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La industria agroalimentaria de Sevilla muere al ritmo de una empresa cerrada al mes

El Gobierno catalán vuelve a mediar sin éxito entre Panrico y los trabajadores

Olga Granado

La que es uno de los motores de la economía en la comunidad autónoma, y en principio una de las apuestas del Gobierno de Andalucía para salir de al crisis, la industria agroalimentaria, pasa por su peor momento en Sevilla, que es donde más empresas se han concentrado tradicionalmente. El anuncio esta semana de la clausura de la planta que Puleva tiene en Alcalá de Guadaíra -la empresa se quedará de momento sólo con la de Granada- es la puntilla en un sector que el último año ha visto anunciar el cierre o la entrada en concurso de acreedores de una decena de fábricas, lo que ha afectado directamente a más de 1.200 trabajadores, según cálculos de los sindicatos COOO y UGT.

Estos anuncian que pelearán “con uñas y dientes” contra el cierre de Puleva porque creen que marcará un punto de inflexión en el sector y que las tres grandes empresas agroalimentarias que quedan en Sevilla -Cocacola, Pespi y Heineken- están “muy pendientes de cómo acaba Puleva”. Entre finales de 2012 y finales de 2013, éstas son las industrias agroalimentarias que han echado el cierre en Sevilla -dos este mismo mes de enero- o que están a punto de hacerlo:

Agro Aceitunera (en Utrera), cierra en diciembre de 2012, con unos 150 trabajadores afectados.

Panrico. Fabricante de pan de molde y bollería, con fábrica en Sevilla. El cierre se ejecuta en diciembre de 2012, con 197 trabajadores afectados.

Gargill (también en Sevilla). Planta de molturación de semilla de girasol y otra de aceite embotellado que anuncia su cierre en febrero de 2013, con 101 despidos (97 en Sevilla y cuatro en Córdoba).

Danone. Planta de productos lácteos en Sevilla, con 91 trabajadores (85 en la planta y seis en logística). Comunicó su cierre también en febrero de 2013 y lo ejecutó a finales de ese año.

Saimaza. Fabricante de café molido, con 152 trabajadores en sus plantas de de Ateca (Zaragoza) y Dos Hermanas (Sevilla). Cierra en diciembre de 2013.

Cofrutex (radicada en Tocina y dedicada a frutas). El cierre se hace efectivo este mismo mes de enero, con unos 300 trabajadores afectados.

Aceinaza. También de aceituna y con sede en Dos Hermanas. Ha dejado de producir este mismo mes de enero. 30 trabajadores afectados.

Interoliva. Planta de producción, envasado y comercialización de aceites y encurtidos y también radicada en Dos Hermanas. Con 190 trabajadores. Está en concurso de acreedores.

Huevos Giralda. Con tres plantas en Dos Hermanas (dos) y Aznalcázar (una). En concurso de acreedores, y con unos 30 unos trabajadores afectados.

Pacsa Sanders. 30 trabajadores afectados. También en concurso de acreedores.

En este contexto, los sindicatos han exigido que se reactive el protocolo en defensa de la industria de Sevilla que se firmó el pasado verano por parte de estas organizaciones y de los partidos (PP, PSOE e IU), pero donde se no se consiguió, como se pretendía, que se incluyeran las instituciones. El secretario de Acción Sindical de CCOO en Sevilla, Carlos Aristu, explica que dicho protocolo recoge “una fase reactiva en la que se exige la devolución de las subvenciones cuya concesión llevara aparejada el mantenimiento del empleo y que no se recalifiquen los suelos de las fábricas una vez cerradas para que encima hagan negocio”. Y por otro lado, se preveía “una fase productiva, para potenciar el sector, y eso exige inversiones”.

En este sentido, explica que estos negocios necesitan financiación, “que o te la dan las administraciones, o te avalan para que te la conceda la banca, pero ahora nos encontramos con que ya no no hay ni subvenciones ni crédito”. Describe el panorama como “desalentador”, fruto en gran medida de la “guerra de la marca blanca, que ha tirado los precios del mercado, y todo ha quedado en manos de un oligopolio”. En la pescadilla que se muerde la cola o la clave de una economía que no se mueve porque no hay consumo: la gente no tiene trabajo, compra menos y más barato, las empresas reducen beneficios por lo que despiden y dejan a más gente sin trabajo.

De momento, CCOO y UGT tienen previstas reuniones con los grupos políticos la próxima semana y se movilizarán hasta que tome parte el Parlamento de Andalucía en defensa de un sector que comenzó a vivir su declive con la aplicación de la OCM (organización del mercado común) de la remolacha que en 2008 supuso el cierre de la azucarera más importante de Europa, en el municipio de La Rinconada, pero donde la sangría se ha agudizado los últimos 12 meses.

Y no parece que vaya a parar, porque tras Puleva se espera un final parecido para la fábrica de zumos de Canla, una cooperativa con más de 400 socios y el cierre de cuya factoría dejaría en la calle a otros 70 trabajadores. “Está herida de muerte”, dice gráficamente la secretaria general agroalimentaria de CCOO en Sevilla, Mónica Vega, sobre esta fábrica. En su opinión, este progresivo desmantelamiento de la industria agroalimentaria “llevará a una provincia en la que sólo haya camareros y jornaleros, por lo que es hora de dar el golpe sobre la mesa y movilizarse”. No lo ve mejor para los mataderos Sada, del grupo Nutreco, con uno en Alcalá de Guadaíra (300 trabajadores) y otro en La Rinconada (más de 100).

Detrás casi siempre se repite el mismo esquema: una multinacional adquiere una empresa en Sevilla; la reestructura y promete reflotarla, para lo que se beneficia de suculentas subvenciones de la Junta de Andalucía; comienzan los problemas y se van aplicando progresivos recortes en la plantilla; y finalmente, se llega a una situación en la que la dirección decide el cierre y, normalmente, traslada la producción a otro lugar. Por eso, los sindicatos están siendo especialmente beligerantes con la exigencia de que se devuelvan esas subvenciones.

De todas maneras, desde la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo exponen que esto no se puede aplicar con carácter general. Las subvenciones no siempre van ligadas al mantenimiento del empleo, y si es así, suele estar fijado un periodo de años concreto. Si, por ejemplo, la ayuda es para un plan de modernización y se ha invertido ese dinero en ello, y debidamente justificado, no se le puede reclamar. Como tampoco si había un compromiso de mantemiento de empleo por tres años y ese periodo ya ha pasado.

El caso de Puleva

Guillermo Díaz, presidente del comité de empresa de Puleva, explica este caso concreto: “La dirección está ofreciendo una especie de expediente de traslado masivo, enviando a todos los trabajadores a la planta de Granada, pero estamos hablando de una plantilla en la que el 60% tiene más de 50 años. ¿Qué garantías hay para que esta gente cambie toda su vida, si es que puede, y encima cuando recientemente en Granada han sufrido recortes de personal?”. Critica, además, que en este caso se trata de una empresa -detrás está la multinacional Lactalis- que ha recibido “por lo menos tres millones de euros de subvenciones en 2009”.

“No lo entendemos, además, cuando es una empresa que ha tenido 40 millones de euros de beneficios”, tercia Francisco López, secretario general de la Federación Agroalimentaria de UGT en Sevilla. “Vamos a defender el mantenimiento de la fábrica con todos nuestros medios. Puleva en Sevilla no se cierra”, asevera, empeñado en que este nombre no pase a engrosar la lista de factorías del sector que han anunciado el cerrojazo el último año.

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