‘Las calesitas del Tardón’: memorias de Triana en un carrusel
‘El tiovivo de Triana’, ‘las calesitas del Tardón’, ‘los cacharritos de San Gonzalo’, ‘el tiovivo de las generaciones’… El Autódromo Infantil León tiene muchos nombres, pero una historia única e inconfundible. Situado en pleno corazón del barrio de Triana, en Sevilla, junto al mercado de San Gonzalo, por el singular carrusel han pasado “por lo menos cuatro generaciones”, rememora Luis León, hijo de su fundador y actual dueño, mientras saca brillo al bólido de carreras naranja.
“¿Cómo va la cosa, Luis?”, pregunta un señor octogenario a su paso por la atracción. “No me puedo quejar, hijo”, responde él con sencillez. Aunque “esto ya no es lo que era”, admite. “Antiguamente, al no haber guarderías, los niños se criaban en la calle”, relata. También la franja de edad de los usuarios que visitan el tiovivo ha cambiado y se ha reducido. “Antes se montaban niños de 9 y hasta 10 años, pero ahora como mucho de 4 o de 5”, narra el propietario.
Viaje 2 euros
Saque fichas en taquilla. Viaje 2 euros. Abono 6 viajes 10 euros. Un goteo de familias que pasean por la zona hacen un alto en el camino para regalar a los más pequeños unos minutos de fantasía en los míticos cacharritos. Mientras el carrusel gira los mayores esperan en los banquitos de madera habilitados en las esquinas o inmortalizan el momento con sus smartphones.
Figuras de todas las épocas componen el elenco. Desde una lancha motora de principios de los 70 a un autobús con figuras Disney del 2000. Una de las que mayor éxito cosecha es el camión grúa, una de las más veteranas. Aunque las favoritas son el camión de bomberos, incorporado en los años 90 y característico por su sirena y sus campanas, y el carruaje de caballos, la única pieza original de los 60.
La estructura y los cochecitos del tiovivo primigenio estaban construidos en madera. En 1975 se llevó a cabo una restauración de todo el conjunto y desde entonces se mantiene el actual. Aunque con el paso de los años se han ido sustituyendo algunas piezas, las incorporaciones más recientes son de principios de los años 2000. Luis las cuida con mimo para no tener que remplazar más. “Las limpio, les retoco los desperfectos, les doy algo de pintura si hace falta”, comenta.
Las vueltas que da la vida
La tradición feriante ha acompañado a la familia de Luis desde los tiempos de su abuelo. Luis León (padre) recogió el testigo, pero por motivos de salud no pudo continuar con el modo de vida itinerante de su antecesor, lo que le llevó a fundar el Autódromo Infantil León “a plaza muerta” (“fijo”, “estático”, en argot feriante) en 1960. Desde que falleciera, hace cuatro años, su hijo, Luis, regenta el negocio familiar. Y puntualiza: “Yo no llevo aquí cuatro años, yo llevo aquí toda la vida. Desde que salí del colegio. Me he criado aquí”.
Y así, de padres a hijos, de abuelas a nietas, se han mantenido desde hace más de medio siglo las conocidas como ‘calesitas del Tardón’. Sus usuarios siguen el mismo patrón. “El 90 por ciento de la clientela viene porque a ellos les montaban sus padres o sus abuelos. Se acercan, me cuentan, me preguntan…”, relata Luis. Por algo lo llaman ‘el tiovivo de las generaciones’.