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Benito Navarrete: “Murillo manejaba muy bien las redes sociales”

Un congreso internacional pondrá a Murillo "en el lugar que le corresponde"

Amalia Bulnes

Un Murillo para el siglo XXI. Con este breve titular podría quedar resumido el empeño y las expectativas con las que se ha inaugurado en Sevilla el Congreso Internacional Murillo ante su IV centenario. Perspectivas historiográficas y culturales, un hito dentro los actos de celebración de la efemérides, que congrega a los 57 mayores expertos mundiales dispuestos a hacer que el espectador medio logre cambiar su modo de mirar y de acercarse al pintor sevillano, “un instrumento de poder político para Franco y el Nacionalcatolicismo” que desvirtuó la imagen del genio.

Es más: “Murillo está aún por descubrir”, nos asegura el historiador Benito Navarrete (Jerez, 1970), director del congreso que ha convertido estos días a Sevilla en la capital mundial de la Historia del Arte.

P: Ya ha arrancado el gran hito académico del Año Murillo. ¿Qué expectativas tiene del congreso? ¿Nos esperan grandes revelaciones en torno a la figura de Murillo?

R: Lo que esperamos es que a Murillo se le eliminen los tópicos que han venido arrastrándose a lo largo de muchísimo tiempo. Las diferentes secciones y temáticas en que hemos dividido este congreso responden precisamente a esta intencionalidad. Hemos conseguido reunir a los 57 ponentes más interesantes que hay en el panorama internacional, intentando hacer un equilibrio entre los que son las personas consagradas y las nuevas generaciones de historiadores del arte que tienen mucho que decir. Actualmente, en todas las mesas de trabajo, los diferentes historiadores y restauradores participantes están realizando aportaciones especialmente luminosas.

P: El Año Murillo en general, ¿cree que servirá para cambiar el modo en el que nos hemos asomado tradicionalmente a este pintor?

R: Yo creo que sí, porque Murillo no es sólo patrimonio de Sevilla. Murillo es un pintor que tiene que trascender nuestras fronteras, de hecho ya lo hizo. Lo que pasa es que vivimos un periodo en el que la pintura española no está atravesando sus mejores momentos y esto es precisamente lo que vamos a intentar analizar. Así como desterrar el lamento por la pérdida de sus obras. El conservador del Museo del Prado Javier Portús nos ha hecho ver en la conferencia inaugural que, si bien es cierto que hay mucha obra de Murillo repartida por el mundo, es el artista que mejor está representado en Sevilla. Si comparamos lo que ha salido con lo que queda, evidentemente nos sale que es un artista muy representado en los museos internacionales, pero que esto es también una buena noticia.

P: El pintor más aclamado y demandado en su época, estrella de las subastas internacionales en los siglos XVIII y principios del XIX, objeto de deseo de invasores napoleónicos, Murillo ve cómo se desploma su prestigio a partir del XIX, cuando afloran otros artistas contemporáneos como Velázquez, gracias a la labor de los impresionistas. ¿Qué provoca este cambio radical en la percepción de Murillo?

R: Pues se produce en el centenario de 1882, cuando hay un intento, sobre todo en Sevilla, por parte de los jóvenes de la Asociación de la Inmaculada Concepción, con la revista Sevilla Mariana y los carlistas, que estaban detrás, de intentar apropiárselo. Este intento de apropiación y de vincularlo con la religión y con el Catolicismo es la responsable de que luego, el dictador Franco, en 1941, lo volviera a utilizar, obsesionándose con la Inmaculada del Hospital de los Venerables.

P: Por situar al lector, el Museo del Prado recuperó esta impresionante Inmaculada robada por las tropas napoleónicas en plena posguerra, una obra que permanecía en el Louvre y regresa a España como un logro personal de Franco. ¿Eso catapultó a Murillo como el artista oficial del régimen?

R: La forma en que el régimen justifica cómo la Inmaculada Soult (llamada así en nombre del general que capitaneó las tropas napoleónicas en Sevilla) venga a España es un documento esencial, porque dice que es “imagen de la religiosidad, de la catolicidad”. Franco la considera una reliquia y al mismo tiempo, valora en ella los valores raciales. Es decir, es algo alucinante. Te das cuenta de que Murillo ha sido un instrumento de poder político, precisamente por el poder que tienen sus imágenes y la capacidad que tienen para llegar al gran público. Eso es lo que lo ha desnaturalizado. Y eso es algo que le ha perjudicado mucho en su valoración y en su análisis crítico por parte de expertos internacionales.

P: ¿Cuánto Murillo nos queda entonces por conocer?

R: Es que Murillo es un artista que directamente no se ha estudiado. No se ha estudiado desde la visualidad y desde el poder que tienen sus imágenes. Es un artista riquísimo, porque además hay una intencionalidad por parte del artista en querer mostrar algo que realmente parece fácil y no lo es tanto. Precisamente, la conferencia de clausura del congreso se va a titular Los velos de Murillo. Y en ese título tan inteligente, lo que subyace es esa intención de desvelar todo lo que hay detrás de su pintura. A Murillo hay que estudiarlo no sólo desde la perspectiva de la historia del arte, sino en relación a la literatura, la filosofía, la Estética, la historia del pensamiento y, sobre todo, la historia de la ciencia.

P: También este año Murillo nos está dejando al descubierto una nueva dimensión humana del personaje, además de su obra. Usted ha llegado a decir: “Murillo nos mintió a todos”, porque ni era tan piadoso, ni tan devoto, ni tan sensible con la pobreza y la exclusión social como parece en sus obras.

R: Yo creo que no lo era, no. Se ha construido una biografía absolutamente idealizada del artista, en gran medida debido a los escritos de Ortiz de Zúñiga, que es quien, en los Anales eclesiásticos de la ciudad Sevilla, comienza el panegírico del artista y la construcción de su identidad. Era amigo de Murillo y coleccionista de su obra y llegó a manifestarlo como un artista casi divino, diciendo cosas como que las Inmaculadas habían sido pintadas por ángeles. Ese topo, que es muy frecuente en algunos artistas, lo presenta como un ser celestial. Pero cuando uno se acerca a los documentos, se da cuenta de que Murillo fue un artista con los pies en la tierra, que se relaciona con quien se tiene que relacionar.

P: De hecho, parece que fue muy ambicioso en lo personal, astuto y con un sentido práctico de la vida.

R: Murillo tenía invertido su dinero en la carrera de Indias... tanto que incluso se queda sin liquidez para pagar el alquiler de su casa precisamente por esta razón. Y esto hace que el Cabildo Catedralicio lo lleve a la cárcel unos días, ¡a pesar de que él ya estaba contratando con la Catedral! Quiero decir, que era un hombre al que, evidentemente, le interesaba la parte comercial de su trabajo. Y fue uno de los artistas mejor pagados en ese momento en España. Se dedica incluso a alquilar a determinadas hermandades túnicas de sangre y de luz para el Jueves Santo. De alguna forma, hay un interés comercial que le hace progresar, porque Murillo manejaba muy bien las redes sociales, lo que serían las redes sociales de su época: sabía muy bien con quién tenía que relacionarse y conocía en profundidad la realidad de Sevilla.

P: Es muy llamativo que Murillo consiguiera todos sus propósitos sin la necesidad de salir de Sevilla. Los demás pintores de su época tenían como meta la Corte.

R: Murillo no quiso irse de Sevilla nunca. Aquí tenía toda su clientela y su red social establecida. Tanto es así que los historiadores aseguran que Carlos II lo llama y Murillo declina la invitación.

P: ¿Cree que este simposio va a tener la dimensión nacional e internacional que le corresponde?

R: Dimensión y trascendencia nacional está teniendo bastante. Quiero decir, que se ha hecho un esfuerzo muy grande por parte del Ayuntamiento de Sevilla y se está viendo reflejado. Hay mucho interés también por parte de medios de comunicación extranjeros, sobre todo alemanes y franceses. Es curioso, porque una vez más responde al interés donde su obra está mejor representada... Es una apuesta cultural clara del Ayuntamiento, se está haciendo muy bien.

P: ¿Entonces por qué el Gobierno central no se ha implicado con el Año Murillo como lo hizo con el año de El Greco en Toledo? La creación de una Comisión Nacional hubiera sido un trampolín definitivo.

R: Bueno, se ha reconocido en cierto modo pero es cierto que el Ministerio de Cultura no ha liderado la creación de una Comisión Nacional ni ninguna actividad concreta. Sí que contamos con la colaboración, que ha sido fundamental, del Museo Nacional del Prado, y de Patrimonio Nacional, que han sido muy generosos con sus préstamos. Y esto evidentemente, yo creo que ha compensado esa ausencia del Estado a nivel más institucional. Pero esto es porque los técnicos nos hemos puesto de acuerdo, siempre lo hacemos. Los técnicos no tenemos problemas nunca.

P: Entonces lo que ha faltado es la voluntad política...

R: Esto a mí no me compete valorarlo. Yo estoy muy contento de la respuesta del público, de cómo se ha implicado tanto la ciudad de Sevilla como la gente que está viniendo.

P: El acuerdo que va a permitir que El Jubileo de la Porciúncula, obra maestra de Murillo propiedad del Museo de Colonia (Alemania), se quede una década en Sevilla, ¿nos abre la puerta a la esperanza para la recuperación de las obras de arte expoliadas por los franceses en Sevilla?El Jubileo de la Porciúncula

R: Siempre que las instituciones se pongan de acuerdo y los técnicos puedan hacer su trabajo, se puede avanzar mucho. Pero yo, como historiador del arte, considero que la historia de las obras de arte muchas veces es irreversible, y que una obra de Murillo esté en el extranjero y esté conservada con todas las garantías en un museo es algo positivo también. Obsesionarnos con que todas las obras vengan a nuestro país es también un concepto de identidad nacional que actualmente está completamente fuera de lugar. Esas obras son hijas de su tiempo y de sus circunstancias y gracias a ello se conoce en el mundo la pintura española, y se conoce a Murillo internacionalmente.

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