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La agonía de la inmobiliaria Nozar: los mecenas del ladrillo piden un perdón de mil millones

Luis Nozaleda habla a los asistentes a la celebración del 25 aniversario de la bodega Enate

Eduardo Bayona

Zaragoza —

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La crisis pandémica ha agravado los efectos que la anterior, la de 2008, tuvo sobre los principales actores del negocio inmobiliario, entre los que destaca Nozar, el grupo familiar de origen asturiano que desplegó en Aragón un más deslumbrante que rentable cartapacio de negocios en el que la construcción, la venta de pisos y las inversiones en otras constructoras como Colonial compartían espacio con proyectos como el golf de gama alta en Sabiñánigo (Las Margas), la nueva gestión de un establecimiento decimonónico como el balneario de Panticosa o la aplicación de ingredientes culturales al vino del Somontano mientras entraba en sectores como el del jamón ibérico salmantino.

La empresa de la familia Nozaleda, fundada hace ahora 40 años y con domicilio social en Madrid, aunque siempre mantuvo estrechos vínculos con Aragón, ya marcó un hito en 2009 al suspender pagos con una deuda de 1.400 millones de euros, diez veces más de lo que marcaba el histórico expediente del Real Zaragoza SAD, en un concurso de acreedores del que todavía no ha llegado a salir.

Esa suspensión de pagos no fue un inconveniente para que hace dos años, y cada uno por su cuenta, los cinco principales bancos del país (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankinter) le prestaran a la constructora, entre créditos y líneas de financiación, algo más de 580 millones de euros (350 el banco de los Botín) para construir 1.300 viviendas en varias ciudades con las que preveía obtener un beneficio de 450 millones.

Esa financiación le llegaba apenas seis meses después de que el Juzgado Mercantil número 2 de Madrid hubiera ordenado a finales de 2018 comenzar de nuevo la tramitación del concurso tras detectar una serie de cuestiones formales en su versión oficial. 

Para entonces, Nozar proponía a sus acreedores que perdonaran, a través de lo que en la jerga jurídica se conoce como una quita, tres cuartas partes de la deuda, con esas promociones inmobiliarias como plan de negocio de futuro en el otro plato de la balanza: las alternativas eran, en la práctica, dar por perdidos el 75% de los créditos (algo más de mil millones) y esperar a ver cómo subían los andamios o, de no aceptar la propuesta, enviar a la empresa a liquidación para ver cómo se esfumaba un volumen todavía superior del dinero pendiente de cobro.

El cuarto puesto en la lista de morosos de Hacienda

El año no acabó del todo bien para la empresa de los Nozaleda, ya que la Agencia Tributaria situaba al cierre del ejercicio como su cuarto principal deudor con un agujero de 215,11 millones de euros, casi 160 más que en el anterior y con una cuantía que solo superaban Reyal Urbis (343,5), Isolux Corsan (329,6) y la asturiana Recuperaciones e Inversiones del Occidente (308,2).

Y el siguiente empeoró con la pandemia, que ha tenido un impacto especialmente intenso en el catálogo de negocios de Nozar: por una parte, el desplome de las rentas ha enfriado el mercado inmobiliario y lo ha concentrado, más si cabe, en las casas de segunda mano, y, por otra, ha azotado con especial dureza otros sectores en los que operaban, ya fuera como vendedores, caso del turismo (Panticosa y Las Margas), o como proveedores con la hostelería (Enate y el jamón de Guijuelo).

Ahora, según adelantó Vozpópuli, Nozar propone a sus acreedores una nueva modificación del convenio que consiste en cobrar un 3% de las deudas en tres años o un 5% en diez, dando por perdido el resto y con un pago completo para paquetes de menos de 25.000 euros, mientras a la Agencia Tributaria, que tiene pendientes de ingreso 103 de los 1.306 millones del pasivo, le plantea liquidar esa cantidad en cinco años con un desembolso de 25 el primero.

Más de mil millones volatilizados

La alternativa para los acreedores es ahora similar a la del planteamiento de 2018: o aceptan esas condiciones, con las que se volatilizarían entre 1.140 y 1.160 millones de euros, o la empresa entra en liquidación, lo que les expondría a cobrar menos todavía, mientras su plan de negocio apunta a unos ingresos de casi 700 millones de euros en el próximo lustro. 

Las cifras no incluyen, como ocurre en todos cualquier concurso de acreedores, las deudas generadas con posterioridad a la declaración oficial de insolvencia, entre la que, a expensas de  activar las células de financiación, ya se incluyen algunos paquetes de entidad como el grueso de los 580 millones de euros en créditos bancarios.

Una de las vías de llegada de ese dinero serían los proyectos inmobiliarios previos a la pandemia. Otra, según adelantó el digital madrileño, se encontraría en la venta de unidades de negocio como Panticosa o Enate.

Aunque, en cualquier caso, explicaron fuentes jurídicas, para que pudiera materializarse cualquiera de esas operaciones de venta sería necesario, además de aparecer un comprador, que a este pudiera interesarle más una transacción previa a la eventual liquidación, que pese al bajo precio suele conllevar la asunción de la deuda viva, que esperar a que pueda producirse esta para hacerse con esas empresas en la subasta judicial.

Las épocas en las que la colección de obras de arte de los Nozaleda se convertía en el eje de exposiciones en el CDAN oscense, aquellas en las que la empresa asumía el patrocinio del Premio de las Letras Aragonesas o y esas otras en las que obras pictóricas y pasajes literarios ilustraban las etiquetas de los vinos de Enate parecen ya formar parte de un pasado cada vez más lejano.

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