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Expertos en desalación no se explican por qué hay infraestructuras “paradas o infrautilizadas”

Desaladora de Torrevieja (Alicante)

Alicia Avilés Pozo

No hay climatología ni límite de recursos que condicione en primera instancia desalar el agua del mar. Es una de las tesis que mantienen los expertos en la desalación y reutilización hídrica en España, y que durante tres días van a poner sobre la mesa en Toledo, mediante la celebración del XII Congreso de la Asociación Española de Desalación y Reutilización del agua (AEDyR) con motivo de sus 20 años de actividad. Es un tema mucho más complejo, va más allá de esa máxima principal. Por eso este colectivo sin ánimo de lucro aglutina a las grandes empresas diseñadoras, constructoras y operadoras de desalacion y reutilización sostenible, desde consultoras e ingenieras, hasta administraciones y centros de investigación públicos y privados. Fue la primera y es una de las muy escasas asociaciones afiliada la IDA (International Desalination Association) y mantiene gran influencia internacional.

Para comprender un concepto tan politizado como el de la desalación, es importante partir de algunas estimaciones. Por ejemplo, se da la circunstancia de que a nivel mundial solo el 3% del agua desalada se usa para la agricultura, mientras que en España ese porcentaje llega hasta el 23%. Es un indicador de cómo en este país el problema de la sequía se ha vuelto acuciante y ha obligado a todo un sector a buscar soluciones donde desde hace tiempo algunos empresarios ya están trabajando.

Desde AEDyR, su presidente, Domingo Zarzo, nos explica que la producción de las desaladoras depende de múltiples factores. Es parte de su complejidad: demanda, precio, gestión, planificación, y por supuesto, política. Los operadores y abastecedores suelen poner en marcha las desaladoras cuando no tienen agua más barata de otros orígenes. En Canarias y Baleares no hay mucha más opciones, pero en la península a menudo se mezclan aguas procedentes de trasvases, aguas superficiales, subterráneas y desaladas, siendo estas últimas “las más caras y las últimas a las que se recurre”.

La cuestión es que en verano funcionan en general a mayor producción de igual modo que durante los periodos de sequía, y por eso desde el sector “no encontramos explicación a algunas desaladoras públicas que están paradas o infrautilizadas en este periodo de sequía sin razón aparente”. No en vano, España es el quinto país en capacidad instalada, por detrás de los países del Golfo Pérsico, con Arabia Saudí a la cabeza, y tras Estados Unidos; y es además “una gran potencia industrial mundial en desalación”. De las 20 empresas más grandes en desalacion, ocho son españolas, con grandes proyectos por todo el mundo.

¿Se construirán más desaladoras?

Respecto a las potencialidades de la desalación en España, hasta no hace mucho estos expertos pensaban que no se iban a construir nuevas desaladoras grandes de agua de mar. ¿Qué ha pasado entonces? Con la llegada de la sequía y disminución de los trasvases “ha crecido el interés” en el sector agrícola, principalmente en Levante, por construir nuevas plantas “para garantizarse el suministro de agua, no dependiendo del clima o de las tensiones territoriales”.

En cuanto a la reutilización, AEDyR considera a España como una gran potencia en este campo, siendo el país que más reutiliza en Europa, con más de un 40% del total. No obstante, apunta que aún queda mucho por hacer dando que en el país “se reutiliza a nivel global menos del 15% del total del agua depurada”. “Desde luego, la crisis económica y financiera de los últimos años y la consiguiente falta de inversiones no ha ayudado al crecimiento de la reutilización, encontrándonos ahora en una capacidad muy inferior a lo que se preveía hace algunos unos años”, apunta Domingo Zarzo.

Con carácter general, desde el sector apoyan el reconocimiento del agua como “derecho humano”, tal y como piden colectivos ecologistas y en defensa de la gestión pública. Es más, consideran que también queda mucho por hacer en la concienciación social sobre el uso agua en España. “Si pensamos en la gran cantidad de países en los que abrir un grifo y obtener agua es casi un milagro (la ONU estima unos 700 millones de personas sin acceso a una fuente de agua potable fiable), nos daremos cuenta de lo que tenemos y lo poco que lo apreciamos”. Campañas como las de ahorro de agua o ahora la promoción del consumo de agua del grifo “ayudan pero no son suficientes”.

Pero apunta otros problemas, como el del precio, que “en algunos casos ni siquiera cubre su tratamiento y distribución”, tal como exige la recuperación de costes de la Directiva Marco del Agua: cualquier aumento en la factura “tiene una gran respuesta social”, cuando “se trata de un bien escaso y teniendo en cuenta que la factura del agua siempre es la más baja entre todas las que pagan los ciudadanos (luz, telefonía, televisión)”.

Preguntado por la situación en Castilla-La Mancha, donde el trasvase Tajo-Segura ha  marcado la agenda del agua en las últimas décadas, el presidente de AEDyR lamenta que este asunto esté tan “politizado”. Apuesta por “soluciones intermedias”, utilizando “de forma inteligente y sostenible todo tipo de aportes (aguas continentales, subterráneas, reutilizadas, desaladas) para cubrir las necesidades de la población”.

“Una de las grandes ventajas de la desalación de agua de mar es que es un nuevo recurso (no como la reutilización, que solo puede usar los volúmenes ya utilizados) e inagotable, y que no depende de la climatología (no como en los trasvases donde si hay una larga sequía, no habrá agua que trasvasar) ni de las tensiones territoriales o políticas. Y respecto al precio del agua desalada no solo es bastante razonable, sino que además se irá igualando en un futuro cercano al de otras fuentes de agua”. 

Otro aspecto a tener a cuenta es el cambio climático. En este sector consideran que las próximas dos o tres décadas van a suponer “un reto importante” para la gestión del agua en todo el mundo. Por un lado, sequías más duraderas, y por otro lado, inundaciones y daños por el agua. “Además, se estima que para 2050 tendremos que ser capaces de producir el doble de alimentos que en la actualidad, lo que disparará asimismo las necesidades de agua”. Esto implica que “debemos estar preparados y habría que pedir a nuestros políticos que planifiquen, realicen las inversiones necesarias y sean conscientes de esta problemática tan grave, poniéndose de acuerdo para este objetivo común”.

El XII Congreso de AEDyR, que se celebra cada dos años, contará con un gran número de ponencias técnicas y científicas presentadas por medio centenar de profesionales del sector público y privado, junto con varias mesas redondas con representantes de varias comunidades autónomas y asociaciones nacionales e internacionales. Con el tiempo, explica su presidente, este evento se ha convertido en un “referente internacional” y además “es un punto de encuentro para todo el sector”.

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