lejos de considerarse emprendedores, ellos defienden el paradigma del autoempleo.

Durante el primer año La Caníbal ha realizado dos tareas fundamentales, insertarse en el tejido del barrio y contribuir a la construcción de una red cultural marcada por la apuesta por «la promoción de las herramientas de transformación social, el pensamiento crítico, el feminismo el derecho y los movimientos sociales »una especialización con la que se quieren hacer un lugar en la ciudad.

En cuanto a la marcha de la librería, durante la primera temporada se ha conseguido ligar las épocas de mayor demanda, San Jorge, o Navidad, con periodos de menor demanda. Y esto lo han hecho gracias al activismo cívico y cultural consubstancial con su espíritu fundacional.

 

Buc de Llibres

 

 

La historia de buc de llibres, otra librería cooperativa, esta vez de Mataró, tiene matices diferentes. Sus socios tienen experiencia. Habían trabajado en una librería mítica de la misma ciudad, la Robafaves. El cierre de esta librería dejó mal sabor de boca a sus antiguos trabajadores, Judith Bosch, Lurdes Mora y Esteve Guardiola. Tanto que evitan hablar de ese trago. «Una vez pasado el duelo y después de enviar muchos currículos pensamos seriamente crear otra librería, porque era de lo que más sabíamos», explica Albert.

 

Inmediatamente comenzaron los trámites para abrir una nueva librería. Primero fue capitalizar el paro, «que no es fácil» dice Albert. Después encontrar un local que sirviera para el negocio y que fuera accesible económicamente. En una ciudad como Mataró las calles más comerciales tienen precios inalcanzables y las demás calles son una incógnita comercialmente hablando. El nuevo local está en la calle Muralla del Tigre, 31. Antes de abrir los tres socios, Lurdes, Albert y Judit se prepararon sobre diferentes disciplinas imprescindibles para la nueva versión: imagen gráfica, comunicación, rudimentos de contabilidad o conceptos fundamentales sobre las redes sociales. «Tuvimos también ayuda de muchos sectores, incluso de las distribuidoras de libros que contribuyeron a que la tienda abriera teniendo un mínimo stock» dice Albert.

 

Y cuando llegó el momento de decidir el tipo de empresa que sustentaría la librería no hubo dudas: cooperativa. «Surgió de una manera natural. Es una organización que garantiza la democracia y la participación de todos los que trabajamos », dice Albert. En este sentido, pertenecer a la Federació de Cooperatives de Treball de Catalunya ha sido también una ayuda importante, porque ha ayudado al difícil proceso de legalizar la empresa, afirman.

 

El arranque de buc de llibres, el nombre de la nueva librería, ha estado lleno de imaginación. «Trabajamos en colaboración con otras cooperativas. En Mataró hay una que hace planta y flor, pues, nosotros aprovechamos para promocionar libros de esta temática. Si reabre el Café del Mar, pues también hacemos cosas en común con ellos », explican.

 

El gran reto de la gente de buc de llibres es conseguir que el público se acerque a su emplazamiento. Que adopen como suyo el proyecto de cultura participativa que llevan adelante. «Somos conscientes del bajo nivel de lectura que hay en Cataluña y en España» (sólo el 35% afirma leer con asiduidad), dice Albert. Por eso han puesto en marcha iniciativas imaginativas: «caga llibres» para fomentar que el tió cague libros para Navidad. El folleto que repartieron por Mataró logró que cientos de vecinos se acercaran y conocieran la librería de la calle Muralla del Tigre. Y lo que es más importante, dejaran los datos para recibir novedades. También mucha gente se ha acercado a la librería aprovechando las actividades que se realizan, como la especialmente celebrada hora del cuento que realiza Albert, o para aprovechar un encuentro sobre la magia para promocionar una editorial especializada, o colaborar con el proyecto escuracassoles.

 

Durante los nueve meses que lleva funcionando buc de llibres la sensación de sus tres socios ha sido positiva, aunque el contexto es difícil: «nacimos por Sant Jordi, y mientras otras librerías comparaban con lo que habían hecho el año anterior, nosotros decíamos en broma que habíamos crecido un 100 por cien», dicen. Después se pasó el verano, considerado un desierto de ventas y finalmente entraron con fuerza en la campaña de Navidad, «lo que nos hace pensar en una lenta mejora», aseguran. Todo ello, son escalones en la lenta ascensión hacia sus objectivos. Uno, ganarse la vida con decencia y el segundo, trabajar en lo que más les gusta, la cultura y los libros.

 

Y un último apunte, el juego de palabras que contiene el nombre de la librería: buc, que se puede confundir con el book inglés, y el sufijo de libros que se podría entender como un barco cargado de libros. También de trabajo y de ilusiones.

 

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