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Si mi barrio fuera Gamonal

Ruth Toledano / Ruth Toledano

En mi barrio hay una plaza encantadora, con suelo de tierra e hileras de plátanos frondosos. Todo su perímetro está delimitado por una doble fila de setos, y se divide en dos: una zona donde juegan los niños y otra donde tradicionalmente los vecinos disfrutamos sin restricciones del esparcimiento con nuestros perros (un oasis en una ciudad donde la absurda normativa municipal ni siquiera permite que los perros paseen, corran y jueguen sueltos en el parque del Retiro durante la mayor parte del día, solo en una zona delimitada para ello). Es la plaza de la Villa de París, una plaza histórica en el barrio de Justicia, en el centro de Madrid. El imponente Palacio de Justicia del Tribunal Supremo preside la tranquilidad de este espacio, inédita en el corazón de la creciente hostilidad ambiental madrileña. En la agresividad de esta ciudad, la plaza de la Villa de París es un reducto de recreo y concordia tanto para animales como para humanos.

Si mi barrio fuera Gamonal, esta tranquilidad, esta concordia no se romperían.

En la plaza de la Villa de París desemboca una pequeña calle donde se encuentra la Audiencia Nacional. Hace meses iniciaron la ampliación de sus dependencias, levantando un edificio que ha roto por completo el estilo del entorno y ha elevado sus alturas por encima de lo permitido. Los responsables urbanísticos dicen que entra dentro de la legalidad y recurren a explicaciones complicadas o a triquiñuelas que lo sitúan en esos límites kafkianos que siempre benefician al aparato del poder. Además, Madrid, y el propio barrio de Justicia, está lleno de edificios oficiales vacíos o infrautilizados que podrían, y deberían, haber sido aprovechados antes de perpetrar tal delito estético (refrendado por la Comisión de Protección del Patrimonio Histórico: esto es un cachondeo) y de acometer semejante gasto en tiempos de austeridad. Pero, claro, hay que dar trabajo a los amigos, que la cosa está muy mal para constructores, arquitectos y contratistas.

Si mi barrio fuera Gamonal, piquetes de vecinos habrían parado esas obras.

Pero lo peor estaba por llegar. Debajo de la plaza de la Villa de París hay un aparcamiento público. Los vecinos se enteraron de que dejaría de existir cuando fueron a renovar sus abonos. Ese espacio subterráneo pasará también a formar parte de la Audiencia Nacional y alojará, al parecer, salas de vistas. Es decir, se incrementará el problema de aparcamiento y movilidad del barrio, y se privilegiará a la Audiencia, que se apropia de un espacio de uso vecinal. Para construir esas salas, destrozarán una de las dos partes de la plaza: casualmente, la destinada a los perros (aunque es de prever que la zona de los niños también se vea afectada: esta gente no se caracteriza, precisamente, por cuidar un metro, público, más o menos). Habrá varias intervenciones que impactarán en la fisonomía actual de la plaza, como un acceso acristalado (tipo Vodafone-Sol) donde ahora hay un camino de tierra, o rampas de acceso para autobuses de acusados. Teniendo en cuenta que la Audiencia Nacional se dedica principalmente a delitos de terrorismo, que por fortuna ya casi no le dan trabajo, y a delitos económicos que causen grave perjuicio a la economía nacional, se deduce que los autobuses vendrán llenos de gúrteles, miembros del Gobierno, alcaldes y concejales valencianos, aizoones, infantas de España. Si no, ¿a quién trasladarán esos autobuses? ¿O las rampas son otro pelotazo?

Si mi barrio fuera Gamonal, habría vecinos, día y noche, defendiendo la plaza.

La opacidad en la información solicitada por los vecinos ha sido indignante, parcial, ha despreciado ese derecho ciudadano. Y, como es habitual entre los responsables políticos e institucionales, lo pintan todo muy bonito. Muy bonito pero no dan detalles ni garantizan que las obras se ciñan finalmente al proyecto inicial (traducción: harán lo que les vaya viniendo en gana). Muy bonito pero no se han comprometido a tener en cuenta la opinión de los vecinos, que no queremos que cambie la fisonomía actual de la plaza. Muy bonito pero se van a cargar su valor histórico y su paisajística urbana, valores que lo son per se, más allá de consideraciones expertas y de calificaciones de protección que tantas veces hemos visto que son modificadas en aras de otros intereses. Muy bonito pero han empezado las obras a principios de verano, para que a la vuelta de vacaciones no haya marcha atrás.

Si mi barrio fuera Gamonal, los vecinos no nos moveríamos de la plaza ni con frío ni con calor.

Los martillos hidráulicos ya han empezado a picar el pavimento por donde irán esas rampas. Justo al borde del tronco de los plátanos. Los responsables ministeriales (Ministerio de Justicia y Ministerio del Interior) y municipales aseguran que los árboles no se verán afectados porque no los van a talar. Nos tratan como a estúpidos: aunque no los talen, las raíces serán seriamente dañadas, por lo que, en poco tiempo, esos plátanos morirán. Son árboles que tienen muchos años, que dan buena sombra, que son bellos y frondosos, árboles que ya son muy escasos en el centro de Madrid. La pérdida de uno solo de ellos sería lamentable, la destrucción de un patrimonio natural que una ciudad como la nuestra no se puede permitir si no quiere volverse ya invivible, irrespirable y fea. ¿Queremos que no decrezca el turismo y destrozamos los mejores rincones de la ciudad? ¿Quién querrá venir a una ciudad así? Pregúntense por qué Roma es Roma o, sin ir más lejos, por qué París es París: porque conservan y protegen lo que tienen de mejor.

Si mi barrio fuera Gamonal, los vecinos impediríamos que trabajaran las máquinas (esas armas asesinas de árboles).

A los responsables urbanísticos y políticos no les importa que muera parte de los escasos árboles maduros que quedan en el centro de Madrid. Al ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, vecino del barrio desde niño (jugaba en esta misma plaza), tampoco le importa que mueran esos árboles. Es arboricida. A la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, tampoco le importa que mueran esos árboles (al parecer, ha manifestado que es “sensible” a lo que va a pasar en la plaza. ¿Sensible? ¿Cuánto? ¿Mucho, poco, lo suficiente para salvar los árboles?). A los arquitectos. A los constructores. A los magistrados, fiscales, forenses, secretarios judiciales tampoco les importa que mueran esos árboles. Son arboricidas. ¿Puede gobernar, puede gestionar la Administración Pública, puede impartir justicia quien no respeta la vida de los árboles?

Si mi barrio fuera Gamonal, los vecinos defenderíamos esos árboles contra viento y marea.

La plaza de la Villa de París es uno de los poquísimos espacios donde, entre tanto asfalto, cemento y hormigón, los vecinos, los paseantes y los visitantes de paso podemos pisar un poco de tierra. Una de las poquísimas plazas que no han sido allanadas con duro granito ni invadidas por las terrazas comerciales ni ocupadas por el mobiliario urbano destinado a la publicidad y a la recaudación. Esta plaza es un reducto de encanto, como lo era el pequeño bulevar de la vecina plaza de Santa Bárbara, en donde se hicieron una obras de remodelación que se llevaron por delante no solo árboles sino también un pequeño templete de piedra que alojaba la tradicional Librería Santa Bárbara y que era el único de su estilo y función en todo el centro de Madrid. Ahora la plaza de Santa Bárbara es una de esas explanadas en la que los bancos de madera bajo los plátanos, que eran un remanso encantador, se han sustituido por terrazas para consumir en los bares o por unos bloques de granito que no invitan precisamente a descansar y a pasar un rato agradable. No es un caso aislado: son malas casi todas las intervenciones que se han hecho en las plazas en los últimos años. Y tienen que ver con el pelotazo del granito gallego.

Si mi barrio fuera Gamonal, los vecinos nos enfrentaríamos a la autoridad con uñas y dientes.

Si mi barrio fuera Gamonal, los vecinos seríamos valientes y estaríamos dispuestos a que nos amenazaran, arrastraran, detuvieran.

Si mi barrio fuera Gamonal ardería un contenedor y nos echarían encima a los antidisturbios, pero los vecinos no se irían a sus casas.

Si mi barrio fuera Gamonal, a los vecinos nos llamarían violentos; a las protestas las llamarían disturbios; a los más comprometidos, provocadores.

Porque si mi barrio fuera Gamonal defenderíamos su belleza, sus valores urbanísticos, paisajísticos e históricos, que son nuestro patrimonio ciudadano. Diríamos a los políticos y a los técnicos responsables qué tipo de ciudad queremos: la que respeta íntegramente su superficie vegetal, la que pertenece a los ciudadanos y respeta su bienestar.

Si mi barrio fuera Gamonal, defenderíamos a los árboles, salvaríamos su vida; defenderíamos la plaza de la Villa de París, salvaríamos nuestra vida.

Por favor, ayudadnos, porque mi barrio no es Gamonal:

http://www.change.org/es/peticiones/d-alberto-ruiz-gallard%C3%B3n-ministro-de-justicia-y-da-ana-botella-alcaldesa-de-madrid-paralicen-las-obras-en-la-plaza-villa-de-par%C3%ADs

https://www.facebook.com/groups/1496552493896741/?ref=ts&fref=ts

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