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Por qué las playas de Maro en Nerja han recibido la primera bandera negra por la contaminación de las cremas solares

Imagen de la cala de El Cañuelo |Cedida

Néstor Cenizo

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Cada verano Ecologistas en Acción otorga banderas negras a casi medio centenar de playas españolas. El formato de las banderas, que se acompaña de un informe donde se motivan las distinciones, señala gráficamente los puntos del litoral que sufren la contaminación y la mala gestión ambiental. Las 48 banderas (dos por cada provincia costera o ciudad autónoma) han servido para denunciar vertidos de aguas residuales, la erosión o la destrucción de parajes naturales en los 8.000 kilómetros de costa española. Problemas bien conocidos. Pero este verano, el mapa viene con novedad.

Por primera vez desde que se conceden (hace 17 años), Ecologistas en Acción ha colocado una bandera negra alegando el impacto contaminante de los filtros de las cremas solares. El problema es especialmente acuciante, según los ecologistas, en las playas del Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, en Nerja (Málaga): cuatro pequeñas calas (El Cañuelo, Cantarriján, Alberquillas y El Molino de Papel) y otras menores, escondidas entre pinos e invernaderos en un abrupto paisaje de acantilados a lo largo de 12 kilómetros del extremo oriental de Nerja. Es la única franja costera de la provincia sin urbanizar.

Sobre esta zona recaen hasta cuatro figuras de protección ambiental: el Paraje Natural Acantilados de Maro Cerro-Gordo, una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), una Zona Especial de Conservación (ZEC) de la Red Natura 2000 y la ZEPIM Acantilados de Maro-Cerro Gordo. Y aunque se trata de calas de acceso difícil y limitado, son cada vez más populares; paradójicamente, porque se contraponen al bullicio de las playas urbanas de Torremolinos, Fuengirola o Marbella.

El informe resalta que a la “masificación turística” del verano se añade una morfología de poca anchura protegida por salientes, que impedirían que la corriente renovara adecuadamente las aguas, a las que denomina como “semiconfinadas, con baja movilidad de la masa marina”. “En estas circunstancias, el impacto de los filtros solares que llevan las cremas de protección solar constituye un importante agente contaminante para la biodiversidad protegida de este paraje natural”, dice la organización.

“Un proceso de bioacumulación”

En septiembre de 2021, GENA-Ecologistas en Acción presentó un dossier de artículos de revistas científicas a la Junta de Andalucía, a la que pidió que cerrara estas calas al baño, pero no obtuvo respuesta. “Sabemos que es políticamente incorrecto, porque toca el turismo”, señala Rafael Yus, portavoz de GENA-Ecologistas en Acción en La Axarquía, “pero pedimos a la Junta que consulte a los expertos”.

“En estas playas el agua está casi completamente estancada, y los microcontaminantes se sedimentan, luego se removilizan y vuelven a subir. Finalmente, se produce un proceso de bioacumulación”, alerta Yus, que recuerda que su biodiversidad está protegida como elemento esencial del Paraje Natural de Maro-Cerro Gordo. Entre otras especies, aquí habita una pradera de Posidonia Oceánica y es característico el coral anaranjado (Astroides calycularis).

Entre junio y septiembre del año pasado visitaron El Cañuelo y Cantarriján 49.844 bañistas (que hicieron uso del servicio de lanzadera), según la Memoria anual del Paraje Natural. Asumiendo que cada adulto se aplica un mínimo de 36 gramos de crema solar, que cada gramo de crema solar de las cremas inorgánicas contiene 46 miligramos de dióxido de titanio, y que se libere al mar el 25%, suponen a lo largo de un verano la liberación marina mínima de 20 kilos de dióxido de titanio, con capacidad contrastada para oxigenar el agua, en una estrecha franja de mar de escasa renovación.

Junta de Andalucía: “No hay evidencias del deterioro ambiental a nivel local”

El diagnóstico de Ecologistas en Acción no es compartido por las administraciones. En respuesta a elDiario.es Andalucía, la recién creada Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul explica que la masa de agua del paraje cumple los objetivos medioambientales de la Directiva Marco del Agua y presentó “buen estado” en 2021. “No hay evidencias actuales a nivel local del deterioro ambiental ocasionado por los filtros UV en el espacio en cuestión que pueda justificar la limitación del uso balneario de esta franja costera”.

Existe una incipiente estrategia europea que incluye acciones para limitar o eliminar la exposición de los seres humanos y del medio ambiente a los alteradores endocrinos, pero aún falta la normativa: “Una vez regulado, supondrá una herramienta importante para atajar este problema, no solo derivado de las cremas solares, sino de otros muchos nanocompuestos bioacumulables que llegan a la costa a través de las aguas superficiales y subterráneas”, dice la Administración.

De momento, la normativa española y europea mide la calidad de las aguas basándose en dos parámetros: la presencia o no de e.colli y de enterococos intestinales. “No hay analíticas de los últimos años que muestren un exceso de estos compuestos en esas playas”, dice Paco Franco, director de la cátedra de Ciencias del Litoral de la Universidad de Málaga. La calificación en un reciente estudio de la cátedra es de “excelente”, según estos criterios. Y Franco también resta importancia a la morfología de estas playas: “Estamos en el Alborán, que tiene una influencia muy buena del Atlántico, que lo refresca. No es interior, y no es la manga del Mar Menor”.

Sin embargo, no hay estudios sobre la presencia o no de los elementos que contienen las cremas solares. La única norma europea de control de los compuestos de las cremas solares data de 2009, a pesar de que desde entonces se ha investigado mucho sobre sus efectos. Por eso, Yus recuerda que la ausencia de evidencia no es “evidencia de ausencia”: “Sanidad analiza solo contaminantes de tipo fecal, pero los microcontaminantes no tienen sistema para analizarlos. Son elementos de tamaño nanométrico. Y el hecho es que existen, y está demostrado científicamente”.

La administración autonómica sí aplica restricciones para regular la afluencia en temporada alta y “asegurar la adecuada protección del espacio natural”: vigila la circulación de vehículos y barcos dentro del paraje, hay un servicio de lanzadera en la playa de El Cañuelo y barreras que impiden el paso de coches particulares. “Todo ello supone que la afluencia de visitantes queda de cierta manera limitada al ser de difícil acceso peatonal”. Sin embargo, este mismo verano se han visto lanchas en zonas prohibidas para el fondeo en la cala del Cañuelo y carreras de motos acuáticas en zonas de paso de cetáceos.

El Ayuntamiento de Nerja no ha respondido a los intentos de este medio por recabar su postura.

Protectores orgánicos e inorgánicos

La preocupación por el impacto de las cremas solares no es nueva. Desde hace décadas existe abundante literatura científica que demuestra que, en el caso de las orgánicas, algunos de sus componentes actúan como disruptores endocrinos. También hay constancia de que afectan a la fauna y flora marina: desde el erizo de mar a la posidonia oceánica, pasando por el fitoplacton, base de la cadena trófica marina, tiene efectos sobre sus funciones reproductivas. También contribuyen a la decoloración de los corales. Un estudio liderado por Nona S.R. Agawin, del departamento de Ecología Marina de la Universidad de Islas Baleares, y publicado en Marine Pollution Bulletin, ha demostrado recientemente que la oxibenzona (presente en muchas cremas orgánicas) se acumula en los rizomas de la posidonia oceánica.

Estos estudios ya demostraron hace tiempo los efectos de los filtros solares orgánicos, basados en la oxibenzona, el octinoxato o el homosalato, entre otros. La industria puso entonces en el mercado los filtros inorgánicos, elaborados a partir de óxido de nitrógeno y dióxido de titanio. “Cuando se empezaron a usar no había efectos visibles, pero se producía un efecto de fotorreacción: el sol convertía el agua en agua oxigenada, lo que afecta al fitoplancton. La industria dio a esas partículas un baño de aluminio, pero parece que no es estable y decae”, dice Yus, que ha sintetizado esta literatura científica en varios artículos propios para motivar la bandera negra.

Entre los inorgánicos, las miras están puestas ahora en los que usan partículas nanométricas, mientras que para los inorgánicos de tamaño molecular se reserva un adjetivo balsámico: “Ecológicos”. No hay estudios que demuestren que son dañinos, pero Yus advierte de que “la ciencia va por detrás” y pide aplicar el principio de precaución. Y añade que, en realidad, poco importa: “Si vas a un stand la mayoría tiene filtros orgánicos. Ahora se mezcla con filtros orgánicos, y entre estos, los hay nanométricos y no nanométricos. ¿Tú crees que la gente mira eso?”.

La Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (STANPA) no ha respondido al cuestionario de este medio por estar de vacaciones. En una nota difundida este verano, la patronal dice ser consciente de “la necesidad de diseñar productos y procesos que minimicen su huella ambiental” y resalta que la industria invierte “una media de 307 millones de euros al año (el 3,4% de su facturación anual) en I+D+i”. También que el 55,7% de las empresas han generado nuevas patentes o fórmulas en los dos últimos años.

“La gente necesita protegerse, es indiscutible”, replica el portavoz de Ecologistas en Acción, que ofrece dos posibles soluciones genéricas: “Hacer como se ha hecho siempre” (sombrilla, camiseta, no ir a las horas punta) y una normativa más estricta que obligue al uso de protectores inocuos. “La industria dice que sus productos están biológicamente testados, pero son estudios de encargo y la fiabilidad del resultado se puede imaginar. No se pueden hacer en una caja oscura, sino publicados en revistas científicas y revisado por pares, y eso no lo hacen las empresas”, señala Yus, consciente de que no existe una masa crítica que demande soluciones drásticas ante este problema, como el cierre de unas calas tan populares: “Hay una parte de la población que cree que los ecologistas somos muy mijitas con cualquier cosa que afecte a la naturaleza, pero esto es un ecocidio: estas sustancias se llaman ecotóxicas. No se ve, no se palpa, no se ven los peces muertos, y a la gente solo le convence lo que ve: el Mar Menor. Pero esto no, porque aquí la muerte es mucho más lenta”. 

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