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El servicio de psicoterapia solidaria para desempleados y desahuciados toma impulso

El servicio de psicoterapia solidaria, de momento, se limita a Bizkaia.

Natalia González de Uriarte

La situación de desempleo puede incurrir en una irrupción repentina de cuadros severos de ansiedad, estrés, adicción a sustancias, depresión, desesperanza u otros problemas psicopatológicos, según afirmaciones de la doctora Ana González Pinto, presidenta de la Sociedad Vasco-Navarra de Psiquiatría- y compartidas por numerosos profesionales sanitarios. De hecho, un 34% de las personas en desempleo terminan desarrollando estos trastornos, que, de no se tratarse, pueden volverse crónicos.

Una sola sesión con un psicoterapeuta privado cuesta entre 50 y 70 euros, una cantidad que muchas personas en Euskadi, golpeadas por el desempleo, bajos salarios, víctimas de desahucios y otras circunstancias desfavorables, no pueden permitirse. Siempre les queda acudir a los servicios de salud públicos pero las listas de espera pueden ser desalentadoras si la necesidad del afectado requiere urgencia.

Estas circunstancias no han pasado desapercibidas para la Asociación vasca Pro Salud Mental, Asvasam, una agrupación sin ánimo de lucro de profesionales del sector que se ha propuesto acercar la psicoterapia a los sectores más afectados por la crisis. Y lo hacen, aseguran, “manteniendo unos estándares de calidad y eficacia terapéutica”. Con ese objetivo pusieron en marcha su programa de psicoterapia solidaria -ahora denominado Aldakia- por el que han pasado ya una docena de pacientes. “El precio es simbólico, no persigue beneficio económico. La tarifa por sesión es baja, 10 € durante 12 sesiones. Después pueden favorecerse con 12 sesiones más a un coste más elevado, 30 €”, aclara Pablo Moreno, psicoterapeuta y coordinador del programa Aldakia de ASVASAM.

Mayor difusión al programa

Este equipo de profesionales considera que contribuyen a descongestionar la saturación existente en los centros públicos de atención en salud mental. “Los recursos asistenciales a presentar un aumento en las listas de espera, una disminución en el tiempo de atención y un excesivo peso otorgado a un modelo biológico-farmacológico, que impide la realización de otro tipo de terapias más eficaces”, recogen en su web.

El coordinador Pablo Moreno explica que las personas que se someten a las terapias experimentan un importante cambio en ese tiempo. “Se minimiza el riesgo de caer en una enfermedad más grave. Recuperan las riendas, la esperanza aún con el dolor que sufre debido a su desfavorable situación. Obtienen una mejoría en sus síntomas, encontrando un espacio de contención y avance. Es necesario actuar en estos casos porque sin esa ayuda se retroalimenta la situación y entran en un círculo difícil de escapar y su reintegración laboral y social se complica aún más”, advierte Moreno.

Ahora el servicio, que no ha cerrado por vacaciones, se encuentra en pleno proceso de transformación. Quieren darle un impulso y mayor difusión para llegar a más personas necesitadas. “Nos parece que no se conoce suficientemente. Queremos darlo a conocer entre los servicios sociales de base para que nos deriven gente que consideren que pueden beneficiarse con estos tratamientos”. Al mismo tiempo van a abrir el programa a nuevos profesionales interesados en colaborar a los que van a formar en el tratamiento de personas que atraviesan por las dificultades citadas.

Tras las terapias, se invita a los pacientes a colaborar con la entidad que elijan para devolver a la sociedad la asistencia desinteresada recibida. “Los participantes se comprometen a devolver de algún modo la ayuda que ellos reciben. O bien mediante colaboración con una ONG, o con Caritas, o en albergues, voluntariados, bancos de alimentos... Creo que esto tiene un efecto rebote, en el que participando de forma activa en ayudar a los otros, la persona también se ayuda a sí misma. Elimina el factor pasivo, en el que puede verse por ejemplo en una situación de desempleo, adquiriendo una nueva mirada y actitud. Nos consta que algunos han seguido colaborando durante un año o año y medio”, relata Moreno. El programa, que de momento se desarrolla en Bizkaia, pretende ampliarse al resto de Euskadi “siempre que consigamos consolidarnos aquí”.

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