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El despertar de los jubilados indignados malagueños

N.C.

Néstor Cenizo

Miles de personas han tomado esta mañana el centro de Málaga para pedir dignidad en las pensiones. Lo que se suponía que iba a ser concentración se convirtió, por la masiva asistencia y previa autorización, en una manifestación que ha recorrido Cortina del Muelle, calle Alcazabilla, Plaza de la Merced (donde se leyó un manifiesto), calle Granada y calle Larios hasta terminar donde comenzó, en Plaza de la Marina. “Contra el pensionazo, ¡bastonazo!”, se escuchó durante la marcha, que apuntó directamente al gobierno de Mariano Rajoy. El presidente no estaba lejos. En Marbella, Rajoy dijo que las pensiones subirán “seguro, pero lo que podamos”.

Este sábado por la mañana se mezclaron en Málaga quienes se preparan para la Semana Santa con quienes salían a pedir certezas de que el sistema público de pensiones seguirá en pie y digno. Hay una previa a la Semana Santa que se alarga durante semanas, así que este sábado se mezclaba el sonido de los tambores con el rumor de manifestación. La protesta superó las expectativas (10.000 asistentes según Subdelegación, 40.000 según los sindicatos) y demostró que algo ha hecho clic. Después de una temporada de frustraciones por el escaso apoyo a algunas reivindicaciones locales, la marcha del 8M, la manifestación contra el desalojo de La Casa Invisible y la de los pensionistas han revitalizado en un par de semanas el pulso de la protesta social en la ciudad.

Hubo algo distinto en la manifestación de esta mañana: pudieron verse muchas banderas de partidos y sindicatos. Del PC, de IU, de PSOE, de UGT y de CCOO. Esto irritó particularmente a Podemos, que se quejó. “Habíamos pactado que no se traerían banderas. No verás ninguna nuestra”, comentaban. También provocó alguna situación curiosa, como cuando desde el escenario se gritaba “PSOE, PP, la misma mierda es” con decenas de banderas del PSOE ondeando apenas a diez metros.

A diferencia del 8M, los representantes políticos y sindicales eran bien visibles. También participaron otros colectivos. Se había anunciado que habría un micro abierto a cualquiera que quisiera contar allí sus motivos para estar indignado, y al final por ese micro pasaron representantes de las luchas que han ido cristalizando en los últimos años: Marea Verde, Marea Blanca, obviamente Yayoflautas, Pensionistas en Acción, Plataforma 8M o los bomberos malagueños.

“Yo no estoy aquí por unos pocos euros”

Francisco Ortega, previsor, llevaba su propio sistema: un micrófono conectado a un altavoz portátil enganchado a su cintura. “Ayer el señor Rajoy se tomó la libertad de decir que estamos manipulados. En su vida ha dicho una verdad más grande. Estamos engañados… ¡Por ellos!”, gritaba subido a un parterre. Este hombre, militante de CCOO desde 1963 (“los tiempos de Camacho y el cura Paco”) y su mujer Eustaquia trabajaron los últimos 15 años de su vida laboral en Australia. “Sus 29 años de trabajo en España se perdieron, no los reconocen, no valieron para nada”, denuncia Eustaquia. “Él cobra 400 euros de España y yo, 300”, nos dice, mientras él sigue su mitin: “Yo no estoy aquí por unos pocos euros, sino porque mis hijos y nietos tengan un sistema público de pensiones. La Seguridad Social es lo más importante que tenemos. Hay que enseñar a los hijos y nietos que las cosas no caen del cielo. Ya me he quedado a gusto”.

Juan Pardo es otro de esos mayores indignados por que después de una vida deslomándose en una panadería le envíen una carta para anunciarle que le pagarán un euro y medio más de pensión. “La de la Virgen del Rocío [se refiere a la ministra de Trabajo, Fátima Báñez] me envió una carta diciendo que me la subían gracias a Mariano. En cinco años me han subido 7,5 euros. Y todos los meses pago 8,5 euros por las medicinas. Cobro 625 euros. Rajoy dice que no le salen las cuentas, y el que no sabe de cuentas es él”. Tiene 35 años cotizados, con semanas de 70 horas de trabajo, 12 horas diarias en horario nocturno, tres días libres al año. “¿Tendré motivos para protestar?”, se pregunta.

Mercedes Cañamero tiene 73 años. Camina con dificultad sobre unas zapatillas rosas y apoyada en un paraguas igualmente rosa. Dice que ha salido de casa aunque le duele la espalda. “Es que no estoy contenta con lo que están haciendo… ¡Rajoy, escucha, no robes más la hucha!, exclama, como dirigiéndose a un micrófono imaginario. Ella trabajó 20 años como limpiadora en el hospital. Tiene seis hijos y mantiene a dos de ellos, en paro. A los cuatro restantes ”tengo ayudarles de vez en cuando“, dice. Su discurso es el de la indignación: ”¡Están haciendo con mi pensión su mansión! Se ríe de nosotros, pero nosotros somos más dignos“. En estas se suma Reme, 40 años trabajando en la hostelería, cobra 800 euros de pensión…

- Eso es todavía más duro. Como lo de las limpiadoras de hotel. Cuando en el Gobierno dijeron que iban a hacer huelga… ¿Cómo se llama? A la japonesa. Trabajando el doble. ¡Venga hombre! ¿Saben lo que es trabajar el doble haciendo 400 camas en lugar de 200? – explota Mercedes.

- Se creen que los jubilados pagamos menos, pero pagamos igual: la luz y el supermercado. Y cada vez me cobran más. – dice Reme, que enumera sus gastos mensuales.

Cuando la charla se anima, les preguntamos si se conocen y Mercedes responde:

- No nos conocíamos, pero si preguntas a cualquiera en esta manifestación, vamos a coincidir. A todos nos está pasando lo mismo.

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