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La Junta autorizó una docena de espectáculos en Sevilla el mismo fin de semana que canceló la obra del Teatro Central

Escena de 'El bar que se tragó a todos los españoles', de Alfredo Sanzol

Alejandro Luque

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El fin de semana pasado la oferta teatral sevillana fue tan nutrida como de costumbre. Incluida la costumbre que ha dictado la pandemia, pero que no ha impedido que, desde la desescalada del año pasado, la gente de teatro siga ganándose su pan como sabe y como puede. Con restricciones de aforo, con medidas de distancia e higiene que ya son habituales, y sin brotes conocidos en espacios culturales.

En concreto, la sala Cero brindó Una de romanos, de Los Síndrome; La Fundición, Si yo fuera madre, de la compañía La Rara, y la propuesta infantil La mansión encantada... de conocerte, de Inelia Producciones; Cartuja Center acogía Cosas de niños, lo nuevo de Alberto López y Alfonso Sánchez; el Lope de Vega, la ópera Marie, de Germán Alonso y Lola Blasco; el Teatro de Los Remedios, La granja, el musical; en Atalaya-TNT hubo una gala de magia con Miguel Angel Muñoz, Alexku, Luis Noval y Juan Luis Rubiales, y el Circus Las Vegas celebró sus tres funciones diarias. Además, el teatro Alameda acogió recitales del festival Sevilla Swing!, el de Triana a Joana Jiménez y El Pitu, y hubo conciertos de la Orquesta Bética de Cámara y de la Orquesta Barroca en el Espacio Turina. Y todo con absoluta normalidad.

Por qué se puso la lupa en el Teatro Central, donde iba a presentarse el primer montaje del dramaturgo Alfredo Sanzol al frente del Centro Dramático Nacional, El bar que se tragó a todos los españoles, es un misterio que desde entonces tiene boquiabiertos a todos los aficionados a las artes vivas de la ciudad, y más allá. Y más considerando que más de 30 miembros de la compañía, entre técnicos y elenco, estaban desplazados desde Madrid, con el escenario montado y todo listo para el estreno sevillano. Y con todas las entradas vendidas desde semanas atrás.

También en Granada

Recapitulando lo sabido hasta ahora: el mismo viernes llegó una orden de la Junta de Andalucía, que gestiona el coliseo de la Isla de la Cartuja, según la cual la obra no podía presentarse al no garantizarse la distancia requerida de un metro y medio. Dicho de otro modo, no bastaba la separación que se ha venido observando con éxito entre espectadores –uno o dos asientos, aunque acudan juntos a la sala–, sino que había que tener a todos y cada uno de ellos aislados un metro y medio por delante y por detrás, a izquierda y derecha. Una reducción imposible habida cuenta de las entradas vendidas. Ni siquiera proponiendo una función adicional para el sábado a las 18.30 –solución a la que los actores del CDN estaban dispuestos a avenirse– salían las cuentas.

La compañía aprovechó la escenografía para realizar un ensayo, que solo pudieron ver los técnicos del teatro, e hizo las maletas de vuelta a Madrid. Y aunque desde la Junta de Andalucía aseguran que la obra volverá al Central “cuando las circunstancias lo permitan”, el coste de viajes, hoteles y dietas a cargo del contribuyente (que este periódico ha solicitado al Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), sin respuesta por el momento) ya está hecho.

Es cierto que el Teatro Central no fue el único en Andalucía que sufrió estas exigencias. En el mismo fin de semana, el Teatro Alhambra de Granada se veía obligado a cancelar por las mismas razones Poéticas en la sombra, de la compañía sevillana de Manuela Nogales. Un teatro también gestionado por la Junta de Andalucía y con la misma persona como responsable, Manuel Llanes, como director de Espacios Escénicos de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales. A día de hoy Llanes no ha hecho declaraciones a la prensa sobre este asunto.

Ni Cultura, ni Salud

Desde la Consejería de Cultura insisten en que la decisión fue puramente técnica. “Hacemos lo que la Delegación Territorial de Salud diga, que es la encargada de emitir el informe que autoriza o no la celebración de un espectáculo, por eso tenemos cero contagios en nuestros escenarios”, aseguran. “Si otros teatros han podido hacer sus funciones es porque gozaban de ese informe. Aquí se atiende caso por caso”.

El balón está pues, en el tejado de la Delegación de Salud, que sin embargo asegura que sus dictámenes son simples “recomendaciones que se hacen en función de la situación epidemiológica de cada momento, en este caso en Sevilla. Pero no podemos autorizar ni cancelar”, subrayan. “Hay que cumplir las normas de la Orden del 29 de octubre de 2020, donde se regula el tema de aforos, pero en cualquier caso no somos los que autorizamos o no. Si en el caso del Central y del Alhambra el informe no llegó hasta el viernes por la noche, sería porque los trámites no se habían hecho con mayor antelación”.

En todo caso, antes de este fin de semana, con la misma Orden vigente, los informes de aforo habían permitido al Central subir el telón en numerosas ocasiones, pero el sábado cambiaron las tornas. ¿Por qué? ¿Quién decidió que esta vez no sería como las demás? Como señaló Eldiario.es, varias voces corrieron a señalar como causa de la cancelación el deseo de congraciarse con el mundo taurino, que estaba un tanto alterado tras la reducción del aforo de la Real Maestranza a un 12 %, frente al 50 % que solicitaba la empresa Pagés. Si así fuera, la incógnita es si la cancelación de las obras de Sanzol y Nogales ha prestado alguna compensación a los amantes de la Fiesta.

Público penalizado

Lo seguro es que ha provocado la preocupación en un sector que arrastra un año de asfixia económica y que no acaba de ver la luz. Y del público que necesita más que nunca el consuelo del arte -con todas las garantías sanitarias- para sobrellevar esta larga crisis. “Nos sentimos penalizados”, asevera un abonado del Central al tiempo que dice sentirse mucho más en riesgo en el transporte público o incluso en la calle que en su butaca del teatro.

Qué va a suceder a partir de ahora, es la gran pregunta. A nadie se le escapa que otro teatro hispalense de titularidad autonómica, el Maestranza, celebrará el mes próximo su 30 aniversario sin certeza todavía de los espectadores que podrá acoger. En cuanto al Central, este lunes anunciaba en redes la próxima cita de su programación, la propuesta The fluid force of love del célebre Jan Fabre. Dicha entrada viene ilustrada por un vídeo en el que los actores dicen en tono festivo: “¡Nos vemos en Sevilla!”. Si las autoridades lo permiten, claro.      

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