Estas son las piezas ‘perdidas’ del tesoro del Monasterio de Sijena
Son todas las que están pero no están todas las que son. Entre las piezas devueltas el pasado lunes por el Museo de Lleida al monasterio de Villanueva de Sijena se cuentan 43. Se esperaban 44. Y se siguen esperando. El presidente aragonés, Javier Lambán, lo tilda de “negligencia” y la consejera de Cultura, Mayte Pérez, de “provocación”. Falta uno de los bienes que aparecían en la sentencia del 8 de abril de 2015 dictada por el juzgado de primera instancia en instrucción de Huesca. Se sabe dónde está y quién la tiene; falta por conocerse cuándo regresará a Sijena.
El tesoro por el que el Ayuntamiento de la localidad y el Gobierno de Aragón litigan con la Generalitat de Catalunya desde 1996 se cifra en 97 piezas. 51 se devolvieron en julio del año pasado, así que se echan de menos dos más declaradas oficialmente como “extraviadas”. De ambas no se tienen noticias. ¿Cuáles son estos tres bienes perdidos? La situación supone más gasolina para un incendio que todavía tardará en extinguirse puesto que el litigio por otras obras de arte sacro permanece encendido.
La pieza que se echa en falta mientras los técnicos del Gobierno de Aragón evalúan en Sijena el estado de conservación, precario en muchos casos, de las 43 obras, es una pintura en tela de Inmaculada Concepción de María que data del siglo XVIII. Es la número 255 del inventario y se tienen numerosos datos acerca de ella. El principal, que se encuentra en algún punto del Palacio Episcopal de Lleida.
Según el director del Museo de Lleida, Josep Giralt, la pintura “se perdió” durante unas obras en 2012. En los próximos días, técnicos del museo buscarán la pieza en las dependencias del obispado de Lleida y, cuando la encuentren, la entregarán “al juzgado de Huesca para que la pueda incorporar al resto de la colección”. Fuentes próximas a la Diócesis de Lleida confirman su ubicación pero añaden que “no se encuentra en muy buen estado” como producto de años de olvido y dejadez.
Vendida por las monjas en 1983
Esta Inmaculada Concepción, cuyo autor es desconocido, mide 119 x 96 centímetros, corresponde al número 26 del listado del documento de compraventa de los bienes procedentes del monasterio de Sijena del 28 de enero de 1983 y de la escritura pública de esta compraventa, el 22 de abril de 1983. En 1970 ingresó en el Museo de Lleida. Las monjas de la orden de San Juan de Jerusalén se trasladaron a Valldoreix (Barcelona) y las obras se depositaron en la Diócesis de Lleida. Las monjas las vendieron entre 1983, 1992 y 1994 en tres operaciones declaradas nulas de pleno derecho por la Justicia.
El camino de esta pintura ha sido azaroso. En 1936 ingresó en el Museo del Poble y fue devuelto a Sijena en 1948 antes de su segunda salida de 1970. En su lugar, los técnicos del Gobierno de Aragón recibieron un fragmento de alabastro de uno de los retablos, que no figuraba en la sentencia judicial pero sí en la lista de bienes que se adquirieron en 1983.
El MNAC vuelve a cobrar protagonismo
¿Y las otras dos obras perdidas? La Generalitat de Cataluña entregó en julio de 2016, y en cumplimiento parcial de la sentencia que le obligaba a devolver las 97 en total, 51 piezas que desde enero pueden visitarse en Sijena. Faltaban dos frontales de altar tejidos a mano. Se echan en falta tres obras más. Una, especialmente valiosa, es un portapaz de 1400 de 10,5 centímetros de alto que contiene una reliquia de la túnica de Cristo, está tallado en nácar y presenta tres piedras preciosas encastadas: dos zafiros y un rubí morado. Se perdió su pista en 1991, durante la remodelación del actual Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Se encontraba en la caja fuerte del museo y esta no fue forzada.
Otros de los bienes desaparecidos son las pinturas murales del ábside de la iglesia del monasterio y la pintura mural que representa el Juicio Final. El proceso, lejos de terminar con los 43 bienes devueltos esta semana, seguirá dilatándose en el tiempo. El litigio con el MNAC permanece vivo en el juzgado de primera instancia número 2 de Huesca y se refiere a las pinturas murales del siglo XIII de la sala capitular. Son aquellas que el experto en arte Josep Gudiol compró durante la Guerra Civil por 4.000 pesetas cuando el monasterio ardió. Las restauró en su estudio y desde 1961 se exponen en el MNAC. La sentencia, de julio de 2016, obligaba a su inmediato traslado a Sijena y el Museo ha aludido siempre a su delicado estado para desaconsejar el transporte.