“Solo pedimos cinco centímetros de asfalto”: los vecinos reclaman la mejora urgente de la carretera A-125
“Cada vez que conduzco por la A-125 me juego la vida. No es una exageración: los baches, los socavones y el tráfico pesado convierten estos diez kilómetros en una auténtica trampa”. La queja de Heriberto Banzo, vecino de Biscarrués, resume el sentir de una zona que lleva años reclamando la mejora de esta vía autonómica entre las localidades de Ayerbe, Biscarrués y Ardisa, clave para la conexión entre las comarcas de la Hoya de Huesca y las Cinco Villas. Su demanda es modesta -“cinco centímetros de asfalto”, dice-, pero refleja un malestar creciente ante lo que se considera un abandono institucional prolongado.
El proyecto de ensanche y mejora del tramo entre Ayerbe y Ardisa está redactado y listo para licitarse, pero continúa sin partida presupuestaria. Fuentes del ejecutivo autonómico señalan que “la parte que no está en el Plan Extraordinario de Carreteras está previsto que se licite en 2026” una vez que se terminen de perfilar y se aprueben los presupuestos de la Comunidad para el año próximo. El Gobierno de Aragón sostiene que la renovación de la A-125 “se intentará agilizar al máximo” una vez que se disponga del proyecto técnico definitivo. También recuerda que el Plan Extraordinario de Carreteras, elaborado por el ejecutivo anterior, incluye la renovación solo hasta Erla, y deja fuera precisamente el tramo más deteriorado.
La A-125 enlaza la localidad oscense de Ayerbe con la comarca zaragozana de las Cinco Villas. Sin embargo, el tramo de apenas diez kilómetros entre Ayerbe y Ardisa se ha convertido en uno de los puntos negros de la red autonómica: baches, grietas, falta de arcén y señalización deficiente son constantes. En días de lluvia, el mal drenaje provoca acumulaciones de agua que aumentan el riesgo de aquaplaning.
En marzo de este año, un camión se accidentó en este tramo entre Ayerbe y Losanglis. Para los ayuntamientos afectados, aquel siniestro volvió a evidenciar la urgencia de acometer las obras de mejora. “Llevamos más de un año desde la movilización del 10 de diciembre de 2023, cuando cientos de vecinos salimos a la carretera para exigir una intervención inmediata, y desde entonces el firme no solo no ha mejorado, sino que está peor”, señalaron los alcaldes en un comunicado conjunto.
Los consistorios recuerdan que el Gobierno de Aragón no ejecutó en 2023 la partida de 100.000 euros destinada a actuaciones de seguridad en esta carretera, y que en 2024 volvió a suceder lo mismo. “Esta falta de inversión pone en riesgo la vida de quienes circulamos por aquí a diario”, denuncian. La vía soporta un tráfico intenso, con numerosos vehículos pesados ligados a la actividad agroindustrial de la zona, lo que acelera su deterioro.
La primera movilización de diciembre de 2023 reunió a más de 300 personas en Biscarrués. Los manifestantes reclamaron la inclusión de las obras en los presupuestos autonómicos y denunciaron la exclusión del tramo Ayerbe-Ardisa del Plan Extraordinario de Carreteras. “Tras muchos años se había conseguido redactar un proyecto para arreglarla e incluir una partida inicial, pero con el cambio de gobierno esa cantidad se reasignó y el proyecto se tambalea otra vez”, lamenta la alcaldesa de Biscarrués, Lola Giménez.
El alcalde de Ardisa, Jesús Torralba, insiste en que el olvido de su municipio -85 habitantes censados, apenas 25 en invierno- es parte de un problema estructural. “La escasa población hace que muchos pueblos caigan en el olvido para las administraciones”, afirma. Aun así, subraya, el pueblo mantiene servicios básicos con esfuerzo: médico, bar, tienda… incluso pagan al panadero de La Peña para que lleve el pan una vez por semana. “Con lo que cuesta mantener el territorio vivo, lo mínimo es poder llegar a él con seguridad”, resume.
Ardisa multiplica su población en verano, alcanzando los 300 residentes, pero la carretera sigue siendo una barrera. Torralba reclama no solo la reparación del firme, sino también una apuesta por el potencial turístico del entorno. “Nuestra zona es la gran desconocida de la comarca”, lamenta.
El proyecto de mejora de la A-125 figura en los planes autonómicos desde hace más de una década. Su renovación completa, desde el límite con Navarra hasta Ayerbe, estaba incluida en el Plan General de Carreteras 2013-2024, aprobado por el gobierno de Luisa Fernanda Rudi (PP). Sin embargo, los posteriores no lo ejecutaron.
En mayo de 2022, el ejecutivo anterior que encabezaba el socialista Javier Lambán, encargó la redacción del proyecto de acondicionamiento del tramo Ayerbe-Ardisa, con una inversión prevista de seis millones de euros y un plazo de ejecución de 18 meses. La previsión era iniciar las obras en 2023 y finalizarlas entre 2024 y 2025. Nada de eso ocurrrió.
Durante 2024, las Cortes de Aragón han debatido sobre esta infraestructura. En noviembre, la Comisión de Fomento aprobó por unanimidad una proposición no de ley de Chunta Aragonesista que instaba al Gobierno a impulsar la mejora de la carretera, “tanto en las condiciones del firme como en los elementos de señalización, balizamiento y defensa”. El diputado de CHA Joaquín Palacín recordó entonces que el tramo “forma parte del eje vertebrador entre La Galliguera y las Cinco Villas, fundamental para la seguridad vial y la economía local”.
El parlamentario del PP Antonio Romero aseguró que el proyecto estaba concluido y listo para licitarse, tras finalizar los estudios arqueológicos requeridos. Desde el PSOE, la diputada María Rodrigo criticó que, pese a los anuncios, “no se conoce nada del proyecto ni se ha ejecutado la partida de 100.000 euros prevista”. Vox calificó de “impresentable” la falta de actuación, y desde Aragón-Teruel Existe, Tomás Guitarte pidió un “esfuerzo real” para garantizar la accesibilidad del territorio.
A pesar de ese consenso parlamentario, la propuesta socialista para ejecutar las obras por vía de urgencia fue rechazada en pleno por PP y Vox, con la abstención del PAR. Según el gobierno autonómico, el proyecto “no estaba terminado” y debía ser supervisado antes de su licitación.
Mientras las instituciones discuten sobre los plazos y las partidas, los vecinos de la zona conviven con una carretera que califican de “peligro permanente”. Los alcaldes advierten que el mal estado del pavimento, la estrechez de los carriles y la ausencia de arcén o señalización suponen un riesgo para todos los usuarios, incluidos los escolares que cada día utilizan el transporte público para desplazarse a los centros educativos.
La A-125 es, además, un eje estratégico para la economía de la comarca. El transporte agrícola y ganadero depende de esta vía, al igual que el acceso a los polígonos industriales de Ayerbe y Biscarrués o a los enclaves turísticos del entorno del río Gállego. Su deterioro, señalan los consistorios, “resta competitividad y desincentiva la inversión”.
La última reunión de los alcaldes de Ayerbe, Biscarrués y Ardisa con el director general de Carreteras, Miguel Ángel Arminio, se celebró hace meses. En ella, trasladaron la “situación insostenible” de la vía y pidieron su inclusión en los presupuestos. La respuesta fue ambigua: sin cuentas autonómicas aprobadas, la obra “quedará en el limbo”.
Desde los plenos municipales, los tres ayuntamientos han aprobado mociones instando al ejecutivo aragonés a “adoptar de inmediato las medidas necesarias” para garantizar la seguridad en el tramo Ayerbe-Ardisa. La demanda es compartida por todos los grupos políticos locales, que piden que las promesas parlamentarias se traduzcan en actuaciones concretas.
El malestar ciudadano ha reactivado la posibilidad de nuevas movilizaciones. “En diciembre se cumplirán dos años desde la protesta de 2023 y todo sigue igual o peor. Si no hay un compromiso firme, volveremos a salir a la carretera”, advierte Heriberto Banzo. “Nos hablan de apostar por el mundo rural, pero ¿cómo se puede vivir en un pueblo al que casi no se puede llegar?”, concluye.
Los alcaldes afectados consideran que esa exclusión es injustificada. “Somos el final del trayecto y el principio del olvido”, resume Jesús Torralba. “Esta carretera no es solo una vía de paso: es la arteria que nos conecta con todo”. Mientras tanto, los vecinos siguen esperando esos cinco centímetros de asfalto que, como resume Banzo, “no son un lujo, sino una cuestión de supervivencia”.
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