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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

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“Acción Ciudadana”, memorias del fascismo en Zaragoza

Miembros de Acción Ciudadana, con el brazalete blanco como distintivo. Agosto 1936.

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El Gobierno de Aragón ha decidido derogar la ley sobre Memoria Democrática. Como fecha de inicio de la tramitación se marcó un significativo 20 de noviembre, dejando claro que unos ponen los “mártires” y otros los sedimentos en cunetas y vertederos. Pero se hace difícil decretar olvido cuando las calles se alborotan por cierta “ciudadanía en acción” empeñada en repetir historias. Aunque farsa, traen recuerdos de otros tiempos.

Fantasmas del pasado

“Acción Ciudadana” fue un grupo paramilitar surgido en Zaragoza a los pocos días del golpe de julio de 1936. Desde el primer momento, los militares implicados fueron conscientes de la necesidad de contar con el apoyo de la población civil para reprimir a la izquierda en una ciudad tan levantisca. 

Ya en agosto de 1920 un centenar de jóvenes, en gran parte estudiantes, se había ofrecido bajo idéntica denominación para sustituir a los trabajadores municipales en huelga. Parece que los vínculos permanecieron  y aquellos estudiantes ya maduros tenían una posición que defender. Acción Ciudadana aglutinó a elementos pequeño burgueses, profesionales, docentes universitarios, parados y desclasados en busca de la paguita que semanalmente destinaba el Banco de Aragón; y sobre todo, militares retirados por la “ley Azaña” que, resentidos, encabezarían el mando de las distintas secciones. Como jefe supremo, el coronel Francisco Barba, que acabaría de consejero en CAMPSA.

Una red de alternativa de cuarteles

Acción Ciudadana se estructuraba en ocho secciones, cada una con sede propia. La “Sección móvil” se hallaba en el frontón Aragón, hoy el bloque de edificios que delimitan las calles de Albareda y Bilbao. Por señalar algunos centros: la sección Primera estaba en el colegio de San Felipe, ubicado en el palacio de Argillo; la sección Cuarta en el Cine Goya; la Sexta en la fábrica del avispado fabricante de telas Francisco Madurga, en el paseo de Sasera, actual de las Damas; y el colegio Joaquín Costa fue gustosamente puesto a disposición de la sección Octava por su director, Pedro Arnal Cavero. El seminario de San Carlos y el complejo recreativo Iris Park, antiguo cine Fleta, fueron también puntos de congregación. No pocos propietarios e instituciones zaragozanas mostraban así su conformidad al golpe   

De la propiedad hacia Dios

La prensa de la época nos ha dejado testimonio de su organización y actividades. En la sección Sexta, cerca de 500 paisanos al mando del teniente coronel de artillería Fernando Cuervo, se sometían a un “régimen de rigurosa disciplina militar” a la hora de realizar tareas sanitarias, administrativas y de “custodia de conventos”. Por tratarse de uno de los mejores barrios de Zaragoza “no es extraño encontrar de centinela a un Ingeniero, o de ver protegiendo un tranvía de Torrero a cualquier acaudalado propietario o acreditado industrial” (El Noticiero, 5-VIII-1936). 

Custodiar la propiedad era una de las encomiendas primordiales de los escuadrones de Acción Ciudadana. Las informaciones publicadas sobre la sección Octava destacan la “protección a grandes industrias enclavadas en la demarcación”. Ahora bien, cuando se trataba de la hacienda ajena, no dudaban en actuar como cuatreros: “en los primeros días del movimiento se trajo de Alagón una importante partida de ganado, hecho realizado en criticas circunstancias” (El Noticiero, 12-VIII-1936). Estos “pecadillos” contra el séptimo mandamiento tenían rápido enjuague en las numerosas misas y demostraciones de fervor católico. 

A Dios rogando y con el gatillo apretando

Pero sin duda, su misión fundamental fue la de montar patrullas, registros y detenciones. Y para ello eran debidamente adiestrados, aunque su aspecto fuese un tanto astroso. La prensa recoge cómo los afiliados de la Sección Primera, al mando del comandante Vicente Laguna Azorín, recibían formación “en el manejo las armas” e instrucción militar: “formaron en la plazuela de San Felipe, frente a la iglesia en seis largas y apretadísimas filas” (El Noticiero 11-VIII-1936)

En el Sector Cuarto se fundó un grupo de choque llamado “Los leones” que son los primero que salen voluntarios para los servicios que encierran algún peligro“ (El Noticiero, 2-VIII-1936) Y hasta la ”sección de peques“ en el frontón Aragón hacía entrenamientos como la soldadesca.

Un “interesante ensayo de movilización”, así lo califica Heraldo de Aragón, tuvo lugar la madrugada del 24 de agosto de 1936, en el que “más de dos mil personas”, entre fuerzas de seguridad, falangistas y miembros de Acción Ciudadana, “ocuparon totalmente el barrio de las Delicias”: una por una fueron registradas todas las casas del barrio”. En las seis horas que duró la operación, sesenta personas fueron detenidas. 

Sección femenina

Y mientras los hombres salían de caza, las mujeres se afanaban en sus labores. Al igual que otras cuadrillas armadas, Acción Ciudadana creó su propia sección femenina. Uniformadas de camisola, falda y boina oscuras; cinturón y banda blancos, este ajedrezado de damas, esposas e hijas de lo mejor de cada casa,  desfilaba por las calles camino del Pilar a rogar por sus caídos.

Entre sus cometidos, el denominado “Día del plato único” fue el de mayor relevancia propagandística. Cada quince días, las “abnegadas, constantes y patriotas señoritas” de Acción Católica, junto a niñas falangistas, “Margaritas” (sección femenina del Requeté) y de Renovación Española, salían a recaudar guita para los “hermanos que necesitan nuestro auxilio económico” (El Noticiero, 15-I-1937).  A tal efecto se montó una comisión, regida por Emilio Laguna Azorín, presidente del Centro Mercantil. 

Pero como la caridad consiste en comprar sémola a los pobres para darse homenajes los ricos, no pudo faltar la “Fiesta dedicada a las señoritas recaudadoras del Plato único” (Hoja Oficial del lunes, 25-I-1937). A la cuchipanda celebrada en el Centro Mercantil asistieron 696 personas para “disfrutar de una exquisita merienda”; sesión jotera, a cargo de José Oto y Cecilio Navarro; y jocosas coplillas de Gregorio García Aristas dedicadas a las “bellas recaudadoras”:

“Me dirigí a una muchacha 

de las de Acción Ciudadana 

y me hizo una mala acción,

porque me dio calabazas. “

Y mientras las risas llenaban los salones del Centro Mercantil, las descargas seguían sonando en los muros del cementerio de Torrero. 

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