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Maximiliana, un teléfono móvil para romper barreras y aumentar la comunicación con las personas mayores

Maximiliana utilizando el teléfono

Naiare Rodríguez Pérez

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Las personas mayores muchas veces se sienten parte de todo y parte de nada. Están lejos de todas las innovaciones tecnológicas y dejan de entender el mundo, ya que dista mucho del que ellos conocían y en el que crecieron. Todo ello repercute de manera directa en sus relaciones, en su comunicación y en su forma de sentir, en la que aumenta la soledad y la desconexión con los demás. Incluso hasta con sus propias familias. 

Aun así, sigue habiendo ideas, campañas y esfuerzos en frenar todo ello. Esto le ocurre a Jorge Terreu, un ingeniero electrónico de 23 años que encontró en su deseo de comunicarse con su abuela Maximiliana durante su Erasmus en Francia hace dos años, una oportunidad para digitalizar, adaptar y facilitar las relaciones entre toda la familia.

“A veces tenía la suerte de que acertaba a cogerlo, pero muchas se le hacía complicado. Como estudié ingeniería informática pensé en montar un prototipo de móvil que cuando yo la llamara se contestara automáticamente sin estar pendiente de darle al botón rojo o verde”, explica.

Durante este tiempo lo ideó y ahora, este joven es uno de los creadores del teléfono móvil Maximiliana, un dispositivo totalmente automático que lleva el nombre de su abuela materna, que permite a los más mayores mantener un contacto estrecho sin complicaciones con otros miembros de la familia y que actualmente da servicio a más de 300 usuarios de toda España. En la pantalla de este dispositivo aparecen las caras de sus contactos más cercanos, las cuales aumentan su tamaño cuando estos están intentando ponerse en contacto con el usuario sin ser necesario tocar la pantalla para colgar y descolgar por su parte.

Antes de tener el producto final, Jorge desarrolló un prototipo funcional probado por su abuela y con el que vio de “manera natural que ella se sentía mucho más cómoda que con su teléfono habitual”, algo que lo llevó a plantearlo como proyecto final. La puesta en marcha costó varios meses, pero, como surgió durante el estallido de la pandemia, este ingeniero donó cinco dispositivos al Hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza antes de contar con sus primeros clientes oficiales con el único objetivo de “ayudar y facilitar”.

Según comparte Terreu, todo fue avanzando y creciendo hasta el punto de conocer a gente muy diversa, entre ellos, un inversor cuya ayuda reforzó el equipo de trabajo con nuevas incorporaciones y que planteó un dispositivo más completo y autónomo. Para él, algo importante era que “el usuario, que tiene una media de 84 años, pudiera elegir y el dispositivo no fuera siempre una obligación”.

Asimismo, el usuario más mayor que con el que han contado era una persona de 105 años, que vivía en una residencia y de movilidad estaba “muy deteriorada”. Por lo tanto, y como a nivel cognitivo estaba “estupendamente”, este dispositivo le permitía ver a sus hijos y nietos, así como “disminuir esa sensación de soledad rompiendo las barreras impuestas por la edad y la tecnología”.

“Hay una separación de dos mundos. Por un lado, está el tecnológico y virtual que sigue creciendo desde hace años y, por otro lado, el de las personas que nacieron en un momento en el que esto no era predominante y ahora no se las tiene en cuenta. Yo creo que las innovaciones se dirigen a la mayoría dándose por hecho de que todo el mundo sabe manejarlas”, señala este joven respecto a la separación que existe entre las personas de la tercera edad y los dispositivos.

Con este tipo de aplicaciones, la sensación de realización y de integración puede aumentar, ya que se consigue que estas personas, que tradicionalmente están alejadas del mundo tecnológico, puedan manejar de manera independiente ciertos aparatos que se adaptan también a sus necesidades y alcance. Este móvil, por ende, busca permitir la comunicación entre familias y aumentar el tiempo que se pasa en contacto con ellas disminuyendo de manera proporcional la soledad.

No solo llamadas, también geolocalización, recordatorios y emergencias

Este dispositivo no solo permite realizar llamadas o videollamadas. Entre sus funcionalidades, cuenta con una geolocalización, una llamada de emergencia y un recordatorio, aunque desde el equipo están estudiando trabajar con tecnología NFC que permita comprar alimentos básicos acercando este móvil al producto y tarjeta.

Para controlar estas otras posibilidades, debe haber un responsable que pueda acceder al panel de control y ver la batería que le queda al móvil y la ubicación, entre otros. A su vez, se pueden mandar mensajes que aparecen automáticamente en pantalla y que se escuchan en alto. “Yo, por ejemplo, le mando besos a mi abuela y le digo que la quiero mucho”.

En cuanto al tema de la audición, Jorge Terreu admite que “tienen en cuenta este problema transversal”, el cual atajan con dispositivos que se descuelgan en altavoz y con el volumen al máximo desde el principio “sin opción a que se baje o se escuche por el altavoz interno”. Para los casos más específicos y agravados, desde Maximiliana están probando con dispositivos que funcionen como altavoces y proporcionen “una mayor claridad de la voz”.

“También queremos que el teléfono pueda identificar los comandos de socorro, auxilio, ayuda o me he caído. Es decir, que el móvil interprete las situaciones de emergencia y active la llamada sin necesidad de tener contacto”, añade sobre su trabajo en el presente y con una vista al futuro que emociona, tal y como le sucedió a su abuela cuando se enteró de este proyecto.

Según recuerda Jorge Terreu, su abuela Maximiliana “no era consciente de la repercusión” que estaba teniendo la historia “hasta que salió en el periódico y en las revistas físicas”, que era lo que ella conoce. “Un día fui a su casa, le di una revista para que la leyera y, al pasar las hojas, vio que detrás de Miguel Bosé había una foto de ella en grande”, asegura Terreu sobre ella, con la que mantiene una relación “muy especial desde pequeño” al pasar los veranos en su pueblo y ser “un ejemplo de bondad y paciencia” para él.

“Creo que es muy interesante hablar y pasar tiempo con otras generaciones. En las charlas, como en cualquier rato que se está con ellos, se aprecian todos esos años que llevan de vida y me parece muy enriquecedor sentarse y conocernos mejor”, confiesa.

Desde hace casi dos años, las personas mayores tienen a Maximiliana como alternativa de contacto, pero, aun así, siguen luchando por ser “visibilizadas y tenidas en cuenta” a pesar de su edad, que no es proporcional “a dejar de vivir situaciones y a no sentirse integradas en la sociedad”, algo que es “necesario y urgente modificar”.

Campaña #aTiempo: un minuto de comunicación es un minuto de lucha contra el cáncer

En estas fechas de Navidad, la empresa ha creado además una campaña junto a la operadora Embou del Grupo MásMóvil para que ningún mayor se sienta solo y en donde cada minuto que se pasa en compañía de ellos sea igualado a un minuto de colaboración en la lucha contra el cáncer.

Desde Maximiliana pretenden promover el acompañamiento y la investigación por lo que las personas pueden acceder a la página web, subir una fotografía y los minutos de conversación en su visita. Esto, que se trasladará al contador de manera automática, se sumará en él para realizarse la equivalencia correspondiente.

Ahora mismo se cuenta con alrededor de 100.000 minutos hablando con los mayores gracias a los más de 200 participantes. Este tiempo se ha convertido en más de 53.000 minutos de investigación en marcadores cancerígenos y en 45.000 minutos de investigación en contra del cáncer infantil.

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