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CIUDAD REAL

El legendario Corral de Comedias de Almagro tuvo un “apretador” y una “cazuela” para las mujeres

Vista actual del Corral de Comedias de Almagro: el 'tablado' desde la alojería

Alicia Avilés Pozo

23 de diciembre de 2025 19:21 h

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Es un regalo para los ojos. Impresiona nada más verlo. Y al contrario que otros grandes monumentos y construcciones que forman parte del patrimonio histórico, sigue teniendo los mismos usos de hace casi cuatro siglos.  En el corazón del Campo de Calatrava de la provincia de Ciudad Real se encuentra el Corral de Comedias de Almagro, erigido en 1628, el único teatro del Siglo de Oro que se conserva intacto y activo en el mundo.

Se trata de auténtico templo del arte escénico que sigue ofreciendo representaciones todo el año y se convierte cada mes julio en el epicentro del teatro clásico con el prestigioso Festival Internacional.

Inaugurado en 1628, el Corral de Comedias se construyó inicialmente como una posada con un pequeño escenario para ofrecer entretenimiento a los viajeros que recorrían la región, un territorio de paso entre el centro y el sur. Ocupaba en su origen 622 metros cuadrados, más del doble de la actualidad. Simultaneó la actividad teatral con la de posada.

Su diseño, característico de los teatros al aire libre de la época, cuenta con un patio central rodeado de galerías de madera, donde los espectadores se agrupaban según su rango social. Desde nobles hasta comerciantes, todos se reunían para disfrutar de las populares comedias de Lope de Vega, Tirso de Molina, Miguel de Cervantes, Calderón de la Barca y otros grandes dramaturgos.

Sin embargo, no todo fue esplendor durante sus cuatrocientos años de historia. Con la llegada de nuevos estilos teatrales en el siglo XVIII, el Corral de Comedias cayó en desuso. Y vivió muchas décadas casi en el olvido, hasta que en el siglo XX, gracias a un esfuerzo conjunto de historiadores, arquitectos y amantes del teatro, el corral fue restaurado y declarado Monumento Nacional en 1955. Esta restauración permitió recuperar su esencia original y devolverle un lugar de honor en la historia del teatro.

ALMARCHA NÚÑEZ-HERRADOR, María Esther (2016). "Arquitectura y Restauración Monumental en Castilla-La Mancha durante el franquismo". Página 392

No siempre se ha conocido su fecha de origen. Fueron varias investigaciones históricas realizadas a finales del siglo XX las que dieron a conocer el año 1628 como la de su construcción, así como multitud de detalles sobre sus orígenes y evolución.

Se erigió como ampliación del conocido hasta entonces como Mesón del Toro tras la adquisición de propiedades vecinas, tarea que realizó Don Leonardo de Oviedo, clérigo presbítero de la desaparecida y cercana parroquia de San Bartolomé el antiguo. Descendiente de una familia de origen judío, para las obras de construcción del teatro llegó a realizar un desembolso de 5.000 ducados, una auténtica fortuna en aquella época.

La primera representación de la que se tiene referencia fue a cargo de la compañía de Juan Martínez en 1629. La temporada comenzaba el domingo de resurrección y terminaba el miércoles de ceniza. De octubre a abril la comedia empezaba a las dos de la tarde, en primavera a las tres, y a las cuatro en verano, para finalizar antes de la puesta de sol. Su duración oscilaba entre cuatro y seis horas.

El precio de la entrada no era un global como hoy lo conocemos. Entonces se pagaban distintas entradas: una a la entrada, otra para la hermandad o beneficiario y otra para sentarse. La compañía raramente llegaba al 20% de lo recaudado.

En Almagro, al existir estudios universitarios, durante época de exámenes estaba prohibido representar entre semana para que los estudiantes no se distrajeran. No se permitía la entrada de niños al Corral de Comedias, ni siquiera acompañados por adultos. Las representaciones estaban reservadas exclusivamente para el público adulto.

Del “mantenedor” del orden a la “cazuela” femenina

Y entre las curiosidades más significativas de su funcionamiento se encuentran dos figuras, que eran muy propias de los corrales de comedias: el “mantenedor del orden” y el “apretador”. El primero solía ser un mozo recio del lugar que, provisto de un buen garrote, templaba los ánimos de todos aquellos que se exaltaban. En cuanto al “apretador”, como su propio nombre indica tenía una misión muy clara: “Apretar al público, ya que cuantas más personas cupieran, mayor era el beneficio económico para el dueño del teatro.

Según las crónicas y documentos de entonces, con humor y cierta insistencia, el apretador caminaba por el patio durante el acceso del público, lanzando frases ingeniosas y cómicas. Se le consideraba casi una figura teatral más, no solo por su función práctica, sino por el ambiente animado que contribuía a crear. Hoy en día, se le recuerda como parte del bullicioso y pintoresco mundo del teatro del Siglo de Oro.

También es destacable que en el Corral de Comedias, hombres y mujeres debían permanecer separados durante las funciones. El patio -conocido como “patio de los mosqueteros”- era ocupado por los hombres, principalmente de pie, aunque también podían sentarse en bancos o en las gradas laterales situadas junto a las paredes del patio.

Las mujeres, en cambio, se ubicaban en “la cazuela”, una grada situada al fondo del primer piso, reservada exclusivamente para ellas. El único espacio compartido por ambos sexos eran los aposentos o corredores, ubicados en las galerías, a izquierda y derecha del primer y segundo piso.

Arriba, zona de las mujeres

Los historiadores destacan que la “cazuela” de las mujeres era un espacio cerrado, muchas veces con poca ventilación y muy concurrido, lo que hacía que se concentraran olores intensos del calor humano. Por eso, algunos cronistas o estudiosos del teatro del Siglo de Oro sugieren que su nombre podría hacer alusión a que el ambiente “hirviera” como una olla.

Sobre este espacio se ubicaba la “tertulia” o “desván”, un corredor fondo del segundo piso, que ocupaban gratuitamente el clero y autoridades.

En cuanto a otros espacios curiosos del teatro se encuentra también la “alojería”, soportal frente al escenario donde se vendía, además de fruta y frutos secos, la “aloja”, bebida elaborada con agua, miel y especias.

Había igualmente aposentos privados situados en los laterales del escenario y se alquilaban solo a familias nobles, por un periodo determinado de tiempo. Las tupidas celosías permitían ver sin ser vistos. Poseían accesos independientes del resto del edificio para mantener el anonimato de sus ocupantes.

"Aposentos" privados en el escenario

El Corral de Comedias de Almagro también fue objeto de polémica hace tres años. En 2022, el senador de Compromís Carles Mulet pidió la retirada del escudo franquista incorporado a una composición de cerámica, en aplicación de la reciente Ley de Memoria Democrática. Esta composición conmemora el mencionado reconocimiento del espacio como Monumento Histórico-Artístico en 1955, en plena dictadura.

Un equipo técnico del Ayuntamiento fue el encargado de estudiar varias opciones y finalmente se optó por quitar el baldosín y sustituirlo por otro sin el escudo franquista. Esta acción no afectó de ninguna manera al patrimonio histórico propio del Corral de Comedias.

Otras joyas patrimoniales de Almagro

Este espacio de Almagro es el más importante, pero no es el único atractivo patrimonial de la localidad. Es famosa su Plaza Mayor en su origen plaza de armas y posteriormente centro de una feria de comercio, de planta rectangular irregular y dos pisos, inspirada en las flamencas.

Al recorrer el municipio también pueden apreciarse numerosos y bien conservados portales de casas solariegas hidalgas, como la Casa del Mayorazgo de los Molina y la Casa de los Rosales; o las portadas de la Casa de los Wessel (apoderados de los Fugger) y de la Casa de los Xedler.

También existen varios palacios que dan cuenta de la importancia y realce que llegó a tener Almagro, como el Palacio de los Marqueses de Torremejía, en la actualidad escuela-hogar de las Madres Dominicas; o el Palacio de los Condes de Valdeparaíso, propiedad de la Diputación provincial. A ellos se unen el Palacio de los Medrano, el Palacio de los Oviedo, el Palacio de los Fúcares, o el Palacio de los Villareal-Robles.

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