Ceresuela: la localidad que vuelve a la vida a través de la página de un libro
La lucha contra la despoblacion se puede desarrollar desde muchos ámbitos. También, desde la cultura. La concienciación sobre este grave problema pone de acuerdo a actores políticos, sociales y de la cultura. Se puede articular desde un libro, un blog o un artículo en los medios de comunicación. Es la labor que lleva emprendiendo desde hace varios años el oscense Cristian Laglera. Su última misión es honrar la memoria y, en cierto modo, devolver la vida a la localidad de Ceresuela. Para ello ha emprendido una campaña con la que busca contactar con antiguos vecinos y familiares para dar forma a un volumen.
Se trata de una población de la comarca de Sobrarbe abandonada en la década de los 60 y que llegó a contar con 150 habitantes a comienzos del siglo XX. Anegada por la maleza, Ceresuela se halla en una ruina absoluta. Aun así, pueden encontrarse vestigios de lo que fue. Como casa Quílez, con una hermosa chimenea cilíndrica que se resiste a caer y que es la única que se aguanta en pie. El inmueble que ha dado origen a la idea de Laglera es la ermita de San Cristóbal, que no encontró hasta su tercera visita.
Se encuentra enfrascado en estas lides desde el año 2005. “Después de publicar una trilogía que englobaba todos los pueblos deshabitados de la provincia, me apetecía profundizar un poco más por medio de monográficos en alguno de estos pueblos”, explica el autor. ¿Por qué Ceresuela? “Es un despoblado que siempre llamó mi atención y recientemente varios de sus antiguos habitantes me ayudaron a localizar los restos de una ermita -San Cristóbal- que se me resistía. Por diversas circunstancias contacté con varios de sus antiguos pobladores y me pareció una buena idea dedicarle mi próximo trabajo”, relata.
La única manera de acceder a Ceresuela es a través de una pista forestal de siete kilómetros desde la localidad de Fanlo y a bordo de un todoterreno. Eso, si no ha llovido. Su historia, para no caer en el olvido, se reflejará en las páginas impresas de un libro. “Bueno, nosotros vamos a intentar poner nuestro granito de arena para que Ceresuela tenga su propio libro, y de esta manera dejar un recuerdo escrito. Sé que no es mucho, pero es lo único que está en mis manos”, continua Laglera.
El proyecto acaba de empezar, “pero ya he tenido varias entrevistas con algunos de sus antiguos habitantes. La gente del pueblo se va a volcar, no tengo duda. Recientemente publiqué otro monográfico sobre el despoblado de Huértalo y la respuesta fue inmejorable. Además, es que necesito sus testimonios, sus recuerdos, sus historias, para poder armar un trabajo atractivo y a la vez férreo”. Estas piedras antiguas no quieren ser solo piedras, sino que “hay mucho más detrás de ellas. En estos pueblos destruidos hubo muchas vivencias, mucho trabajo, el sudor de mucha gente; aquí estuvo su vida. Mucha gente nació, vivió y murió en estos pueblos, y eso merece todo mi respeto”.
A Laglera le mueve a descubrir y reivindicar estos núcleos abandonados “la nostalgia de una forma de vivir que se fue y no volverá. Y también la obsesión de que no se pierda el recuerdo de todos estos pueblos que hace apenas medio siglo, o un poco más en algunos casos, todavía estaban vivos”. Por qué hay tantos en el Alto Aragón? No hay una respuesta sencilla: “Este es un tema muy complejo. Hubo gran cantidad de factores decisivos en el abandono de todos estos lugares: repoblaciones forestales, pantanos, falta de servicios básicos de primer orden (luz, agua, médico, escuela…), la llegada de la industrialización, el aislamiento al que estaban sometidos algunos pueblos…”.
El estudioso cuenta con un archivo en el que, si se suman pueblos y aldeas, aparecen más de 300 referencias. Más de 400 si se añaden las pardinas. A los 27 años visitó por primera vez un pueblo abandonado, Puy de Cinca, y desde entonces ha acometido la tarea plenamente consciente de que le llevará “años”.
Entre 2014 y 2015 publicó tres libros con la editorial Pirineo en los que segmenta el trabajo de los despoblados por comarcas: Ribagorza y Litera el primero; Alto Gállego, Jacetania y Hoya de Huesca el segundo y Sobrarbe y Somontano de Barbastro el tercero. El otro foco de interés de su labor se lo llevan las ermitas, con cuatro tomos editados entre 2017 y 2019. Su último libro, Huértalo, el pueblo que fue, salió a la venta en junio de este año. Asimismo, mantiene activa la web 'Despoblados en Huesca'.
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