Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Gestos, gestas y gesticulaciones
Nada como este verano escocés de nuestras entretelas para pasar los días entretenidos con los gestos, gestas y gesticulaciones de nuestros próceres. Entre días de agua evaporada por el calor y días de lluvia torrencial por la condensación, que es como se paga la factura de la holganza al sol, líderes y lideresas dan respuesta a todo y barajan múltiples propuestas que al entrar el otoño quedarán en pura filfa. Mucha gesticulación, por lo tanto, y ninguna gesta.
El campeón en la materia es el no tan nuevo presidente de la nación, Pedro Sánchez, que tras una salida por chiqueros como un mihura, va agotando los 100 días de tregua política con una ristra de amagos que encienden los tendidos aunque el diestro se resista a entrar a matar. Vaya por delante un Consejo de Ministros montado en dos tardes, con tropezón ministerial de por medio, y una suerte de decretos derogatorios que no llegan mientras se mantienen vigentes leyes y prácticas de un Gobierno Rajoy que es historia pero que le ocurre como a las estrellas: su resplandor sigue viajando por el espacio después de haberse extinguido.
Desde hace 32 años, los sucesivos gobiernos siguen sin intervenir en el Valle de los Caídos, que abre sus puertas a diario en el Limbo. La luz que emite también sigue en nuestras retinas una vez desaparecida la dictadura. Querer sacar los restos del dictador del mausoleo y arrebatar a la fundación la gestión del conjunto no deja de ser un gesto que, sin capacidad resolutiva, no genera más que frustración en el más acá y carcajadas en el más allá.
Casado estrecha manos de rescatados, un gesto que no sería posible si los estrechados no hubieran llegado a España por sus propios medios y sin pedir permiso, cosa que a él no le gusta nada. Pero ya que están aquí, un día propone mano dura y otro tiende una mano blanda de sacristán santurrón. Ahí está paseándose por los muelles cargados de refugiados bajo el sol de nuestra bendita democracia, alerta ante el efecto llamada aunque el único efecto llamada que España ha cursado 'sotto voce' es el dirigido a los sinvergüenzas y corruptos, a los que no hay que ir a buscar a alta mar, porque llegan cómodamente instalados en aviones y hasta reciben la nacionalidad 'gratis et amore' si compran un chalé.
Nuestro presidente regional Miguel Ángel Revilla acaba de volver de la enésima entrevista con el presidente de la nación. Un encuentro en donde todos están encantados de conocerse pero que se cierra como se cierra la puerta de casa cuando la visita incómoda finalmente se despide. Con alivio. Y debajo del brazo, más promesas, compromisos que se mantienen, deudas que se pagan. Si se cumplen y se pagan como los anteriores más le valdría al presidente entrevistarse por Skype o mandar una postal desde los agrestes montes de Liébana. Este año el presupuesto estatal está atado y bien atado por el anterior inquilino y el de 2019, año electoral, no deparará la imagen insólita de un partido llenando el depósito de otro. Mal año 2019 para la amistad y la fraternidad entre administraciones.
El ex ministro y ex alcalde de Santander íñigo de la Serna ha despejado la incógnita y ha dicho que se va a la actividad privada. Tras la hecatombe sorayista solo quedaban las horcas caudinas de la ejecutiva nacional o un largo desierto por los bancos de la oposición en Cantabria o fuera de Cantabria, en un país en el que se disfruta como en ningún otro sitio de la desgracia ajena pero con estilo y discreción, no nos vayamos a equivocar. El íntimo regocijo que produce el árbol caído. ¿Cuál es el gesto entonces? El del orgullo por el expediente sin mácula de derrota, pero también el del que sigue su propio carril sin mirar atrás. Y atrás quedó el Ayuntamiento de Santander y su propio partido.
Un día de octubre de 1888, George Lusk, presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel, recibió una carta y una cajita. Podría decirse que era un anónimo firmado, porque la autoría quedaba clara. Decía así: “Caballero, le envío la mitad de un riñón. Lo he conservado para usted. El otro pedazo lo freí y me lo comí. Estaba muy rico. Cójame cuando pueda”. El Comité de Vigilancia de Whitchapel era un grupo de ciudadanos que colaboraba con la policía londinense para encontrar a Jack el Destripador. Obviamente, nunca lo encontraron, pero el gesto de Jack, entre la soberbia y el desprecio, es de los que marcan. Ya no hay gestos como entonces, afortunadamente, si acaso, gesticulaciones.
Espero que ninguno de nuestros próceres tenga el mal gusto de enviar por Correos un pedacito de riñón bien conservado en vino, pero sí que me los imagino a todos diciendo a sus más queridos rivales: “Cogedme cuando podáis”.
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