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Arte e investigación escénica en un castillo “desbaratado”

El castillo de Morón. // El Castillo de las Artes

Juan Miguel Baquero

En un castillo “desbaratado”. Ahí, en una antigua fortaleza árabe del siglo XIII, las compañías Trasto Teatro y SilencioDanza han dibujado un escenario innovador: El Castillo de las Artes en Morón de la Frontera (Sevilla). El proyecto, “pionero a nivel nacional”, rescata del “olvido y abandono” un espacio que ahora da cobijo a teatro, música y danza. También hay sitio para la investigación escénica mediante becas de residencia artística. Nuevos actos, nuevos ecos, para piedras así rescatadas de la erosión del tiempo y la actividad humana.

“Hacía más de 20 años que nadie intervenía en el castillo, estaba abandonado”, cuenta Nieves Rosales de SilencioDanza. La idea era intervenir en el lugar y recuperarlo para que mutara en referente cultural. El Ayuntamiento de Morón cedió el recinto y la iniciativa privada, “sin subvenciones ni ayudas”, hizo el resto con fondos propios, abonos anuales y solidarios –una suerte de micromecenazgo “en el que la gente se volcó”– y entradas, con una política firme: “que nunca cuesten más de cinco euros”. “El dinero que entra en el castillo se queda en el castillo”, resume.

Escenografía peculiar y un “telón de piedra”

Quien así definía el castillo, como “desbaratado”, era Cristóbal de Balbuena en el año 1680. En su antigua crónica describe “la desolación y ruina” de una fortificación “tan grande” que mantenía a los forasteros “asombrados de ver tan real palacio” que envolvía un cerro. “Tomando la muralla se iba de torre en torre dando vuelta todo alrededor”. Entre sus almenas un espacio “lleno de casas”, un patio coronado por aljibes, un claustro “todo de mármoles muy gruesos”, una iglesia, “una sala llena de armas de todos géneros para poderse armar 500 hombres”, mazmorras, silos… Todo en un laberinto de estancias hoy diezmadas, desbaratadas, que cambiaron el eco añejo de espadas y armaduras por el de manifestaciones artísticas contemporáneas.

Entre los sillares ajados caben espectáculos de danza, teatro o flamenco e incluso talleres formativos, festivales y conferencias. El epicentro interpretativo es la Torre del Homenaje, principal estructura de la fortaleza, que crea una atmósfera peculiar. “A los artistas se les explica que no van a encontrar un escenario tradicional y esto es parte del encanto que tiene el espacio”, explica Nieves Rosales. “Sensaciones” diferentes para un aforo pequeño –entre 70 y 100 personas– que arrancan “desde el telón de piedra”.

Se trata, resume, de “acercar al pueblo apuestas escénicas que no suelen ser habituales”. Pero no solo. La iniciativa ha creado además el Centro de Investigación Escénica El Castillo que convoca el I Premio Beca de Residencia Artística 'Alfonso Jiménez' para creadoresI Premio Beca de Residencia Artística 'Alfonso Jiménez' en disciplinas como danza, teatro, música, circo, dramaturgia… con un fin: apoyar el desarrollo y la exploración de cada proyecto. Las propuestas han llovido desde “Francia, Italia, Latinoamérica y también España, aunque en menor porcentaje”, y los artistas premiados (alojamiento de un mes en La Casa de Las Artes 'El Trastero' y aportación de 250 euros) finalizarán con el estreno de su obra en una actividad abierta al público.

Una 'escuela' de artistas

Durante el verano, la 'escuela' de arte ha impartido talleres formativos de “esgrima escénico” y de teatro para “niños, jóvenes y adultos”. La programación, con espectáculos mensuales, es en todo caso la espina dorsal del proyecto. Entre las próximas citas aparece el Festival Internacional de Artes Escénicas ‘Isidro Albarreal’Festival Internacional de Artes Escénicas ‘Isidro Albarreal’ con Labirinto Teatro (Brasil), Troisième Génération (Francia), mimo, y Silenciodanza (Málaga). Antes, la danza de Thomas Noone (Londres) y el flamenco de Luisa Palicio (Málaga).

En la presente temporada han pasado por de El Castillo de las Artes la compañía teatral La Valenta (Barcelona), el espectáculo de danza de Daniel Doña (Granada), la vertiente flamenca de Lidia Valle (Morón) y un Festival de Música al Aire Libre que trajo a Los flamencos, cantes tóxicos Nº11 con El Niño de Elche (cantaor), Antonio Orihuela (poesía) e Isaías Griñolo (arte visual), además de la guitarra de Pepe Justicia Band (Jaén), y los artistas locales La Hermana Pequeña (jazz punk) y Pylar (experimental).

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