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Cumbre internacional en Sevilla: Promesas de hoy, incumplimientos de siempre
Recientemente se ha celebrado en Sevilla la cuarta conferencia de la ONU sobre Financiación para el Desarrollo. Una cumbre internacional que ha reunido a unos setenta jefes de Estado y de Gobierno, y donde se ha adoptado un compromiso para aliviar la deuda, la emergencia climática y los recortes en cooperación.
Aunque la sensación general de la mayoría de los allí presentes, una vez clausurada la cumbre, ha sido de optimismo, una se pregunta, si la hoja de ruta aprobada, a la que se le ha llamado “Compromiso Sevilla” con medidas concretas como: creación de una Convención marco sobre fiscalidad, iniciativa para incrementar los impuestos a los superricos, o una tasa para la aviación privada, entre otras, puede tener credibilidad, sin la aprobación de las dos grandes potencias ausentes, China y EEUU.
Pero es que aun si hubieran asistido estas superpotencias, una se sigue preguntando, por qué esta cumbre iba a ser diferente a todas las cumbres internacionales que se llevan celebrando desde hace muchos años, y donde las buenas intenciones y la adopción de medidas para abordar los desafíos que tenemos como sociedad, quedan en un absoluto papel mojado sin mecanismos claros de seguimiento ni sanciones en caso de incumplimiento.
Por poner un ejemplo, ¿cuánto tiempo se lleva hablando de la erradicación de la pobreza en las cumbres internacionales y aún no hemos cumplido con este desafío? Desde la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (Copenhague, 1995), pasando por la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas en el año 2000, donde se establecieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y terminando en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible de 2015, donde se establecieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la pobreza ha sido un tema recurrente.
Un informe de la ONU indica que solo el 17% de las metas de los ODS están avanzando, mientras que la mitad muestra un progreso mínimo o moderado y más de un tercio está estancado o retrocediendo.
El mismo Stiglitz (Premio Nobel de Economía), en relación a la cumbre de Sevilla, ha criticado la falta de avances concretos y la reiteración de declaraciones vacías de contenido, destacando la necesidad de medidas vinculantes y efectivas para combatir la pobreza y la desigualdad. Además de poner de manifiesto las limitaciones de las instituciones financieras internacionales y la necesidad de una mayor transparencia y rendición de cuentas.
28 Conferencias de las Partes (COP) sobre cambio climático se llevan celebrando, desde la primera en 1995 en Berlín, hasta la más reciente en Dubái en 2023. En la tercera se adoptó el protocolo de Kioto (1997), un acuerdo legalmente vinculante para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Resultado: las emisiones de efecto invernadero no han dejado de aumentar a nivel global.
¿Pero qué vamos a esperar de estas cumbres centradas en el cambio climático, si están sustentadas en un sistema económico capitalista que le ha declarado la guerra al medio ambiente, a las personas y hasta a la propia economía?
Tras décadas de encuentros, acuerdos y promesas, muchas de estas cumbres parecen estar lejos de cumplir con sus objetivos, generando una sensación de frustración y escepticismo en la población mundial, y es que, como de costumbre, la parte principalmente afectada, la sociedad civil, sigue siendo la gran ausente. Y por tanto, como ha declarado Carlos Botella desde Oxfam Intermón, el Compromiso de Sevilla “no cumple con las expectativas de la sociedad civil ni con el nivel de ambición para resolver los problemas globales”.
La sensación generalizada en la población es que estas cumbres son más un acto simbólico que una verdadera oportunidad para impulsar cambios profundos. Se genera desconfianza y desafección hacia las instituciones internacionales y los líderes políticos, quienes parecen priorizar la imagen y los intereses de sus países o corporaciones, por encima del bienestar colectivo. La falta de transparencia y de rendición de cuentas en estos procesos alimenta la percepción de que las cumbres son solo una fachada para mantener el statu quo.
Las crisis económicas, los conflictos, las desigualdades sociales, la falta de una voluntad política decidida, la complejidad de los problemas, entre otros factores, pueden dificultar la implementación de las agendas de desarrollo sostenible y afectar el cumplimiento de los objetivos de las cumbres pero, sin duda, la organización de estas cumbres debe priorizar desde sus inicios, la participación popular y de los movimientos sociales, incorporando las voces de las comunidades afectadas, garantizando, de esta forma, que los acuerdos respondan a las necesidades reales y no solo a los intereses de las élites.
A pesar de los pesares, con una temperatura ambiental de más de 40 grados, la sociedad civil, se hizo notar en Sevilla a través de la manifestación desarrollada el domingo 29 de junio, previa a la cumbre. El Foro Social y Foro Feminista reclamaron justicia económica mundial para acabar con la deuda que asfixia al Sur Global, mediante el cambio de la política de préstamos y la implantación de una fiscalidad progresiva.
Pero también esta manifestación condenó firmemente el genocidio que se sigue cometiendo en Palestina, otra de las grandes ausentes de esta cumbre.
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