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Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

Mentiras, malditas mentiras, estadísticas y coronavirus

Dos mujeres con mascarillas sentadas en un banco

Arsenio Escolar

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Pasados ya los 100 días que ha durado el estado de alarma por la pandemia del coronavirus, la mayoría de las encuestas electorales muestran algunas novedades en los apoyos de los principales partidos, pero ninguna tan relevante como para esperar vuelcos entre los bloques si hubiera elecciones. El PP muestra una tendencia al alza, pero la mayoría de su crecimiento sería a costa de Vox. Tras el viraje hacia el centro decidido por Inés Arrimadas, Ciudadanos presenta algunos indicios de recuperación. Unidas Podemos caería ligeramente, pero al tiempo crecería un poco el PSOE.

La derecha calculó hace ya muchas semanas que la covid-19 hundiría al Gobierno, al que sólo habría que zurrar de modo constante con críticas durísimas para tumbarlo, pero las encuestas más recientes no le están dando la razón a aquellos augures. En términos demoscópicos, el Ejecutivo muestra una cierta estabilidad. Si hubiera ahora elecciones generales y las encuestas acertaran, no saldría otra opción de formar Gobierno que la que tenemos.

Además de las encuestas, los dirigentes políticos están incorporando estos días en sus intervenciones públicas y argumentarios un nuevo recurso dialéctico: las estadísticas. “Hay tres tipos de mentiras: mentiras, malditas mentiras y estadísticas”, es una ya veterana frase del acervo mundial que se atribuye a muy diferentes padres: el escritor estadounidense Mark Twain (1835-1910), el primer ministro británico Benjamin Disraeli (1804-1881), el también político británico sir Charles Dilke (1843-1911)... La frase dio incluso título a uno de los episodios de la primera temporada de la popular serie de televisión El ala oeste de la Casa Blanca, una de las más recurrentes aulas de formación de nuestra clase política. El pasado domingo, el líder del PP, Pablo Casado, retorció muchísimo más de lo razonable las estadísticas para sostener en un mitin de la campaña electoral gallega que las comunidades autónomas en las que más fallecimientos con coronavirus se han producido son aquellas en las que su formación no está gobernando. Casado estaba en Galicia, que en efecto presenta buenos datos en la estadística de la pandemia, y quizás por ello se le olvidaron las estadísticas de la Comunidad de Madrid, también gobernada por el PP.

Usos y abusos partidarios aparte, la comparación de la estadística de la pandemia entre comunidades autónomas genera más preguntas que respuestas, más dudas que certezas. Con los datos oficiales (cuestionados por incompletos, pero son los que tenemos), no se entienden las enormes diferencias que presentan unas y otras sobre diagnosticados y fallecidos en relación a la población.

Además de la rapidez y la eficacia de la gestión política (estatal, autonómica o incluso local), se han señalado muchos otros factores como posibles claves para explicar las diferencias de expansión y letalidad de la covid-19 por los distintos territorios, y no solo los españoles. Entre ellos, la densidad de población, el envejecimiento de la población, cuestiones genéticas, el mayor o menor porcentaje de hábitat urbano o rural, la existencia o no de transporte público masivo y masificado, la disponibilidad temprana de materiales para la protección personal, la situación en las residencias de mayores, el grado de colapso del sistema sanitario en los peores momentos de la curva de expansión, la movilidad cotidiana antes de la explosión de la pandemia, el ser o no ser uno de los pasillos más concurridos del mundo en los desplazamientos de viajeros, etc. etc.

Pero examinados esos factores con los datos de las estadísticas, muchas cosas aún no cuadran. Por ejemplo, que las muy rurales, poco densas de población y con muy poco transporte público masivo La Rioja, Castilla y León y Castilla-La Mancha presenten ratios de diagnosticados y de fallecidos por 100.000 habitantes (1.286 y 115 la primera, 813 y 116 la segunda y 885 y 149 la tercera) similares a los de la muy urbana, muy densamente poblada y con transporte público masificado Comunidad de Madrid, que tiene 1.089 diagnosticados y 126 fallecidos por cada 100.000 habitantes. O por ejemplo, la gran dispersión de las ratios de las distintas comunidades: mientras la media nacional es de 524 diagnosticados y 60 fallecidos por 100.000 habitantes, hay comunidades como las antes citadas que los duplican y hay otras (Andalucía: 153 y 17), Baleares (190 y 20), Canarias (112 y 8), Galicia (340 y 23), Murcia (111 y 10) que se quedan en la mitad de la media nacional o incluso por debajo. Como se observa, el color de cada gobierno autonómico no parece uno de los factores determinantes.

Pasados ya los 100 días que ha durado el estado de alarma por la pandemia, da la impresión de que aún sabemos poco sobre el coronavirus y la covid-19. Así las cosas, a los ciudadanos hay que pedirles prudencia y cautela en sus hábitos cotidianos; y a los políticos, también prudencia, cautela y ningún sectarismo en las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas.

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Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

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