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Pérdida de territorio, combatientes y confianza. ¿Es el fin del Isis?

Un ex niño soldado del Isis en un campo de refugiados.

Martin Chulov

Han sido meses malos para el Estado Islámico. Por primera vez desde que el grupo terrorista se apropió de la mayor parte de Irak y Siria, ha perdido toda conexión directa con Europa. Ya no hay banderas negras flameando en los pueblos cerca de la frontera con Turquía y los combatientes del supuesto califato huyen. Si continúa esta caída, el Isis pronto habrá perdido la mayoría del territorio que le queda en Siria. Su último bastión será Raqqa y los desiertos del noreste, donde todo comenzó para este grupo en abril de 2013, y desde donde se planificó la mayor parte de la devastación que vino después.

Desde mediados de julio, el Isis ha sido paulatinamente expulsado de los pueblos y las aldeas que controlaba cerca de la frontera turca gracias a la mayor avanzada terrestre de los últimos dos años. El grupo yihadista ahora parece ser menos amenazante para el orden de la región que cuando su líder, Abu Bakr al-Baghdadi, proclamó su gobierno sobre una franja del Este de Siria y el oeste de Irak en 2014.

Pero aún no está claro qué vendrá ahora. La pérdida de territorio del grupo ha modificado el mapa geopolítico de una forma que no se había anticipado. Y, a los ojos de muchos gobiernos europeos, su peligrosidad ha hecho metástasis en un tipo de amenaza global que no merma con la pérdida de territorio. Una victoria militar sobre uno de los grupos de saqueadores más salvajes de la historia puede resultar pírrica.

El papel de Turquía

El Isis en un momento controló la franja que une el pueblo de al-Bab, en lo más profundo de Alepo, con Mosul, en el norte de Irak. Entre los dos puntos se movían hombres con regularidad, utilizando a Turquía, no muy lejos al norte, como vía de suministros de comida, dinero y combatientes. Desde este arco de influencia, creó un bastión contra las amenazas externas, una sociedad auto-sustentable a base de la venta de petróleo, impuestos y saqueos a las derrotadas fuerzas iraquíes y sirias.

En junio de 2014, pocos meses después de tomar Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, el Isis había socavado la autoridad de los líderes asediados a ambos lados de la ahora irrelevante frontera entre Irak y Siria, y había creado una nueva forma de gobierno, basada en una lectura inflexible de las doctrinas islámicas y en un salvajismo desenfrenado. Los líderes del Isis eran amos y señores de pueblos como Manbij y Jarabulus, a lo largo de la frontera turca. Los combatientes extranjeros, incluidos algunos que ya han regresado a Europa, usaban estos pueblos como escala cuando entraban al “califato” y cuando viajaban de regreso a Turquía.

En las últimas semanas, el Isis perdió estos dos pueblos. Luego de un asedio de un mes entero, Manbij cayó ante grupos kurdos respaldados por los Estados Unidos. Sin embargo,  Jarabulus, fue tomada en menos de 24 horas por el ejército turco, que había hecho su primera incursión a gran escala en territorio sirio desde el levantamiento contra Bashar al-Assad hace cinco años. Pero lo más importante para Ankara no es su objetivo declarado de detener al Isis, sino evitar que los kurdos respaldados por EEUU sigan avanzando hacia zonas que les acercaría a su histórica ambición de controlar territorio árabe en el noreste de Siria.

Al cruzar la frontera, Turquía le ha cambiado la cara a la guerra contra el Isis. Un actor secundario durante la mayor parte de la campaña, de pronto se convierte en protagonista al manejar cómo se desarrollará el resto de la ofensiva militar y, especialmente, quiénes combatirán.

Grupos árabes rebeldes reagrupados en base a unidades del Ejército Libre Sirio rival de Asad llegaron en tanques turcos para tomar los 680 km2 de territorio sirio y ahora pretenden consolidar una zona neutral de 60 km al sur de la frontera. Al-Bab, donde los extremistas del Isis planificaron la mayor parte de las matanzas de París, Bruselas y Estambul,  ahora está directamente bajo los ojos de los invasores. Mientras tanto, los kurdos apoyados por EEUU han dejado de avanzar, sus filas han disminuido por la deserción de docenas de combatientes árabes que se habían unido a sus tropas a desgano.

El desfile de la nueva alianza entrando a Jarabulus ha dejado al descubierto el trabajo del Isis, que ya lleva una larga lista de derrotas, con unas bajas estimadas entre 35.000 y 50.000. “Crearon instituciones para lavarles el cerebro a los niños, y lo han hecho muy bien”, dice Mohammed Hamdan, un concejal local de Jarabulus. “Han destruido todos los elementos de la vida económica. La gente estaba obligada a trabajar para ellos”.

Pueblos que renacen

En Manbij, tan pronto como huyeron los yihadistas, las mujeres se quitaron los burkas que les cubrían la cara entera y las túnicas negras que el Isis había hecho obligatorias. Las escuelas que habían sido cerradas, pronto fueron limpiadas y reabiertas.  La gente volvió a fumar. Los hombres se cortaron la barba. De haberlo hecho bajo el control yihadista, habrían sido castigados con azotes, o algo peor. En Jarabulus, el gran cartel negro que se le había pintado en la puerta a los edificios gubernamentales fue encalado. Abrieron los mercados y la gente volvió a salir a la calle.

“El Isis usó a Jarabulus como punto de partida de sus operaciones en Turquía”, afirma Hamdan. “Utilizaron las mezquitas para defender matanzas brutales, que fueron el tema principal de los últimos meses. Utilizaron las mezquitas para decirle a la gente que todavía estaban bajo su control.

“Pero la tensión y la preocupación eran obvias. Comenzó a extenderse cuando el Isis advirtió que estaba por perder una importante parte de su territorio estratégico. La mayoría de las personas, fueran o no pro-Isis, se fueron de la ciudad hacia Maskanah y al-Tabqa y luego a Raqqa”. 

Estas zonas son el último reducto del Isis en Siria y serán los objetivos de una ofensiva a fin de este año. Lo que aún no está claro es quién irá a luchar. Todavía es viable la conexión con los baluartes iraquíes de al-Bukamal, Ba’ej, Tal Afar y Mosul, pero tanto en Irak como en Siria, el supuesto califato se está contrayendo rápidamente.

En Irak, un avance sobre Mosul, que antes parecía demasiado difícil, ahora se ve como una realidad factible para comienzos del próximo año. Las fuerzas iraquíes que huyeron ante el avance de los yihadistas se han rearmado. “De pronto ha resurgido la confianza en los campos de batalla”, asegura un diplomático estadounidense en Bagdad. “Y conforme los iraquíes recuperan la confianza, el Isis la va perdiendo. En cada sitio que han intentado meterse a la fuerza en los últimos tiempos, los han echado. Saben que el fin está cerca”.

Enviados a Europa

A pesar del extremismo dogmático, los líderes del Isis han demostrado ser muy pragmáticos. El control de territorio, esencial en los primeros tiempos, ya no es tan importante para Baghdadi y otros líderes como sí lo es controlar poblaciones por fuera de los límites cada vez más reducidos del califato. “Tienen líderes muy inteligentes, que están preparándose para sacrificar a miles de soldados rasos que no están muy bien entrenados sobre cómo moverse y cómo comunicarse”, señala un diplomático occidental.

Otro observador del Isis, un oficial de seguridad, dice: “Es evidente que han enviado gente a Europa. Sabemos que ellos esperan que atrapemos a algunos y lo aceptan. Tienen otros en camino o ya en destino”.

Los conspiradores de París y Bruselas regresaron a Europa después de haber sido entrenados entre al-Bab y Raqqa por una célula del Isis que tenía la tarea de provocar el caos en Occidente. Ambas células cruzaron la frontera hacia Turquía y luego hicieron un agotador viaje a través del continente, un viaje diseñado para evitar ser descubiertos.

Otra figura del Isis, un criminal de poca monta del suburbio de Hammersmith, al suroeste de Londres, también fue enviado a Europa al mismo tiempo. Se llamaba Aine Lesley Davis, y fue uno de los tres ciudadanos británicos que trató brutalmente a los rehenes occidentales en Siria entre 2013 y 2014. El grupo era conocido como “Los Beatles”. Su líder, Mohammed Emwazi, era el encapuchado que decapitó siete rehenes mientras lo filmaban, en lo que se convirtió en una de las imágenes más horrorosas de la era extremista. Alexander Kotey, otro converso del oeste de Londres, era el tercer miembro de este trío macabro, según datos de los oficiales de inteligencia.

Davis, de 32 años, llegó hasta Estambul antes de ser capturado el 7 de noviembre de 2015 por oficiales de inteligencia turcos, que habían sido alertados por vecinos que un grupo de hombres árabes se había mudado al barrio. Esta semana, un fiscal turco redactó el auto de procesamiento de Davis, en el que se lo acusa de cruzar la frontera cerca de Jarabulus y relacionarse con dos altos rangos turcos del Isis. “Para cruzar hacia Turquía, se comunicó con Ilhami Bali (bajo el alias de Abu Baker) y Necip Süleyman (Abu Sham Al Ansari), dos ”emires“ del Isis en la frontera turca”, explica el procesamiento. “El nombre de Bali está relacionado con el ataque a Ankara de octubre de 2015, en el que murieron más de 100 personas”.

Emwazi fue asesinado por un ataque de un misil de la CIA en Raqqa cinco días después de que Davis fue arrestado en Estambul. El paradero de Kotey es desconocido. Y mientras oficiales de seguridad europeos creen que las tropas originales del Isis han sido asesinadas, entienden que sus líderes los veían como descartables y que han enviado a cientos de combatientes a Europa, donde esperan que les lleguen instrucciones desde Siria e Irak.

“Una amenaza mucho más potente”

“Por eso es que de alguna forma no importa si ahora mismo están perdiendo territorio”, afirma el diplomático occidental. “Ahora son una amenaza mucho más potente que hace un año”.

Lo que piensan los líderes del Isis es que sus acólitos, encendidos por un sentimiento de  propósito divino, lanzarán sus propios ataques, sin organización ni instrucciones directas. Esos ataques son muy valorados y hacen mucho daño a los enemigos del califato. Son relativamente fáciles de perpetrar y muy difíciles de detectar.

Aunque están perdiendo territorio rápidamente y muchas de las comunidades tienen la moral baja, los líderes del Isis siguen convencidos de que esta organización que emergió de la invasión a Irak en 2003 gana fuerzas gracias al resentimiento musulmán suní. La narrativa del Isis es que las potencias occidentales les arrebataron el poder y la influencia a los suníes, una secta islámica mayoritaria, y le entregaron las riendas a la minoría chií. Basan su rivalidad política contemporánea en una creencia antigua que dice que la mayoría de lo que está sucediendo estaba predestinado.

Un argumento esencial que los líderes del Isis usan para convencer a potenciales yihadistas como Davis, Kotey y Emwazi es que su generación tiene el privilegio de no solamente corregir indignidades sino también devolverle la gloria perdida al Islam. El devastador califato se está convirtiendo en el último casus belli – una misión divina para reemplazar la “falsedad” de que la nación-Estado con gobierno islámico se está desintegrando por las agresiones occidentales.

Cómo serán esas agresiones en los próximos meses será crucial para determinar la dirección que tome la guerra contra los yihadistas, y el curso de la guerra en Siria en general. La campaña contra el Isis se ha planteado en general como una batalla dentro de otra guerra mayor, pero cada vez más se ha convertido en el conflicto principal.

Por ahora, el papel de Turquía seguirá siendo fundamental, con su objetivo –mantener las dos zonas que controlan los kurdos separadas por una franja de 140km en la que mandan los árabes– ahora al alcance de la mano. Acusada de reaccionar muy tarde a la amenaza del Isis, cuyas filas se reforzaron principalmente gracias a la entonces porosa frontera turca, Ankara ahora está construyendo un muro a lo largo de la frontera.

En Irak, el Isis también está teniendo problemas para sostener las vías de provisiones fuera de sus bastiones. La frontera con Siria sigue teniendo vía libre, pero ofrece poco a los combatientes cada vez más desesperados por refugiarse o escapar. Las fronteras desérticas de Arabia Saudí y Jordania están mejor patrulladas y son incluso más inquietantes.

“La moral está por los suelos”, declara un oficial del Isis a The Guardian. “Incluso en Raqqa. Pero son muy inteligentes. Ya tienen todo planificado. Están invirtiendo mucho dinero en enviar a su gente a Europa, y esto no se acabará pronto. Lo has visto a través de la historia. Cuando se los golpea, se quedan en el suelo, pero luego regresan. Los sostiene su ideología”.

Con información adicional de Safak Timur.

Traducción de Lucía Balducci

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