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Soledad, medio rural y envejecimiento: un reto al que hacer frente por salud pública

Encuentro con personas mayores y voluntarias.

Sara Aja

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La soledad siempre ha sido una mala compañera. El sentimiento de aislamiento es uno de los principales factores de riesgo para la salud física y mental a cualquier edad, aunque especialmente en la vejez, cuando las personas mayores comienzan a sentir que ya no son útiles para la sociedad. Por ello, este pasado 30 de septiembre arrancó un proyecto de voluntariado que pretende diseñar relaciones afectivas en las zonas más despobladas de Cantabria e incluir a la población rural en su entorno. La ONG Grandes Amigos, junto con la Consejería de Sanidad, trata de conectar a sus voluntarios con las personas en “riesgo de abandono afectivo” para motivar las relaciones sociales y los vínculos interpersonales.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), Cantabria ya es la cuarta comunidad autónoma más envejecida de España. Además, mientras que en el conjunto del país las personas mayores suponen el 19,3% de la población total, en Cantabria alcanzan el 21,9%, que se traducen en 23.152 ciudadanos que superan los 85 años. 28.200 cántabros de más de 65 años viven solos, siendo el 66% de ellos mujeres. Las enfermedades crónicas, la reducción de la movilidad y las barreras arquitectónicas, unidas a una despoblación en las zonas rurales hacen que los habitantes que se mantienen en estas regiones sean cada vez más abandonados, lo que agrava los problemas de salud propios de la última etapa de sus vidas.

“El acompañamiento afectivo me aporta alegría. Es un aliciente muy grande y me siento realizada completamente”, comenta Plácida, una mujer de 72 años que participa en el proyecto Grandes Amigos y cuyo objetivo es que sigan conectados con la vida. Es importante hacer sentir a las personas mayores que aún son útiles para la sociedad, dar un trato digno a este sector de la población y crear lazos de reciprocidad entre la población más envejecida y los más jóvenes. Lucía, voluntaria de este proyecto, señala lo enriquecedor que es también para ella: “Nos enseñamos cosas mutuamente. Compartimos lo que hemos hecho y nos ponemos al día, también de nuestras preocupaciones”.

Esta ONG ha comenzado en 2020 poniendo el foco en las regiones occidentales de Cantabria, con un análisis de la realidad demográfica en municipios como Cabezón de la Sal o Val de San Vicente, para conocer la situación en contextos mucho más locales y así poder explorar sinergias con otros proyectos comunitarios y con los agentes sociales locales. Tras este análisis local, la organización pone en contacto a los participantes con los voluntarios a través de entrevistas donde recaban las necesidades afectivas y preferencias cara a perfilar la afinidad de los voluntarios y generar una mejor simbiosis en el tándem voluntario-participante.

Este proyecto se centra en dos pilares para la creación de relaciones sociales: el acompañamiento afectivo, ya sea presencial o telefónico, en el que los voluntarios se ponen en contacto con los participantes en el proyecto, y el plan Grandes Vecinos, que pretende recuperar la interacción entre los individuos residentes en la misma zona. Desde la organización, se busca “priorizar la afinidad de perfiles y la cercanía geográfica” de manera que “los nuevos vínculos se conviertan en relaciones de amistad duradera y de calidad con beneficios mutuos”.

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