Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Gran Canaria se ha convertido en la tormenta perfecta para la xenofobia. La llegada de migrantes que quedan atrapados en la isla por la deficiente gestión del gobierno canario y el gobierno central, ambos socialistas, unida a los discursos del odio de la ultraderecha y a la crisis sanitaria que golpea al turismo y a las clases más desfavorecidas, han generado un clima de tensión que ha degenerado en violencia física y verbal contra los extranjeros. El polvorín de la pobreza y la desigualdad siempre explota por el mismo lado: por abajo. Nunca se busca a los culpables por arriba porque por arriba se cuidan de señalar al eslabón más débil de la cadena.
Las manifestaciones xenófobas en los barrios más deprimidos de la isla han dado paso también a las patrullas vecinales que salen a la caza del inmigrante y a los grupos de Whatsapp que culpabilizan a los extranjeros de todos los males. Los centros de acogida son apedreados. Ha habido palizas, persecuciones, insultos racistas y amenazas con armas. Es lo de siempre. Pobres contra pobres. Los que menos tienen contra los que no tienen nada. Cuando las clases más humildes de un país son abandonadas por unos dirigentes y alentadas por otros contra el enemigo exterior, el resultado son la xenofobia, el racismo, el fascismo.
La semana pasada, Rocío Monasterio estaba por la mañana en TVE acusando a los menores no acompañados de delincuentes y Ortega Smith salía por la noche defendiendo el tuit falso de Vox que acusaba a los inmigrantes africanos de más del 90% de los delitos. El fin de semana se producían en Canarias las persecuciones en patrulla, las amenazas y las agresiones. Da igual que los bulos fascistas sean desmentidos, su mensaje cuela y cala. Circula por las redes y teléfonos, infectan la comunicación social y provocan estos estallidos de violencia.
Lo más fácil sería cargar contra esos vecinos iracundos que acosan a los migrantes, pero basta levantar la vista para comprender que el problema no está abajo sino arriba, que unos y otros son las víctimas de un sistema que abandona a las clases más humildes para que se devoren entre sí. Los niños bien de la ultraderecha neoliberal, hijos de familias adineradas del franquismo y alrededores, o la alcaldesa de Mogán, investigada por fraude electoral, son los que están agitando a los pobres contra los más pobres, ante la inoperancia y la ineficiencia de los gobiernos progresistas de la nación y la comunidad.
Es de primero de fascismo. Los privilegiados del capitalismo salvaje engañan a sus víctimas con el viejo truco de la patria para alcanzar el poder, gracias a la falta de iniciativa de la izquierda para dar respuesta a los problemas materiales de las clases bajas, nacional y migrante. Es un asunto de muy difícil solución que requiere un enfoque global y a largo plazo pero, sin duda, la peor de todas las soluciones es quedarse de brazos cruzados mientras el populismo de extrema derecha se nutre del descontento, como ha ocurrido en Estados Unidos con Trump o en Francia con Le Pen. Cada segundo que pierde Sánchez, lo gana Vox.
La responsabilidad de parar esta guerra de pobres contra pobres que da alas a la ultraderecha es de todos. El Gobierno central tiene que dar respuesta inmediata a la situación de precariedad y conflictividad. Toda España tiene que ser solidaria con Canarias para solucionar esta crisis, como Europa tiene que ser solidaria con España. La migración es un fenómeno global que se resuelve con política, no con policía. Estamos gastando más en seguridad que en cooperación e integración. Estamos haciendo todo lo que no hay que hacer si queremos evitar el ultranacionalismo xenófobo.
La responsabilidad también es de los medios de comunicación que normalizan la retórica de la ultraderecha porque sirven a los mismos dueños y los mismos intereses que ella. La responsabilidad es del periodismo que no confronta los bulos con información veraz y los bulos que criminalizan a la inmigración. La responsabilidad es de la derecha que se llama moderada pero pacta y gobierna con los fascistas. La responsabilidad es de los empresarios que tienen en régimen de esclavismo a los migrantes generando tensiones sociales. La responsabilidad es de las autoridades que abandonan a los niños extranjeros no acompañados y los migrantes más desvalidos condenándoles a la marginalidad y la delincuencia.
La responsabilidad es nuestra como sociedad. Tenemos que reaccionar ante la barbarie con democracia, solidaridad y tolerancia. No creamos que la derrota de Trump en Estados Unidos es el inicio del fin del populismo ultra. Puede ser sólo un paso atrás para tomar impulso. En España la inercia del salto siempre llega más tarde. No nos relajemos, Vox no ha dejado de crecer en ninguna de las últimas elecciones. La crisis actual es su escenario ideal. La respuesta al fascismo está en el sistema que lo provoca. La respuesta no es culpar a los canarios de racistas sino al sistema que genera ese racismo. No miremos al dedo, miremos hacia arriba.
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