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“No tenemos ni idea de los que nos deparará todo el mundo de roca vertical que aún tenemos sobre nuestras cabezas, pero a buen seguro que grandes dosis de emoción y alpinismo verdadero”

La expedición WOPeak asciende por la cara Sur del Paiju Peak.

La fase de preparativos ha finalizado y esta semana llegará la hora de la verdad: los tres integrantes de la expedición WOPEAK concluyeron el domingo la instalación del Campo 2, a 5.500 metros de altura en la cara Sur del Paiju Peak, y regresaron a su Campamento Base para descansar dos o tres jornadas, antes de intentar el asalto definitivo a la cumbre.

Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza, acompañados por el cámara David Maeztu, han permanecido tres jornadas fuera de la relativa comodidad del Campamento Base para concluir una tarea imprescindible para abordar su objetivo: instalar el Campo 2 a 5.500 metros –la máxima altura alcanzada en su anterior intento de coronar el Paiju por esta vía-, y dotarla con cuerdas, hamacas y el resto del material que utilizarán en el ascenso.

De esta forma, todos los preparativos han quedado terminados y listos para el definitivo intento de ascensión. Tan sólo necesitarán dos o tres jornadas de descanso y a continuación un parte meteorológico que les permita iniciar la escalada. Hay que tener en cuenta que superar la gigantesca pared de la cara sur del Paiju les supondrá alrededor de 12 jornadas en los que permanecerán día y noche literalmente colgados de un muro de roca vertical, utilizando una técnica alpina conocida como “estilo cápsula”.

PAIJU, la atracción de lo desconocido

Ya de regreso en el Campamento Base, Juan Vallejo ha hecho llegar a través del correo electrónico unas líneas que describen las sensaciones de la expedición WOPEAK después de esta última fase de preparativos previos al asalto definitivo a la cumbre:

“Ayer domingo día 13, dos semanas exactas después de llegar a nuestro Campamento Base, conseguíamos alcanzar los 5.500 metros del Campo 2, en la todavía inescalada pared sur del Paiju Peak. Es el punto máximo al que llegamos el año pasado, después de un mes largo y de no pocos esfuerzos, penurias y algún que otro susto. Y no precisamente porque este año se encuentre en mejores condiciones, que no lo está, ni porque estemos más fuertes, sino porque, en este tipo de expediciones, la información que en muchos casos es banalizada, a menudo se vuelve vital y puede (suele) ser la pequeña diferencia entre el triunfo y el fracaso.

A pesar de que las condiciones de la pared este año son peores, con mucho más hielo en las fisuras, y a pesar de que nos haya costado bastante más esfuerzo escalar largos que abrimos el año pasado, transitar por terreno conocido te aporta una ventaja fundamental sobre el que lo hace por lugares nuevos o desconocidos, a lo que cada vez se le otorga menos valor en este mundo de alpinismos de consumo, donde los resultados inmediatos son lo único que cuenta.

Pero, a partir de aquí, toda esta supuesta ventaja se esfuma: volvemos a poner a cero el contador y nos volvemos a sumergir de nuevo en el terreno inexplorado. No tenemos ni idea de los que nos deparará todo el mundo de roca vertical que aún tenemos sobre nuestras cabezas, pero a buen seguro que grandes dosis de emoción y alpinismo verdadero, que es a la postre lo que nos mueve a intentar este tipo de montañas“.

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