Érase una vez un hombre que le encargó a un ebanista que le hiciera una mesa. Pasaron los meses y, como no tenía noticia del encargo, visitó el taller del ebanista y lo encontró cerrado; fue a verlo a su casa, pero ya no vivía allí. Cuando volvía a la suya dando por perdido el encargo, el hombre, que necesitaba una mesa, se encontró al ebanista por la calle. Apenas pudo reconocerlo. Vestía como un pordiosero, arrastraba los pies, y parecía como ido. Se sentaron a la mesa de una tasca y el ebanista le contó su historia:
-Tenía un almacén de madera y una noche se quemó...
[...]
-No pude atender los pedidos y los perdí todos...
[...]
-No pude pagar las deudas y me quedé sin taller.
[...]
-Sin medios para vivir, también perdí la casa.
[...]
-Mi esposa, harta de la situación, se fue y con ella toda la familia...
[...]
-Ahora vivo en la calle, enfermé y todos mis conocidos me han dado la espalda
[...]
El hombre le miró atribulado unos momentos y finalmente se decidió a preguntar:
-¿Entonces no me va a hacer la mesa?
Lo que ha ocurrido esta semana con La Vuelta a España, pero sobre todo con las decisiones de la organización y las declaraciones de buena parte de la prensa deportiva y de exciclistas, me recuerda mucho esta historia.
-Están destruyendo un país indefenso.
[...]
-Ya no queda una casa en pie, bombardean las colas de hambre.
[...]
-Más de 20.000 niños han sido asesinados.
[...]
-Los tienen por animales y los condenan a morir.
[...]
Y es como si alguien después de todo esto preguntara:
-¿Entonces no podemos echar unas carreras en bici?
Lo que está ocurriendo en Gaza es un genocidio, y no solo por el alcance de la destrucción y el número de muertos. Es un genocidio porque está planificado, porque hay una decisión en tal sentido, una decisión política, no se nos olvide, como la hubo en Alemania, como la hubo en Armenia y como la ha habido en otros muchos sitios y, por desgracia, las seguirá habiendo.
El genocidio de Gaza, que es el de Palestina, empezó hace mucho tiempo y nunca acabará hasta que Estados Unidos diga que acabe. La situación en Palestina viene remontándose desde hace 80 años, desde la Nakba o Catástrofe que se desató inmediatamente declarada la partición por la ONU. Pero nunca -y eso que ha habido barbarie a esgalla- con la actual dimensión, en donde el cinismo del victimario hace escarnio de su víctima, cuya vida parece no tener valor, ante la indiferencia de los países.
Javier Guillén, director de La Vuelta a España, dice que el deporte no es política. Y lo dice subido a su coche oficial con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), al lado. Es de entender así, más allá de sus palabras -la “cuestión de Gaza” y la protesta “intolerable” y “violenta”-, que haya hecho todo lo posible por satisfacer a sus espónsores y procurar que la carrera llegara a su fin, algo que han impedido decenas de miles de personas, entre ellas, algunas cántabras, a las que todavía se les revuelve las tripas cuando ven un genocidio retransmitido en directo.
La Vuelta a España es política desde el momento en que acepta la inclusión de un equipo que representa a Israel, país cuyo único interés internacional en el ciclismo es el mismo que el de Eurovisión: blanquear la marca. Que decenas de miles de personas piensen lo contrario y hagan lo posible por echar abajo la pantomima es un ejercicio de dignidad que hace merecer todavía este país, polarizado por unos líderes irresponsables que no hacen más que sembrar cizaña.
Lo ocurrido, y lo que sigue ocurriendo, apela a las capas más profundas del ser humano. Por debajo del tribalismo de la patria, de la codicia del negocio, del sesgo ideológico, por debajo del padre y de la madre, está la humanidad, el núcleo del ser humano que no puede menos que rebelarse ante la barbarie y la impunidad del matarife.
El deporte es política desde siempre. Hitler, Stalin y Franco hicieron del deporte una válvula de escape social y un instrumento propagandístico de primer orden. Pero no hay que ir tan lejos. Basta recorrer la historia del fútbol para ver cómo la política lo impregna todo, desde los clubes a sus jugadores, pasando por sus hinchadas.
Luego, si es política, cabe una respuesta política. Y con La Vuelta, la respuesta política, como era de prever, no vino de los partidos ni de las instituciones, sino de la gente de a pie, que todavía tiene en su mano dos instrumentos básicos: la calle y la urna.
Todo lo demás es irrelevante, incluido el ciclismo.
Sobre este blog
Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
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