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Para Enrique Mercado
“El sol demasiado ardiente ha secado el riachuelo” André Gide.
Hasta que mi país se convierta en un inmensurable campo de ''osas de Souf', flores de arena conglutinada. La vida ahora comienza también en el campo de la imaginación. El turista en la época de Gide y de Walter Benjamín; entonces se viajaba a Argelia y a Marruecos para vaciarse. El sol arrasa los pensamientos más claros bajo un cielo difuso. El francés tiende por naturaleza a viajar al sur, al sur de sí mismo. Se busca el infierno en la tierra. En el calor él metía por momentos la cabeza en el congelador, su gran cabeza era difícil de encajar.
No hacía falta irse muy lejos para entrar en el espacio del 'No lugar' Ahí al lado estaba esa Arcadia silenciosa. Los nombres de los pueblos ya te dicen que es una tierra serena abrasada por el sol. Piedraescrita, Anchuras, Las Hunfrías, La Estrella, Enjambre; el verano abrasa, las casas son frescas. El exceso de claridad te ciega, en cada camino te pierdes. Allí el hombre destina la mayor parte del día a la meditación intrascendente. La nada en este 'No lugar' se traga gran parte de los sueños. Se economiza en lenguaje, la 'S' de la sed desaparece de la mayoría de las palabras ¿Se secaron? Hay un pequeño río que alivia la nostalgia, el Gévalo. Durante la noche brillan los ojos de los jabalíes que bajan a beber a las orillas. Post nubila Phoebus: tras la lluvia de la tormenta viene el sol.
Aquellas mañanas nos habíamos levantado temprano para huir de la locuacidad. Tenía tiempo de sobra para hablar con Canetti, pero con los amigos debería uno vivir una especie de distancia a la antigua, como si no existiera el teléfono. Floto, tú flotas, ellos, esos pocos personajes creados por M.D. para vivir siempre en ella, aunque sea con la media vida de un sueño invernal en pleno verano, y en el alma absoluta de las palabras de la disolución, personajes que flotan en cualquier superficie, no solo en las aguas, sino también en los suelos más duros, en el cielo que vemos bajo los pies. Esos personajes creados por M.D., sirvientes del amor y de ese lenguaje que se abre para ser vida un poco más allá, y de pronto aparece un río, de nuevo el Uso, a la altura del puente de Campillo, de curso escabroso, entre suelos de pizarra. El río que una vez se heló, y allí abajo, en la Tabla Negra, caminan sobre el agua los nadadores del verano ¿estabas entre ellos?
Hasta que mi país se convierta en un inmensurable campo de 'rosas de Souf'
Palo tutor, aunque esté lejos de la planta, esta lo buscará a tientas. ¿Cuál es la distancia en la que deja de buscar la vara? Se arrastrará por el suelo ciegamente hasta dar con el apoyo. Aquí la acción humana es indiferente, la naturaleza sigue su curso.
Llegar cada vez más lejos. La visión se ayuda de la técnica. La época de los récords, es ahora también con el lenguaje ¿con el amor? Los telescopios, los batiscafos, hasta posarse ¿en? Cada vez más potentes para poder añadir unos millones de años luz. El cambio de paradigma, también que uno pueda entrar en la muerte de otro, dar un paseo y volver al mundo, y aquí, al lado, un jardín lunar lleno de 'rosas de Souf' y lirios de sal negra. Y uno, un justo entre otros, que camina ayudado por dos bastones de marcha nórdica, insatisfecho, haya decidido salir a caminar sin intención de detenerse, hasta caer rendido al suelo, y luego, arrastrándose diga, me estoy acercando al sol.
El azul de Braque ya no existe, se ha extinguido en dos azules, se le saca la sangre al primario, y antes de que se seque, restaña; ese azul arde bajo los párpados cansados cuando se los masajea después de haber pasado un día entero bajo la luz ardiente del holocausto solar. De noche en vela, haciendo guardia, se le aparecía L`Estaque en el muro recién enjalbegado de la casa. Una proyección del cansancio. Así era este paisaje antes de quemarlo el sol y de las tormentas secas de los incendios.
Una noticia, la gran noticia aquí pasa de boca en boca por el cielo de Las Hunfrías, en la asfixiante nada, mientras se ahoga el ser, de uno a otro, el puñado de personas que viven en el 'No lugar' Ayer un hombre fue mordido por una víbora mientras trabajaba en sus viñas. Al poco un helicóptero se lo llevó al hospital de T., hay que elevarse para curarse. Está fuera de peligro.
Al Este de estas alturas de la Sierra de Anchuras la cima del Amor, una cresta entre rañas pedregosas de 1380 m., las serrezuelas del Castañar. Ama los riscos innominados, el pico de la Cruz, el Rocigalgo y la sierra de La Calderina. Al bajar hacia el Estenilla para darse un baño en la Tabla del Ahogado, el todoterreno levanta una nube de polvo, ovejas atalantadas en las encinas bajo un sol que mata. Al oeste la sierra de Altamira, entre la calima el Risco de las Moras y el Puerto de San Vicente, el paisaje apalachense en la tierra vieja del Guadarranque y los Ibores; más allá Las Villuercas, y en el allí, apagados el Cervales y el Risco Redondo. Soñaba con ir caminando hasta el Sever y el Gévora para darse un baño. La plenitud en el espacio vacío. Al caer el día, de nuevo en Las Hunfrías, el valle cerrado donde uno tiende al silencio. De noche, en los taludes de canchales algunas piedras chascan y se rompen. ¿Las oyes en tu insomnio?
Todas sus cartas están escritas en 'guardanapos' Dirección, calle del Aire sin número, Las Hunfrías. ¿Hay una Henny Gurland ahí fotografiando el cielo?
“Todo suelo tuvo una vez que ser roturado por la razón, limpiado de la maleza de la locura y del mito” W. Benjamín.
Poetizar el erial, en sus límites la gran cardera que atraviesa cada mañana para llegar al río. Iría sucio, pensó, no tanto por el color de las aguas, en este 'No lugar' todavía limpias, o aquellas aguas grises y frías en aquel verano a las orillas del Tajuña, el río rápido que no se detiene. Lo sucio va dentro, no se ve, y ahí estaba la duda de si bañarse en polvo o en agua. Siempre le habían gustado las estaciones de autobuses, los más sucios lugares donde muchos se abandonan. En esas estaciones comenzaba la Odisea, el lugar de los quietos, de los hombres inmóviles.
Un domo o cúpula de calor. Surgen nuevas palabras que pronto se rompen. Él se compra ocho nuevas, y sin saber dónde ponerlas las mete en la olla del lenguaje y deja que hiervan. ¿Recuerdas ahora que el frío quemaba la espalda? Veía las cúpulas bocabajo.
Hasta que mi país se convierta en un inmensurable campo de 'rosas de Souf'
Aun en ese todavía eterno del verano, algo entonces se había detenido, en ese entonces que perdura, y verano a verano, seguía, sin poder diferenciar en el aire, en el cielo velado a vencejos de aviones, y a estos de las golondrinas. A simple vista no era fácil, por lo cual, a todas esas aves él les daba un único nombre, el nombre por venir. El nombre que solo hasta entonces, en ese todavía eterno, había dejado en su lengua la sal de una sed antigua, el ligero sabor de la sal del porvenir. La memoria para él siempre estaba delante, por eso va, por eso vamos, ves, vemos; personas que vuelven, ¿somos ellos? ¿Somos los otros? Después ese día por venir; en un campo colmado de agua se hunden los pies, agua sucia después de la tormenta.
De ser en sí mismo, el allegado, el que se allega y se atalanta a los pies del fresno, y se allega solo a padecer la nostalgia de una palabra que nombrara a la vez a esos pájaros o tejedores de luz. Estaba a la espera de oírlo, tenía que oírlo antes, y aunque en el todavía de entonces, esa palabra no llegara de los chillidos del cielo, aquellos chillidos negros en el aire que quema, manchas negras recortando el cielo, liando con sus hilos invisibles la voz del mundo. Había oído alguna vez la palabra sastre, o cortadores de luz, hilanderas borrachas de vino pelón. Pero ese no era todavía el nombre, vendría entonces de algo más profundo; por el momento solo podría llegarle a través de la sed azul, y este todavía le dejaba en la boza una paz salada, la misma paz de un beso profundo y salado, el beso de alguien que tampoco, entonces, en el todavía no tenía nombre.
En los gusanos de seda lo ves, se ve, mientras hilan el capullo, en esa fase de la construcción, después en la hilaza, al retorcer varias fibras cortas a la vez para unirlas, finalmente largas para el hilo final, más resistente ¿Qué ves entonces? Tu memoria atravesada por la dulzura del mundo, a pesar de todo lo atrabiliario, a pesar de todo.
Mejor que recordarlo todo, tener una memoria anterior a ello; como se parece entonces a un campo de fango donde se refleja cielo, un campo sobre el que hubiera llovido durante sesenta años. Espacio abriéndose cada vez más hasta que dejas de verlo, y de nuevo en el muro recién enjalbegado de la casa aparece L`Estaque de Braque. Te esconde, es una memoria que no habla. ¿Escuchas?
Después vuelves en autobús a Serpa, ya en la rua de nossa Senhora de Graza, hacia la rua de la Fuente Santa, bajo el sol alentejano. Deberás beber de esa fuente agria. Los nombres palpitan filamentos erizados. Beber con las manos y escribir un rezo. Pero al hablar se tapa la boca con la mano, así se hace más visible, otro cierra los ojos, algunos lo hacen frente a una pared.
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