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El Leviatán de la política es la misma política y si bien es cierto que Maquiavelo ya en “El Príncipe” desgrana una forma de humillar y ser humillado, también esgrime y regala a Lorenzo de Médicis todo su conocimiento y lo hace con estas palabras: “No he encontrado entre mis cosas nada más querido ni más estimado que mi conocimiento sobre las acciones de los grandes hombres, adquirido a través de una amplia experiencia de las cosas modernas y una repetida lectura de las antiguas”.
Me sirven estas palabras y el mito de Leviatán para analizar lo que ha sucedido desde el 20 de diciembre hasta hoy, cuando nos encontramos a tan solo unas horas de unas nuevas elecciones en España, ese país preso de su propia historia: desgraciadamente a España su historia no le ha hecho más libre, porque el miedo a aquellas dos Españas que el franquismo nos dejó como fatal herencia, nos sigue acompañando y tenemos muertos en todas las cunetas y heridas en los ojos que siguen brotando.
Sin embargo nadie puede robarnos nuestros cuarenta años de democracia, porque ese es el gran legado que vamos a dejar a las generaciones venideras. Yo nací en un país dictatorial, gris, un país asustado, aislado, un país sin lectura, ni cultura, un país sin política, sin opinión, un país dormido por el miedo; sin embargo mis hijas no. Mis hijas nacieron en un país libre, un país en democracia, en el que su abuelo era diputado en el Congreso por un pequeño partido (CHA) y, con la rabia de las necesarias y luchadoras minorías, mandó a la mierda a un puñado de congresistas del PP. Jamás estuvo orgulloso de ello, porque en ese instante él se supo Leviatán de la política y él admiraba la política y la amaba, casi tanto como la vida.
En estos meses, los que se han sucedido desde el 20 de diciembre hasta hoy, hemos vivido el fracaso de la política, porque es un fracaso, y así hay que nombrarlo, que aquellos que tuvieron posibilidad de pacto fueran incapaces de llegar a él, y no llegaron porque andaban defendiendo unas siglas que son sin duda el gran verdugo de nuestra sociedad. Hemos vivido meses de mentiras, meses de insultos, meses de campañas de unos contra otros, meses de usurpaciones, meses en los que todo parecía valer, meses de resaca, de ruido, de conspiraciones, de falsas informaciones, de informaciones utilizadas para humillar, para traicionar, para volar sobre nuestro particular nido del cuco.
Considero a España un país adulto y solo deseo que tras el 26 de junio, y se constituya el Gobierno que sea, seamos capaces de empezar a desarrollar futuro, entendiendo que hay que cerrar las heridas del pasado, pero que no sirve hacerlo en falso, sino con la valentía que exige la democracia y la libertad; que seamos capaces de entender que España es un país lleno de singularidades y que inevitablemente, y desde el diálogo y el respeto, hay que avanzar hacia el confederalismo; que seamos capaces de ganarle la batalla a la ignorancia y queramos a nuestra mujeres y a todas aquellas personas que desde la diversidad dignifican la vida y la enriquecen; que seamos capaces de volver a ser cultura, vanguardia en investigación, trabajo, solidaridad, justicia, igualdad, tolerancia y fraternidad.
Ojalá a partir del 27 de junio la política deje de ser el Leviatán de la propia política.
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