Adéu, Catalunya

El independentismo sigue su hoja de ruta y el gobierno español la suya en dirección contraria. La cuerda se sigue tensando y al final se va a romper y pegarnos un latigazo a todos que nos va a dejar temblando. Podemos reprocharle a los soberanistas su falta de legitimidad para registrar su declaración de independencia sin tener ni presidente ni la mitad de los votos, sólo la mayoría parlamentaria, pero seguimos sin resolver el problema de que casi la otra mitad quiera marcharse. Tampoco lo resuelve la vacua respuesta de Rajoy ayer, un acto electoral más, amenazándoles de nuevo con acciones legales. No es un problema judicial, es un problema social y los problemas sociales sólo se resuelven políticamente. Con urnas y mesas de negociaciones.

Pero Rajoy sigue tan cegado por su electoralismo como cuando dejó que todo esto se le fuera de las manos por mirar para otro lado. Sus amenazas no van a ninguna parte. ¿Qué va a hacer? ¿Inhabilitar al president, meterle en la cárcel y convertirle en mártir de la causa? ¿Suspenderá después la autonomía? ¿Cómo? ¿Les cortará el grifo del dinero como Europa a Grecia? ¿O mandará al ejército? Es de locos. El tiempo de sacar los tanques a la calle pasó, por más que lo pidan algunos nostálgicos exaltados y la idea de asfixiarles es tan absurda como inviable porque haría pagar a todos los catalanes. Los puñetazos en la mesa solo hacen que la mesa se caiga.

No obstante, ahí siguen ambos a bofetones que sólo buscan votos mientras nos arrastran a una pelea de la que vamos a salir a tortas. La escalada de provocaciones mutuas es vergonzosa. Tan lamentables son las amenazas de Rajoy como que la nueva presidenta del Parlament diese vivas a la república catalana en su toma de posesión. En la calle puede hacerlo hasta desgañitarse, pero como institución debe respetar la legalidad y la pluralidad de la Cámara que representa a todos los catalanes y recordar que aún no vive en su república soñada. Se están perdiendo las formas y la perspectiva. Es incomprensible que quieran construir un nuevo país más justo bajo la comandancia de un president que, cada vez más, se esconde de la corrupción de su partido tras la coartada de la independencia.

El camino hacia una mejor democracia no puede ser irse de la España de Rajoy para caer en la Cataluña de Artur Mas. No se puede construir un país mejor de la mano de quienes lo han saqueado. En recortes y corrupción, Convergencia y PP son primos hermanos. Si dijéramos que vamos a regenerar España con el PP, los independentistas se reirían de nosotros con desprecio. Sin embargo, Junts Pel Sí quiere regenerar Cataluña con el líder del partido que más ha robado y recortado derechos y servicios públicos. No son todos pero son el 40% de los votos frente al 8% de la CUP. Esos independentistas que dicen huir indignados de Rajoy, la Gürtel, Rato y Bárcenas, se alían con Mas y callan ante el escándalo del 3%, los Pujol, los empresarios catalanes corruptos y el tesorero Viloca encarcelado. Son ladrones, pero son mis ladrones. Primero la independencia, después la limpieza. Parece que el problema no es que te roben sino la nacionalidad de quien lo hace.

Tienen tanta prisa por marcharse que no les importa irse con una banda de mafiosos y arrastrar a una mitad de catalanes que no ha dicho que quiera irse. Temen que un nuevo gobierno de España después del 20 de diciembre encuentre una salida negociada. Pero el tiempo de las negociaciones también pasó. Si no queremos prolongar indefinidamente esta agonía, creo que sólo nos queda la opción de un referéndum, como defiende Podemos y una mayoría de votantes. De esa forma, los catalanes no estarían presos, como ahora, de un gobierno con genes corruptos.

De esa Cataluña podrida también deberían querer independizarse. Si es con compañeros de viaje como Artur Mas y Convergencia con los que se van, sólo puedo decirles: “Adéu, Catalunya”.

Recuerda que este programa es solo posible gracias a ti. Difúndelo y, si puedes, hazte Productor o Productora de #CarneCruda.