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“Vamos a polarizar mucho”: Vox arrastra al PP de Moreno a un duelo electoral por el creciente voto antiinmigrante

Moreno y Gavira, este jueves en el Pleno del Parlamento.

Daniel Cela

Sevilla —
25 de septiembre de 2025 22:24 h

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Las sesiones de control al presidente andaluz en el Parlamento tienen dos enfoques de cámara: uno recoge el pulso entre Juanma Moreno y el PSOE; y otro ilustra el rifirrafe entre el dirigente popular y Vox. Moreno dedica mucho más tiempo a rebatir y contraatacar a los socialistas en un duelo que reproduce todas las dinámicas de la política nacional, pero lo que verdaderamente inquieta en el PP andaluz, lo que les hace “daño”, es el enfrentamiento paralelo con la ultraderecha.

La razón de esta preocupación es obvia: el PSOE no puntúa al alza en las encuestas de intención de voto, ni siquiera el aterrizaje de María Jesús Montero, vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, ha logrado movilizar al electorado socialista, según los sondeos que manejan en el Palacio de San Telmo. Vox, en cambio, está creciendo en esos mismos sondeos y su crecimiento achica el espacio electoral del PP y amenaza la mayoría absoluta de Moreno, a menos de ocho meses para las elecciones.

“Sí, vamos a polarizar mucho”, ha sentenciado este jueves el portavoz de Vox en el Parlamento andaluz, Manuel Gavira, en su último cara a cara con el presidente andaluz. “Polarizar” es la principal acusación que hace Moreno a la ultraderecha, a los que acusa de connivencia con Pedro Sánchez para estrechar “el espacio político de centro que ocupa el PP”. Ese centro donde, según los expertos, se sitúa la mayoría social y se ganan las elecciones, pero que hoy sufre un corrimiento de tierra global hacia la derecha.

Gavira, lejos de rebatir las acusaciones del dirigente popular, ha repetido esa misma palabra una decena de veces, convirtiéndola casi en un orgulloso lema de campaña: “Sí, polarizar, polarizar, polarizar. En Vox vamos a polarizar mucho”.

Moreno ha salido pitando del Parlamento en cuanto ha terminado la sesión de control y sus acólitos se han quedado por allí, descolocados, sin dar crédito a la intervención que acababan de escuchar. “Esto es de locos”. “Esto es muy grave”. “Esto es muy peligroso”. Hay consejeros del Gobierno andaluz que se preguntan, en voz alta, “¿qué está haciendo Vox para seguir creciendo en las encuestas?”. “Si no hacen nada...”, se lamentaba uno de ellos, este jueves, en los pasillos la Cámara. En realidad, los de Moreno sí conocen lo que está ocurriendo, pero no saben cómo atajarlo.

No saben cómo frenar el avance de Vox sin poner en riesgo el espacio ganado al PSOE en la centralidad política, o el centroizquierda, como se identifica la gran mayoría de andaluces en una comunidad gobernada desde hace siete años por la derecha. Mientras PP, PSOE, Por Andalucía y Adelante Andalucía llevan cada semana al Parlamento un asunto de actualidad distinto –sanidad, educación, medio ambiente, etc–, los 14 diputados de Vox llevan toda la legislatura instalados en un solo tema: la inmigración. Y con una misma estrategia: asimilar machaconamente al PP de Moreno con el PSOE andaluz, afeándole que le haya copiado todas sus políticas.

La inmigración es el gran anatema del PP en las próximas elecciones, autonómicas, municipales y legislativas. Por encima de la sanidad, por mucho que se haya convertido en el principal síntoma de conflictividad social en Andalucía, motivo de movilizaciones multitudinarias, protestas sindicales y una ferviente campaña de las izquierdas para cuestionar la gestión del Ejecutivo de Moreno.

El deterioro de la sanidad pública y las largas listas de espera para lograr un médico ha escalado hasta el segundo problema para los ciudadanos en el CIS andaluz, pero el PSOE–A no logra rentabilizar ese malestar social. Los de Montero, que fue consejera de Salud en los gobiernos de Chaves y Griñán, no están recogiendo el fruto de ese descontento, admiten en sus filas. Por eso, en los despachos del Palacio de San Telmo, la inquietud no llega tanto por la presión de la izquierda, sino de la extrema derecha. “Es la inmigración, el problama gordo es la inmigración”, dicen.

Todas las intervenciones de Vox en el Parlamento andaluz y en sus actos políticos a pie de calle empiezan y terminan con el “problema inmigrante”. La criminalización de los extranjeros –léase, magrebíes, árabes, musulmanes– desde todos los puntos de vista: un problema para la sanidad, para las escuelas, para encontrar trabajo, para la identidad nacional y, por supuesto, para la seguridad.

“¡Quieren llenar Andalucía de moros!”

“¡No nacen niños. Quieren llenar Andalucía de moros!”, le ha dicho hoy Gavira a un impasible Moreno, que en esta ocasión ha ignorado el comentario. La última vez, ante las soflamas racistas de su interlocutor, el presidente de la Junta se descolgó con un “tenemos el corazón asín de grande” para recibir a los menores migrantes no acompañados que el Gobierno envió a otras comunidades para oxigenar el colapso de los centros de acogida en Canarias, algo que motivó a Vox para romper sus gobiernos de coalición con el PP en Castilla y León, Comunidad Valenciana y Murcia.

“Yo no voy a participar en la cacería del inmigrante”, le espetó Moreno a Gavira en aquella ocasión, tras hilvanar un discurso en el que defendió la inmigración “ordenada” y a los inmigrantes como mano de obra necesaria en trabajos “que los andaluces ya no quieren hacer”, como la recogida de fresa en Huelva o los invernaderos de Almería. Pero en Almería y en Huelva, dos provincias donde el PP es primera fuerza, Vox amenaza con sobrepasar al PSOE como segunda fuerza, según las encuestas que maneja el presidente.

La ultraderecha usó aquella intervención de Juanma Moreno –la del “corazón asín de ancho”– para mofarse de él en redes sociales, con un vídeo intercalando titulares de noticias (muchas de ellas falsas) vinculando inmigración con crímenes. Se hizo viral, sobre todo entre los jóvenes, en Tik Tok, y los populares entraron en pánico.

Es una preocupación que se extiende por todo el PP, no sólo en Andalucía. Alberto Núñez Feijóo reunirá a los máximos dirigentes de su partido y a los barones regionales en un cónclave el próximo domingo para presentar su Plan Migratorio en Murcia, que el pasado julio se enfrentó a los disturbios xenófobos en el municipio de Torrre Pacheco, alentados por la extrema derecha, tras la agresión de un vecino por parte de tres jóvenes magrebíes.

De ese foro saldrán los argumentos y las estrategias del PP ante su principal reto político, que no es tanto ganar al PSOE de Pedro Sánchez, como taponar la sangría de votos hacia la ultraderecha. Esa brecha es más letal para Feijóo en las generales que para Moreno en las andaluzas, porque Sánchez puede pactar con todos los partidos del arco parlamentario que abominan de un hipotético Gobierno PP–Vox. Pero Montero, en Andalucía, no tiene con quién pactar a su izquierda, donde tres siglas se disputan un espacio político menguante, y enfrente hay un bloque conservador con 72 diputados, 17 por encima de la mayoría absoluta.

Voces del partido coinciden en que hay que “endurecer” el tono contra los inmigrantes, que no basta ya con subrayar que los datos oficiales, de la Policía o del Poder Judicial, echan por tierra las alarmas racistas que Vox ha disparado en la sociedad, vinculando criminalidad con inmigración. “Sólo el 7%” de los delitos cometidos en Andalucía en el último año fueron cometidos por inmigrantes, muchos de ellos europeos, le respondió Moreno a Gavira en aquel encontronazo parlamentario, que luego Vox viralizó en su contra.

No está funcionando. Los datos, las cifras, el contexto no funcionan, porque aunque los números no acrediten que España y Andalucía tienen un problema de inseguridad relacionado con la población inmigrante, “esa percepción ha calado en algunas capas sociales, tanto entre jóvenes como entre los más mayores, que dicen tener miedo”. Es lo que señalan las encuestas que ha elaborado el PP para buscar pistas de cómo atajar este pulso con la ultraderecha.

Feijóo ya apuntó hace un par de meses en esta dirección, durante una reunión de la Junta Directiva Nacional del PP (Moreno no estuvo presente), donde hizo suya la tesis de la extrema derecha: “Solidaridad sí, pero seguridad también. Para los que llegan, pero también para los que estamos. Los españoles tienen derecho a salir tranquilamente a la calle”, dijo el presidente popular.

Pero éste también es un análisis compartido por el PSOE andaluz que, en menor medida, pierde electorado arrastrado por esos mensajes de miedo al inmigrante, de oleada de extranjeros que llegan a las fronteras, se quedan con el trabajo de los españoles, ponen en riesgo a sus hijas y sus mujeres... La dirección regional ha tenido que mediar con algún alcalde que, en redes o en la prensa local, ha reproducido algunas de estas soflamas xenófobas, convencido de que está calando entre sus vecinos y puede pasarle factura en las municipales de 2027.

Moreno, de momento, no ha cruzado esa línea roja, aunque no le faltan voces a su alrededor sugiriéndole que sea más duro. Sus diatribas con Vox en el Parlamento destilan paciencia, aguante o condescendencia, pocas veces ha ido al choque de trenes con un adversario político que, pasado mañana, puede mutar en aliado, como lo fue de 2018 a 2022, o en socio de Gobierno, si termina perdiendo la mayoría absoluta.

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