Ayuda en Acción es una Organización No Gubernamental de Desarrollo independiente, aconfesional y apartidista que trabaja en América, África y Asia con programas de desarrollo integral a largo plazo en diferentes ámbitos para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas, así como el de las familias y comunidades a través de proyectos autosostenibles y actividades de sensibilización.
Para 75 millones de niños y niñas en el mundo la educación no puede esperar
Cuando se produce una situación de emergencia, por un desastre natural, una pandemia o un conflicto armado, el foco se pone en las necesidades más inmediatas de la población: protección de la vida y la integridad física, refugio y cobijo, acceso al agua y saneamiento o la ayuda alimentaria. Pero además de estas necesidades, hay otras cuestiones que, aunque no son tan visibles y perentorias, afectan a la vida de las personas de manera decisiva, como el acceso a una educación de calidad. La educación es un derecho fundamental, pero también una herramienta imprescindible para el cumplimiento de otros derechos y la construcción de procesos de desarrollo humano sostenibles que puedan cambiar la vida de las comunidades más desfavorecidas.
Por eso cuando un conflicto se prolonga en el tiempo, como en el caso sirio, se corre el riesgo de crear una generación perdida que, teniendo el futuro hipotecado, arrastrará las consecuencias del conflicto durante toda su vida. Y es que, según datos de UNICEF, en estos cinco años de guerra, casi 3 millones de niños y niñas sirias han dejado de ir a la escuela.
Otro ejemplo. Ayuda en Acción está actualmente trabajando en la post-emergencia por el terremoto de Ecuador, donde seguimos especialmente preocupados por la situación de la infancia en las zonas afectadas, ya que más de 200.000 niños y niñas no pueden ir al colegio debido a la situación y las condiciones de salud e higiene en los albergues no son apropiadas para ellos.
Por tanto, el acceso a la educación en contextos de emergencia es una de las problemáticas más importantes a las que nos enfrentamos las organizaciones que trabajamos por el derecho a la educación. En el mundo hay 462 millones de niños y niñas en edad escolar –uno de cada cuatro- que viven en países afectados por crisis humanitarias, de los que 75 millones están en peligro de perder, o han perdido ya, su derecho a una educación gratuita de calidad. Respecto a la enseñanza primaria universal, por ejemplo, el número de niños y niñas sin escolarizar es de casi 60 millones, la mitad de los cuales vivían en países afectados por conflictos. En la pasada Cumbre Humanitaria Mundial, celebrada en Estambul el 23 y 24 de mayo, se analizó la cuestión y se anunció el lanzamiento del Fondo para la educación en emergencias “La Educación no puede esperar”. Este fondo pretende llevar, en una primera fase de 5 años, una educación de calidad a 13,6 millones de niños, niñas y jóvenes que viven en situaciones de crisis, tales como conflictos, desastres naturales y brotes de enfermedades. El objetivo es que para 2030 el fondo pueda llegar a los 75 millones.
Desde la Campaña Mundial por la Educación, red a la que Ayuda en Acción pertenece desde su origen, creemos que este fondo constituye una oportunidad histórica para garantizar el acceso a una educación de calidad para la infancia más vulnerable. Hasta el momento, la Unión Europea, Países Bajos, Noruega, Reino Unido y Estados Unidos han realizado aportaciones financieras para el primer año del fondo, y Dinamarca ha indicado su voluntad de realizar una aportación financiera en 2017. El objetivo del fondo para el primer año son 150 millones de dólares, con la ambición general de alcanzar los 3.500 millones de dólares en un periodo de cinco años. Es el momento de pasar del compromiso a la acción, por lo que conviene señalar algunos elementos críticos:
- Es esencial garantizar que las cantidades prometidas son nuevas, y que los países que apoyan el nuevo fondo no cuentan dos veces sus compromisos, como aquellos que realizaron durante la Conferencia de Siria, en febrero de 2016, o retiran sus compromisos de otros mecanismos existentes, como la Alianza Mundial por la Educación.
- Los gobiernos deben garantizar que los fondos públicos dedicados a la educación se utilizan para provisiones y sistemas públicos de calidad y no para apoyar a empresas que buscan obtener un beneficio financiero de las crisis humanitarias. Esta práctica, conocida como ‘capitalismo del desastre’, ya se ha aplicado en muchos casos y contextos y ha demostrado ser profundamente perjudicial para la realización de los derechos humanos.
- Sería fundamental que el Fondo a que se adhiriera al principio de interactuar e incluir a la sociedad civil, tanto en su propia gestión como en sus formas de trabajo sobre el terreno. La voz de la ciudadanía es fundamental para garantizar que el trabajo está bien informado y es responsable ante aquellos a quienes busca servir.
Echamos de menos la presencia de España entre los países comprometidos con el fondo, pero no puede decirse que su ausencia sea una sorpresa. En los últimos años los fondos que la Cooperación Española destina a la Ayuda Humanitaria han descendido más de un 80%. Además, las contribuciones al sector de educación también están en mínimos históricos, con sólo un 2,6% de la ayuda total. La caída entre 2008 y 2013 de la ayuda española en educación ha sido de casi del 89%, llegando en educación básica (primaria, secundaria y alfabetización de adultos) a cifras del 97% de recorte. El domingo se celebran la repetición de las elecciones generales. Hay algunos problemas que no pueden esperar segundas vueltas, pero en este punto lo importante es que el nuevo gobierno recupere el compromiso con la cooperación al desarrollo, en general, y con la ayuda humanitaria y la educación en particular. Y una forma magnífica sería realizar aportaciones específicas para este Fondo.
Sobre este blog
Ayuda en Acción es una Organización No Gubernamental de Desarrollo independiente, aconfesional y apartidista que trabaja en América, África y Asia con programas de desarrollo integral a largo plazo en diferentes ámbitos para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas, así como el de las familias y comunidades a través de proyectos autosostenibles y actividades de sensibilización.