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La segunda vida del cuartel Sancho Ramírez: expectativas por cumplir para Huesca

Cuartel Sancho Ramírez de Huesca

Miguel Barluenga

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La segunda vida del cuartel Sancho Ramírez de Huesca, reabierto a comienzos de año tras su cierre a finales de 2016, debería acarrear un sustancial crecimiento para la ciudad. En diciembre se espera que se hayan asentado 700 militares, algunos acompañados por sus familias, y el Ayuntamiento cifra en 20 millones de euros su impacto económico. Los vecinos del barrio donde se ubica, el Perpetuo Socorro, esperan una serie de obras y mejoras prometidas y caídas en el olvido con el paso de los años, como el muy demandado centro de salud. Las perspectivas, aunque halagüeñas, no son todavía realidades.

El aumento de puestos de trabajo, también con la presencia de civiles, puede acarrear una mayor demanda de vivienda. Esta ya existe, numerosas viviendas que pertenecen al Ministerio de Vivienda que permanecían vacías comienzan a ocuparse. El primer cierre, según las estimaciones de entonces, iba a abrir un agujero en la ciudad de 8 millones de euros, y eso que entonces apenas pertenecían al acuartelamiento unos 250 militares y, con este de nuevo en activo, la cifra casi se triplicará. La pandemia también ha detenido infraestructuras previstas. En contrapartida, la presencia de profesionales es ya notoria en las calles de la ciudad.

En el barrio, la primera afección directa se ha encontrado en la prohibición de aparcar en la calle División 52, en el tramo comprendido entre el paseo Ramón y Cajal y la calle San Vicente de Paúl, al tratarse de una zona de seguridad del entorno del acuartelamiento. Además, este perímetro se hará mayor conforme se pongan en marcha nuevos espacios del recinto militar. Los vecinos reclaman la actuación en el centro de salud del barrio, la renovación del firme de calles en mal estado o del parque Joaquín Roig.

El jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra, JEME, Francisco Javier Varela, presidió el pasado 22 de febrero el acto de presentación y destacó “el esfuerzo sinérgico que ha posibilitado el traslado del cuartel general de la división a Huesca”, que inicia de este modo una nueva andadura en el marco de la transformación emprendida por el Ejército de Tierra con el horizonte puesto en 2035, dentro del concepto de “organización orientada a la misión”, que facilita la transición de estructuras orgánicas, dependientes del JEME, a estructuras operativas, bajo el mando del JEMAD.

La División Castillejos engloba a las Brigadas Aragón I, Rey Alfonso XIII II de la Legión, Galicia VII, Guzmán el Bueno X, Extremadura XI y Guadarrama XII junto con el Regimiento de Transmisiones nº 1 y el Batallón de Cuartel General. Estas seis brigadas proporcionan al Ejército de Tierra las capacidades de combate para operaciones tanto nacionales como internacionales. Por su parte, el cuartel general de la División puede desplegarse allí donde sea necesario y cuenta con la capacidad de planear, conducir y realizar el seguimiento de las operaciones que se determinen. En total, la Castillejos encuadra bajo su mando a alrededor de 20.000 militares.

A lo largo de los dos últimos años, se han venido acometiendo diversos trabajos para la renovación y ampliación del acuartelamiento Sancho Ramírez, incluyendo la construcción de una residencia militar y una guardería -en fase muy avanzada-, con el impulso del Ministerio de Defensa y la colaboración de las autoridades locales, provinciales y autonómicas. De este modo, se ha contribuido a materializar la renovada presencia del ejército en Huesca.

El general jefe de la División, Carlos Melero, apuntó que esta aglutina a las seis brigadas de combate “con todo lo que ello conlleva”. Son unidades que van a atender a los compromisos nacionales e internacionales que pueda tener España y, por sus efectivos, es “la mayor organización a nivel de División de todas nuestras fuerzas armadas”, aseguró Melero.

El objetivo final de esta reestructuración es que el Ejército sea “más rápido” en sus respuestas, lo que conlleva “no tener una composición fija, sino unas capacidades que permitan pasar de una estructura organizativa a otra operativa”. Según el ejército, el impacto económico de los tres años de acondicionamiento del Sancho Ramírez, con obras por valor de unos 15 millones de euros y realizadas en su mayoría por empresas locales, debería apuntalar la llegada de nueva población a la capital.

El cierre del cuartel Sancho Ramírez sumió en la incertidumbre a Huesca y a los vecinos del barrio donde se asentaba. La entonces ministra de Defensa, la popular María Dolores de Cospedal, realizó el anuncio en 2017. Había justificado su clausura por motivos de “ahorro y eficacia organizativa”. En todo caso, el mantenimiento del cuartel costaba unos 700.000 euros al año y esta cantidad se multiplicará ahora.

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