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Sobre este blog

Legado Cantabria es un proceso de construcción de la memoria oral a través de las historias de vida de las personas mayores. Tiene como objetivo poner en valor las experiencias, el éxito de la longevidad y el arraigo en el territorio. Participan personas mayores de 70 años que relatan su experiencia vital para ponerla a disposición de las generaciones actuales y venideras.

Este blog recoge en elDiario.es los testimonios audiovisuales que integran el Proyecto Legado Cantabria, impulsado por el Patronato Europeo de Mayores (PEM) y UNATE, La Universidad Permanente.

El día que Libi Villegas plantó su memoria

Santander
Libertad Villegas Gómez, conocida como Libi.
23 de diciembre de 2025 21:44 h

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Aquí hay memorias que se resisten a irse, que buscan como resistir en la sombra de un parque, como el de Alceda; en el meandro de un río, como el Pas. Aquí hay alguien que quiere, que necesita contar su historia. No siempre hay tiempo para hacerlo. Hubiera escrito la poeta Wisława Szymborska: “Aquí había alguien que estaba y estaba, /que de repente se fue /e insistentemente no está”. No estar pero dejar una semilla para que el resto pueda cuidarla hasta que sea robusta.

Es 12 de diciembre de 2025 y Libertad Villegas Gómez, Libi, está en una cama del Hospital Santa Clotilde de Santander intentando estar y contar. Ha pedido que alguien del proyecto Legado Cantabria se convierta en otra de las herramientas que la mantiene estando. Quería ser entrevistada y quería contar. Quería que su memoria no se fuera.

Entre el ruido constante de la máquina de oxígeno, guantes, mascarilla y bata azul, entre sábanas, yacía con las uñas rojas y la voluntad firme. Nada más empezar, ante cada pausa, repetía con insistencia una misma petición: “Pregúntame”. Cuando se le propuso continuar otro día, se negó. Quería hacerlo allí y entonces. Sabía que el tiempo no es materia manipulable.

No fue una entrevista convencional ni un encuentro más: fue un acto de acompañamiento en un momento de fragilidad, cuando la voz ya costaba y el cuerpo pedía pausas. La voluntad, no. Libi quiso seguir estando. Y quiso dejar constancia de que su memoria quedaría después de ella.

Libertad Villegas Gómez, Libi, falleció el 15 de diciembre de 2025, pocos días después de aquel encuentro y 11 días antes de cumplir 90 años. Durante la entrevista lo dejó dicho: “Aquí se acabó todo”. Si Szymborska hubiera estado junto a ella en ese preciso momento, quizá hubiera garabateado: “Se le adhirió el silencio sin que la voz dejara cicatriz. /La ausencia tomó forma de horizonte”.

Entre la vida y la muerte, antes de que la ausencia fuera confín, Libi eligió dejar su legado. Este texto recoge ese gesto y lo sitúa en el lugar que ella quiso darle: el de una historia compartida, cuidada y transmitida.

Legado Cantabria estuvo allí para acompañar ese deseo de memoria. Ni una pregunta de más, ni un arrancar palabras arrinconadas, solo sostener un gesto consciente de transmisión, respetando los ritmos, los silencios y los límites del cuerpo, entendiendo que también el silencio forma parte del relato.

El encuentro se realizó por mediación de Aurelio González-Riancho, médico otorrinolaringólogo jubilado, miembro de la Asamblea General de UNATE, La Universidad Permanente, y amigo de Libi, a quien conocía desde la juventud: ella misma le había cortado el pelo durante años. Aurelio conoce su historia, su carácter y su memoria.

Su presencia —junto a la de la cuidadora, que calmaba su sed tras cada descanso y ayudaba a que el cuerpo pudiera seguir el ritmo que la voluntad marcaba— permitió sostener la conversación. Algunas palabras quedaron incompletas. Otras no llegaron a pronunciarse del todo. Pero el sentido era claro.

Este relato ha sido elaborado a partir de esa entrevista, de un texto de Aurelio González-Riancho y de las voces de quienes la conocieron y la acompañaron, como forma de respetar y completar el legado que ella quiso dejar.

Libertad Villegas Gómez, Libi, nació cinco días antes de que iniciara 1936, en Alceda (Corvera de Toranzo, Cantabria), el año en que España empezó a arder tras una sublevación armada contra la democracia. Su propio nombre sería terco testigo de los tiempos. Fue bautizada como Libertad, toda una declaración de principios y un nombre que con el tiempo acabaría pareciéndose mucho a su manera de estar en el mundo.

En su pueblo torancés, cargado de historia y de memoria, creció en una comunidad donde la vida se compartía y los lugares importaban. De su infancia recordaba un tiempo cómodo y luminoso: juegos en la calle, juguetes en las fiestas de Reyes y una cotidianeidad que, pese a la posguerra, conservaba espacios de alegría. Aprendió las primeras letras en la escuela de niñas de Ontaneda, con la maestra doña Isabel.

Vivió aquellos años con los límites y escaseces del momento y conoció el racionamiento, como toda su generación. En ese contexto, su madre, como tantas mujeres, se dedicó a la venta ambulante de harina, transportándola sobre la cabeza en una capacha, una práctica común en tiempos de necesidad que ayudaba a sostener la economía familiar. Muy pronto, Libi entendió que el futuro no venía dado y que había que salir a buscarlo —“Gracias te doy, corazón mío, /por no quejarte, por ir y venir /sin premios, sin halagos, /por diligencia innata”—.

En una época en la que los roles estaban estrictamente marcados por el género, quiso ser independiente. Aprendió peluquería en Santander y en Madrid, donde se formó con grandes nombres del oficio y rozó el entorno profesional del famoso Lluís Llongueras. De regreso a Alceda, abrió su propio salón en la casa familiar que había sido de sus abuelos, un espacio que compartió con su hermana Rosita y desde el que ejerció durante décadas, hasta su jubilación a los 60 años. Allí no solo cortó el pelo: escuchó, observó y fue testigo de la vida cotidiana del pueblo.

Libertad Villegas Gómez nació en Alceda en 1935.

Según quienes la cuidaron y acompañaron en sus últimos años, Libi participó en más de un concurso profesional y llegó a imponerse en alguno de ellos frente a figuras reconocidas del sector. También enseñó a cortar el pelo a José Manuel Martínez, ‘Macavi’, el impulsor en las peluquerías Macavi. Libi no aparece bajo los focos en todas las memorias que habitó pero ella no olvida.

Quienes la conocieron destacan su franqueza y su firmeza. Decía lo que pensaba, valoraba la palabra dada y podía ser exigente, pero también se entregaba cuando hacía falta. Quería a su pueblo y cuidó su memoria con esmero, conservando fotografías y documentos y ejerciendo, con los años, como un auténtico archivo viviente de Alceda: a ella se acudía cuando había que recordar hechos del pasado.

Quería a su pueblo y cuidó su memoria con esmero, conservando fotografías y documentos y ejerciendo, con los años, como un auténtico archivo viviente de Alceda: a ella se acudía cuando había que recordar hechos del pasado

Ese compromiso con lo común se hizo visible de manera decisiva a finales de la década de 1950. Una madrugada, sin luces y sin aviso, una empresa maderera inició la tala de los mejores ejemplares del Paseo de los Tilos, en el Parque de Alceda. Libi —como ella misma decía, “lo paró”— se puso al frente de la respuesta popular. Junto a Amado López, Manuel Riancho, Ambrosio Braun, Chuchi Carapucheta, Joaquín Villegas y otras personas del lugar, adultos y niños se abrazaron a los árboles para frenar la barbarie y lograron detenerla, al menos de forma inmediata.

El episodio culminó cuando Francisco Gómez Cobo, pasiego emigrado a Francia y vinculado a Alceda, adelantó doce millones de pesetas —de las de entonces— para que el pueblo pudiera adquirir esas siete hectáreas y frenar la destrucción de algunos de los 1.000 árboles que habían crecido junto al río Pas desde que en 1902, la familia Cortines y el floricultor Escalante diseñaron este Parque de Recreo. Aquel gesto colectivo, con Libertad Villegas entre sus figuras centrales, fue un alegato temprano en defensa del patrimonio natural y cultural, una reivindicación que aún hoy sigue vigente.

Cuando cumplió 89 años, desde la Residencia de San Vicente de Toranzo y comprendiendo de nuevo el futuro, Libi llamó a un amigo. Con un cigarro en la mano le pidió que la grabara y fue explicando, con calma y claridad, cómo quería ser despedida: un ramo de rosas rojas y una bandera de España sobre el féretro. No como consigna, sino como expresión de una vida pensada y decidida hasta el final.

Libertad Villegas Gómez, Libi, falleció el 15 de diciembre de 2025 en Santander, a los 89 años. De su vida decía haber aprendido mucho, “mucho y de todo”. No como lema, sino como balance sereno.

Wisława Szymborska falleció el 1 de febrero de 2012 en Cracovia, a los 88 años. Y cuando todavía guardaba aliento e ironía a raudales dejó escrito “No existe vida, /que, aun por un instante, /no sea inmortal. /La muerte /siempre llega con ese instante de retraso”.

En ese instante, Libi logró entregar su memoria y su legado tiene vocación de semilla que, plantada a la ribera del Pas, se sume al coro vegetal con historia que sigue a buen recaudo en Alceda para disfrute de la humanidad.

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Legado Cantabria es un proceso de construcción de la memoria oral a través de las historias de vida de las personas mayores. Tiene como objetivo poner en valor las experiencias, el éxito de la longevidad y el arraigo en el territorio. Participan personas mayores de 70 años que relatan su experiencia vital para ponerla a disposición de las generaciones actuales y venideras.

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