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Vivir la Historia en Andalucía: otra forma de aprender a través de la experiencia

Un niño diseña un azulejo andalusí en el taller de Arqueorutas | N.C.

Néstor Cenizo

Hay otra manera de aprender la Historia. Complementaria de lo que se aprende en los libros, pero también necesaria. Consiste en mancharse las manos para pintar un azulejo, rescatar de la tierra un hacha de sílex o moldear una vasija. La arqueología experimental va haciéndose un hueco como plan para niños y adultos. En Pasaporte Andalucía hemos hablado con emprendedores de tres pequeñas empresas andaluzas que hacen de la Historia un plan perfecto para el fin de semana.

“Aparte de escucharla, la Historia hay que tocarla y vivirla”, contesta José Antonio Vargas cuando se le pregunta por la base de su proyecto, Arqueoduca. Ellos son tres, empezaron como cooperativa, y pretenden acercar la arqueología experimental a niños y adultos de Málaga. Consiste, a grandes rasgos, en poner en práctica lo que se aprende en los libros. “Si tienes que aprender cómo se hacía fuego lo puedes hacer leyendo un libro o haciéndolo tú”, explica Vargas.

Por eso, el 90% del tiempo lo dedican a la práctica. Su especialidad es la Prehistoria, así que ofrecen talleres de talla lítica, de cerámica neolítica, de pintura rupestre, de fuego y hasta de caza, donde los chavales practican el tiro con arco o con honda. Tienen también arqueódromo, una excavación donde depositan las piezas y que sirve para reproducir cómo se realiza en la práctica un trabajo de arqueología. Todo esto les sirve para mostrar a los niños el valor de la participación colectiva y el apoyo mutuo en la Prehistoria.

También en Málaga está Arqueorutas. Una tarde a la semana, Mari Carmen Guillén y Alberto Ortega enseñan a los chavales a reproducir un ídolo placa o un rosetón románico en un viejo compact disc. Dedican un taller al mes a tratar una época histórica, desde la Prehistoria a la Edad Media, pasando por fenicios, íberos y el Imperio Romano.

El día que los visitamos, una decena de niños se aplican en dar color a un azulejo andalusí. Es la fase final de un trabajo que se basa en la investigación previa y una preparación didáctica, para que la práctica sea amena.

En Arqueorutas hacen también actividades de recreación: en diciembre participaron en la programación del Teatro Romano preparando máscaras teatrales de cerámica y dentro de poco estarán en el Romanorum Festum de Casariche. Así que en una estantería tienen sus ropajes antiguos, las coronas de laurel y hasta cascos que, nos aclara Ortega, son del siglo IV.

Una alternativa al parque de bolas

“La idea es que aprendan, se diviertan y disfruten”, comenta Mari Carmen Guillén, que explica que también organizan cumpleaños para padres que “busquen alternativas al típico parque de bolas”.

Pronto empezarán con la Ruta de Baco, en Alameda, que incluirá una visita al Mausoleo de la Capuchina, un taller para elaborar una lucerna y una degustación de platos romanos. Mari Carmen Guillén explica que la idea es descubrir lugares no tan conocidos y recomienda los yacimientos de La Araña.

Con un nombre muy romano, Sexto Mario, Maribel Gutiérrez se lanzó hace seis años a la didáctica de la historia. Sexto Mario aprovecha que Córdoba es la ciudad de las tres culturas: la islámica, la cristiana y la sefardita, para realizar actividades y recreaciones que pongan de relieve algún personaje histórico de la ciudad, además de colaborar habitualmente con museos y yacimientos arqueológicos realizando recreaciones teatralizadas.

Maribel explica que “lo más moderno” que han hecho ha sido reproducir por encargo un soldado de las milicias de Tarragona, de 1810. Sin embargo, suelen quedarse en épocas anteriores. Por ejemplo, coincidiendo con las Saturnales (la festividad romana en honor a Saturno) en Navidad diseñaron y elaboraron una pupae, las muñecas con la que jugaban los niños romanos. “Hacemos el material en madera, los niños los montan, los visten y hacemos una explicación”, explica Maribel.

Arqueorutas, Sexto Mario y Arqueoduca son tres empresas jóvenes, pero coinciden en que en los últimos tiempos perciben un mayor interés por lo que hacen, tanto por parte de museos y administraciones como de particulares que quieren que sus hijos aprendan la historia viviéndola. Alberto Ortega cree que esa es la mejor forma de aprender: “Estoy seguro de que lo que aprendan aquí no lo olvidarán”. “Funciona porque al fin y al cabo las cosas que prácticas son las que se te quedan. Somos pura curiosidad, desde pequeños a grandes. Y la forma de fomentar la curiosidad es la práctica”, completa José Antonio Vargas.

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