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Dimite la directora de un colegio público de Madrid tras varias denuncias de acoso escolar

Fachada del CEIP Cardenal Herrera Oria.

Sofía Pérez Mendoza

La denuncia pública de una familia que asegura que su hijo sufre acoso escolar y el colegio no hace nada ha desencadenado un terremoto en el centro público Cardenal Herrera Oria de Madrid. El episodio ha destapado otro caso similar, según la denuncia de otra madre, y se ha terminado llevando por delante a la directora, que presentó su dimisión el pasado 1 de julio tras seis años en el cargo, confirma la Consejería de Educación.

Las dos familias pusieron en conocimiento de la policía la situación en la que estaban sus hijos, ambos de 1º de Primaria. En los dos casos el centro concluyó que el problema era de convivencia y no acoso, relatan los padres. “No nos dieron nada por escrito. Solo un papel por el que nos convocaban a ir al centro para compartir con nosotros el acta del protocolo contra el acoso activado”, explica la madre de M., uno de los niños. La de A., la otra niña, asegura que la directora se lo dijo por teléfono.

Estas resoluciones se comunicaron a los padres apenas diez días antes de la dimisión de la directora. Este medio ha intentado hablar sin obtener respuesta con el colegio, que remite al servicio de prensa de la Consejería. Desde CCOO aseguran que la Comunidad de Madrid ha dado una orden verbal al equipo directivo del CEIP Cardenal Herrera Oria para que “no hablen con los medios”.

El centro no ha comunicado a las familias una semana después de presentarse la dimisión la decisión de la directora de renunciar al puesto. Sí se ha filtrado un mensaje no oficial que informa de que es la jefa de estudios la que asumirá el cargo a partir de septiembre, aunque este extremo no lo confirma la Consejería. Fuentes de Educación indican que la selección de un sustituto “está en proceso” y declinan informar sobre los motivos que han llevado a la directora a no continuar.

En el último mes, las madres y los padres han recibido varias comunicaciones del colegio directamente relacionadas con este asunto. Primero para defenderse cuando los padres de M. utilizaron la plataforma de firmas change.org como vía para hacer público lo ocurrido; después, para denunciar la situación de “indefensión” de los docentes. Por este motivo, el centro suspendió la fiesta del último día del curso.

Mismas medidas para acosador y acosado

El CEIP Cardenal Herrera Oria activó el plan contra el acoso –supervisado por el inspector o inspectora de zona y sobre el que tiene conocimiento la Dirección de Área Territorial correspondiente– en las dos ocasiones denunciadas. Mientras se estudiaba lo ocurrido se activaron algunas medidas preventivas: a M. le cambiaron de clase –igual que a su presunto agresor– y a A. le obligaron a entrar por una puerta diferente en semanas alternas, lo mismo que hicieron con el alumno que supuestamente la acosaba.

Las citadas medidas fueron rechazadas por las dos familias por ser “discriminatorias”. “Son equidistantes y se ha tratado como un conflicto entre iguales cuando no lo es”, dice la madre de A, que pidió por escrito sin éxito el cambio de clase del presunto agresor de su hija. La niña llegó un día con un dibujo a casa donde ponía “cerda americana”. Era enero, recuerda. En la denuncia figura cómo la directora dijo que “era cosa de niños” y que “los asuntos del colegio se arreglan en el colegio”.

“Ahí se desencadenó todo, me empezó a contar que había un niño que decía al resto que no jugaran con ella, que no la invitaran a su cumpleaños. Otro día la cogió del cuello, otro le dejó señalado el brazo y otro le propinó un puñetazo en la cabeza”, enumera. La madre recoge todos los episodios en sucesivos escritos al centro a los que ha tenido acceso eldiario.es y asegura que hasta que no lo pidió por registro, el colegio no inició el protocolo antiacoso. Fue a principios de junio y ya había denunciado ante la policía. La Consejería no da versión de los hechos.

“Mi hijo se ha vuelto a hacer pis en la cama”

Allí coincidió con el padre de M., según su relato. Hacía entonces dos días que su hijo había sido arañado en la cara, la boca, las axilas y el tronco por otro compañero sin que el colegio les avisara en todo el día. El centro, tras la queja de la familia, pidió disculpas por escrito por no informar, según la documentación a la que ha accedido este medio.

“Mi hijo se ha vuelto a hacer pis en la cama con siete años”, admite la madre, que muestra el parte de lesiones que el pediatra mandó de oficio al juzgado. “Después de este episodio –continúa– te das cuenta de que no le has escuchado lo suficiente, que le hemos quitado importancia a lo que nos contaba, que para él era tremendo, como que le llamaran dientes de conejo o comelechuga”.

La administración respalda la actuación del colegio, según figura en un escrito remitido a la familia de M.: “Consta acreditado que desde el centro se han realizado intervenciones grupales y adoptado medidas preventivas para una mejora de la convivencia sin que se haya constatado ningún caso de acoso escolar hasta la fecha”. En el documento queda recogido que los dos niños involucrados en el “conflicto” fueron al despacho de la directora, le contaron lo sucedido y después se sancionó al presunto agresor durante el horario de recreo. La madre de A. aún espera la respuesta de la Dirección de Área Territorial.

Fuentes de la Consejería aseguran que la dimisión “no ha tenido consecuencias” en la vida escolar porque se produjo una vez terminado el curso. De cara al curso que viene, añaden, “se van a continuar realizando acciones para la mejora de la convivencia”, sin concretar cuáles son. El centro, de momento, se ha comprometido con el AMPA a convocar reuniones con las familias por cursos en septiembre para “tratar los problemas de convivencia” y explicarles los procedimientos que se siguen en estos casos.

La proyección mediática de lo que ha pasado en las aulas del CEIP Cardenal Herrera Oria ha puesto en contacto a las familias actuales con otras madres y padres que sacaron a sus hijos del colegio por problemas similares, según el relato de estos últimos. El hijo de Marga tenía ocho años cuando se despertó una noche con llantos y pánico, cuenta su madre. Luego dejó de comer porque tenía todo el tiempo dolores de estómago, recuerda. “Todo empieza como problemas de convivencia y no se solucionan. Después de algo así vives siempre con miedo”, admite. Ella tomó la decisión de cambiarle de colegio después de que, según su versión, la directora le dijera que su hijo mismo se provocaba las lesiones. El niño ha estado dos años en tratamiento psicológico y ahora continúa sus estudios en otro centro.

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