Jornada de reflexión a pie de playa: entre la abstención, el despiste y el “hemos votado por correo pero sin muchas ganas”
El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha repetido en varias ocasiones que hay tiempo para ir a la playa y que lo que toca el domingo es ir a votar. Su petición no es casual ya que la elección de la fecha, en junio y en medio de un puente para muchos andaluces hace pensar en que la abstención será elevada. Aunque en realidad, en el paseo por la Andalucía que huye de la campaña bajo la sombrilla, Moreno, el bronceado y la abstención son los grandes vencedores. Al menos así es en la Playa de Poniente de Motril (Granada), que está relativamente concurrida para no ser aún verano. Es un posible termómetro de lo que puede ocurrir, ya que es un lugar que atrae a granadinos, jiennenses y cordobeses porque es uno de los oasis con mar más cercanos a estas ciudades andaluzas. Por el contrario, en Cádiz, Málaga o Almería tienen el colegio electoral a tiro de balón de Nivea.
Nada más empezar el recorrido, un apelativo poco cariñoso: “Este es tonto”. Eso es lo que le dice un chaval a otro. Los dos parece que están con las hormonas revolucionadas mientras comparten una mañana de playa con otro grupo de jóvenes que acaban de terminar sus pruebas de acceso a la universidad y que tienen otras preocupaciones en sus cabezas que no son las elecciones andaluzas de este domingo. Le dice tonto porque segundos antes ha gritado que piensa votar a Vox. “Si no tiene ni 18 años, pero es lo que le han dicho sus padres”, contesta una de las chicas del grupo. Todos siguen en su particular universo y se resisten a hablar de los comicios, pero hay quien sí se acuerda de las urnas en el paseo que hace elDiario.es Andalucía a Playa Poniente.
“Yo voy a votar a Juanma. Apúntalo, niño, que lo lean en el periódico”, dice Inés Iglesias. Junto con familia y amigos, está en esta playa granadina disfrutando de un fin de semana que casualmente coincide con una exhibición aérea. El problema es que Inés no ha calculado bien sus posibilidades de voto. A pesar de estar en la Costa Tropical de Granada, ella es malagueña, como su marido, pero no creen que lleguen a tiempo a su colegio electoral el domingo. “¿No se puede votar por Internet? Yo creía que sí, que hasta las ocho podía. Me iba a meter con el móvil y lo iba a hacer. Qué disgusto más grande”.
Haciendo un rápido sondeo entre los seis adultos que componen el grupo, dos no van a votar, a dos de ellos más les vale hacerlo si no quieren dormir en el sofá -es lo que les dicen sus parejas- y los otros dos ya lo han hecho por correo. “Yo no creo en la política, solo voto al partido animalista”, dice una de las bañistas que no da su nombre. Mientras, Inés tiene claro que “Juanma es el mejor y por eso hay que votarle”. Como apuntan los politólogos sobre la imagen de liderazgo que ha logrado hacerse el presidente andaluz y que atrae a los indecisos, esta potencial votante de Moreno Bonilla lo es porque le gusta su perfil: “Es una persona de esas que transmiten confianza. De las que te crees cuando hablan”.
Otros dos de sus amigos, José Luis, natural de Córdoba, y Flora, vecina de Sevilla, sí han cumplido con su derecho de sufragio y ya lo han ejercido por correo. “Tengo claro que al que no voy a votar es al PSOE. Después de 37 años y con lo que nos han robado, no les voto seguro”, dice el cordobés. Flora afirma que nunca tiene decidido su voto de antemano, pero que esta vez sí va a apostar por el PP. “Yo votaba al PSOE de Felipe González, porque le votaba mi abuela, pero es que Moreno lo hace muy bien y creo que, si no se tuerce, lo va a seguir haciendo”, sentencia.
Desencanto con la política
Siguiendo a pie de playa, uno se cruza con todo tipo de personas. También con aquellas que van tranquilas por la vida, pero que en cuanto se les pregunta por las elecciones aceleran el paso. Es el caso de un joven que prefiere agachar la cabeza y darle brío a su caminar cuando se le pregunta qué va a hacer el domingo. “Yo paso de la política, pero los mejores son los de Vox”, dice gritando a lo lejos. En este punto merece la pena detener el paso y acercarse a uno de los restaurantes cercanos y que son buenos termómetros de cuántos pueden dejar a un lado las urnas por los tintos de verano. Chema Rodríguez, gerente del restaurante Natalio, dice que él particularmente ha votado en blanco y que está “desencantado por la política”. No nota un clima especial ni más reservas que de costumbre. “Tenemos el mismo volumen de gente que suele haber, pero creo que tiene más que ver con la exhibición aérea que con que el personal esté pensando en ir a votar o no”. Catalán de nacimiento y motrileño de adopción, confiesa que en el ambiente entre sus clientes no flota el debate de las elecciones. “Yo antes sí votaba con ilusión, pero ya no”.
“Chiquillo, ¿tú has visto cómo nos tiene la playa la alcaldesa de Motril? Yo no la puedo votar”, dice Encarna, una vecina jubilada de Granada que pasa sus días de descanso en esta playa tropical. No quiere decir en quién ha depositado su confianza mediante el correo postal, pero sí deja claro que Luisa García Chamorro, regidora de Motril y del Partido Popular, ha hecho que pierda las ganas de votar a esas siglas. “Aunque el problema no son los partidos, sino las personas, solo tienes que ver cómo tienen la playa. Tenemos los contenedores de basura abandonados y no se puede estar en la arena porque está levantada”. Encarna dice que ella es una votante convencida del PP “de toda la vida”, pero que está cansada de ver cómo tienen Motril. Un argumento que no comparten todos los vecinos porque Jorge, a apenas cinco metros de distancia, asegura que “el PP va a arrasar”. “Vamos a arrasar”, dice a las preguntas de este medio. “Ya va siendo hora de quitar a los chorizos que están gobernando en Madrid”, afirma un poco despistado sobre cuáles son las elecciones que van a celebrarse el domingo.
Un día a día normal
Uno de los lugares más conocidos de Playa Poniente es el camping que tiene el mismo nombre. Habitualmente atestado de personas en temporada alta, tampoco está mal de afluencia en estos días. “Es verdad que hemos recibido reservas que nos dicen que el domingo se van a ir un poco antes para votar”, dice Gerardo. Él comparte gerencia con Marialena y en el momento en el que este medio les aborda, un joven, que trabaja en un concesionario de Granada y que se llama Eloy, está reservando una de las parcelas para pasar en este establecimiento sus vacaciones. “Yo no voy a votar. No he votado nunca y la mayoría de mis amigos tampoco”, dice. “La gente está harta y deseando pillar días de descanso como para ponerse a pensar en ir a votar”.
Gerardo, el gerente del Camping Playa Poniente, no siente que el fin de semana vaya a ser muy distinto a cualquier otro. “Escuchas entre los clientes que hablan algo más de a quién van a votar, pero poco”. El día a día es de lo más normal y quizá este sábado cambie la opinión de alguno que piense ir a su colegio electoral. “Yo creo que entonces sí puede haber algún que otro cliente que igual no vaya a votar el domingo”. A pocos metros de allí observa la conversación José Molina, un jubilado que lleva toda su vida en Motril y que es famoso, como él mismo dice, por sus “acciones de guerra como Pepe el pollero”. Antiguo regente de un asadero, conoce el sentir de sus vecinos y atestigua con pocas palabras lo que va a pasar: “La gente no va a votar masivamente porque está todo el mundo cansado”. Como Encarna, cree en particular que la playa de Motril está abandonada. Es más, sostiene que Playa Poniente “es para los pobres” y Playa Granada, que está a pocos kilómetros de esta, es “para los ricos”.
Antes de abandonar este trayecto a pie de sombrilla, otra pareja de mediana edad y de Granada capital, aunque pasan estos días de calor en la costa de Motril, no quieren hablar mucho de las elecciones. “Hemos votado por correo porque sabíamos que íbamos a estar de vacaciones, pero tampoco con muchas ganas”. Cuando se les pregunta si tenían claro a quién iban a votar, prefieren no responder y seguir caminando de vuelta al apartamento en el que veranean aún en primavera. Una pareja que, sin quererlo, ejemplifica con su desazón que una parte de los votantes están cansados de la clase política. Al menos, un altavoz portátil rompe el ambiente de pesadez, propio de la humedad y de asuntos tan tensos como unas elecciones. Suena C. Tangana a todo volumen y suena el estribillo: “Antes venían a verte. Ahora no pueden ni verte. Antes estabas al dente, pisabas mucho más fuerte”.
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