VENTANA RURAL

El precio del huevo se dispara

El huevo, uno de los alimentos más consumidos por los hogares españoles, ha registrado una subida de precio sin precedentes en lo que va de año. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el coste medio de la docena ha aumentado un 32% respecto al mismo periodo de 2024, en parte debido a la inestabilidad internacional que afecta la cadena de suministro agroalimentaria.

La guerra en Oriente Medio, las tensiones comerciales con China y los elevados costes del transporte marítimo han tenido un efecto dominó en los mercados europeos, incluyendo el español. El encarecimiento de los cereales –especialmente el maíz y la soja, fundamentales para la alimentación de las gallinas ponedoras– está entre los principales responsables.

“El 70% del coste de producción de un huevo está ligado a la alimentación animal”, y ese coste se ha disparado desde enero por la tensión en los mercados internacionales de materias primas. A ello se suma el impacto del cambio climático, que ha provocado sequías prolongadas en España y reducido la producción nacional de piensos, obligando a importar más a precios más altos.

Con una producción de 1.164 millones de docenas de huevos, España se consolida como el tercer productor de la Unión Europea

Mientras el consumo alimentario en los hogares españoles se retrae, el huevo destaca como excepción: no solo mantiene su lugar en la cesta de la compra, sino que gana protagonismo. La combinación de un consumo doméstico creciente, la amenaza de la influenza aviar en el extranjero y las limitaciones estructurales para ampliar la producción nacional han situado al sector español en una posición estratégica, pero también bajo una tensión creciente.

Según la Federación Española de Empresas del Sector de la Producción de Huevos, el sector facturó en 2023 un total de 2.278 millones de euros, un 30% más que el año anterior. Representa el 8,2% del valor de la producción ganadera nacional y el 3,5% del valor agrario total. Con una producción de 1.164 millones de docenas de huevos, España se consolida como el tercer productor de la Unión Europea, solo por detrás de Francia y Alemania.

Los datos de consumo regional revelan un fuerte crecimiento en comunidades como Baleares (+13,93%), Cantabria (+13,80%) y la Comunidad Valenciana (+10,84%). La media nacional se situó en 8,68 kilos por persona, es decir, casi tres huevos a la semana. El sector avícola español se apoya en una estructura de 1.809 granjas y un censo de 47,7 millones de gallinas ponedoras.

Uno de cada tres animales ya se cría en sistemas alternativos a las jaulas, como gallinas camperas, ecológicas o sueltas en gallineros. Esta transformación ha sido especialmente relevante en los últimos seis años, periodo en el que se ha triplicado la cifra de gallinas alojadas en estos modelos de producción.

Algunos pequeños productores están cerrando o reduciendo su número de aves porque no pueden cubrir los costes

En este contexto, España se ha convertido en un proveedor fiable para el mercado europeo. En la actualidad, el 20% de la producción nacional se destina a la exportación, principalmente a países comunitarios que no pueden cubrir su demanda interna.

La creciente demanda exterior coincide con un momento de escasez global de huevos, lo que fuerza la importancia estratégica del sector español. Sin embargo, los productores alertan de que el crecimiento de la producción nacional está condicionado por diversas barreras estructurales. Estamos en una situación complicada para crecer en producción.

Por un lado, existe una demanda creciente de huevos de sistemas alternativos por parte de las tiendas. Por otro, los productores están inmersos en el proceso de adaptación de la granjas para atenderla. Esta transición, añaden, conlleva mayores costes sin implicar un aumento de producción, y se ve agravada por la lentitud de los permisos administrativos necesarios para ampliar instalaciones, que pueden tardar años en resolverse

Los productores avícolas españoles también enfrentan mayores costes energéticos y logísticos, agravados por las restricciones europeas en el uso de fertilizantes nitrogenados y antibióticos. Todo esto ha llevado a una reducción en la oferta de huevos en el mercado.

La respuesta institucional en los próximos meses será decisiva para determinar si el sector podrá aprovechar esta coyuntura o se verá limitado por su propia estructura

Algunos pequeños productores están cerrando o reduciendo su número de aves porque no pueden cubrir los costes. Y cuando hay menos oferta, los precios suben. En supermercados y tiendas de barrio, el encarecimiento ya se hace notar. En Mercamadrid, la docena de huevos tipo L ha pasado de costar 1,75 euros en enero a casi 2,30 euros en junio, según cifras de mercado mayorista.

Los consumidores están comenzando a modificar sus hábitos: optan por envases más pequeños, cambian a huevos de clase inferior o, en algunos casos, reducen directamente su consumo. Los clientes lo comentan mucho, especialmente los mayores y las familias numerosas: cada vez es más difícil hacer la compra sin que suba la cuenta.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha advertido recientemente sobre la necesidad urgente de reforzar los sistemas de bioseguridad y vigilancia ante la propagación del virus H5N1. Para la FAO, evitar la pérdida masiva de aves de corral es esencial para mitigar el impacto sobre la seguridad alimentaria, la asequibilidad de los alimentos y la sostenibilidad de las economías

El huevo, alimento esencial, económico y versátil, ha pasado de ser un producto discreto a un elemento clave en la seguridad nutricional y económica, tanto a escala nacional como internacional. La respuesta institucional en los próximos meses será decisiva para determinar si el sector podrá aprovechar esta coyuntura o se verá limitado por su propia estructura.

Es de esperar que los precios podrían seguir siendo altos si persiste la inestabilidad geopolítica y climática. Mientras tanto, el huevo –símbolo de sencillez y nutrición– se convierte en el último afectado por una cadena global en tensión, cuyas consecuencias se sienten ya en los lineales de los supermercados españoles.