Castilla y León, la comunidad que se opone a las propuestas de Garzón mientras recomienda los mismos hábitos de consumo
El Ministerio de Consumo, dirigido por Alberto Garzón, lanza una campaña para concienciar sobre el consumo excesivo de azúcar entre la población infantil y los consejeros de Castilla y León se llevan las manos a la cabeza. El consejero de Agricultura -que difundió un bulo en favor del azúcar- reprochó al ministro que 'dijera' a las familias “lo que tienen que hacer con sus hijos” y aseguró que la Junta de Castilla y León no dejaría “solos” a los remolacheros.
Hace unos meses, Consumo también instaba a reducir el consumo de carne roja procedente de ganadería intensiva en favor de la salud y del medioambiente. Castilla y León volvió a cargar contra el ministro y aseguraba defender a los ganaderos contra el ministro “comunista”. En ambos casos, las recomendaciones de la Consejería de Sanidad coincidían con los análisis del equipo de Garzón. Castilla y León es esa comunidad que se opone a las propuestas de Garzón mientras recomiendas los mismos hábitos de consumo.
El Ministerio de Consumo lanzó la semana pasada la campaña #HijosDelAzúcar, en la que alertaba de que uno de cada tres niños españoles sufre sobrepeso y calculaba que cada niño se comía, al año y de media, su peso en azúcar. Pocos días después, Alberto Garzón remató: quiere prohibir la publicidad para menores de chocolate, azúcar, galletas, zumos, bebidas energéticas o helados para “proteger” a los menores, consumidores “vulnerables”.
La Revista Endocrinología, Diabetes y Nutrición publica un estudio realizado en 2018 por varios trabajadores de Sanidad y por el Grupo de Trabajo para la Investigación de Sobrepeso, Obesidad y Desarrollo Infantil en Castilla y León. El artículo 'Prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil. Estudio de una cohorte en Castilla y León, España' concluía que el sobrepeso y la obesidad infantil afectan a uno de cada tres niños y a una de cada cuatro niñas de 14 años, según los criterios de la OMS.
Uno de cada tres niños, con sobrepeso
También advertía de una evolución “más desfavorable” entre los niños que vivían en los pueblos. El informe alertaba de que a los 11 años se produce “un pico en la prevalencia del sobrepeso en las niñas y de obesidad en los niños”, por lo que la edad preadolescente se ha considerado como “grupo de riesgo” para el desarrollo de obesidad “dentro de la población infantil y juvenil”. Castilla y León -remataba el artículo-, tiene “un grave problema de sobrepeso y obesidad que parece incrementarse con la edad hasta los 11 años para después disminuir en el inicio de la adolescencia”.
Ante esta situación, la consejería de Sanidad recomienda “limitar” el consumo de zumos “no naturales” y el de hidratos de carbono simples “presentes en productos industrializados, dulces o añadidos en forma de azúcar”, y asegurar un “adecuado aporte calórico”, una “correcta proporción de macronutrientes” y realizar actividad física. “El azúcar contiene únicamente sacarosa al 100% por lo que su valor nutricional es solo energético”, zanja la Guía Alimentaria de Sanidad, desmintiendo el bulo difundido por el consejero de Agricultura, que decía que el azúcar era “bueno” para el cerebro.
El Ayuntamiento de La Bañeza (dirigido por el PP) también ha mostrado su rechazo a la campaña de Consumo. “No entendemos por qué se criminaliza el consumo de azúcar. No es el causante de ninguna enfermedad, lo que está claro es que un Ministerio de Consumo tiene que educar a que se consuma de forma responsable”, reclamaba hace unos días el alcalde bañezano, Javier Carrera.
“Consuma azúcar con moderación”, pedía Jesús Julio Carnero, con una recomendación que no suscribe en ningún momento Sanidad. “Si no consumes azúcar, mejor. Y si lo haces, que sea con la menor frecuencia posible”, recomienda la nutricionista Diana Martínez, tesorera del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Castilla y León. Martínez alerta del incremento de diagnósticos de diabetes tipo 2, asociada a la obesidad: normalmente aparece en adultos, pero se está empezando a diagnosticar antes. Esto se debe, principalmente, a los malos hábitos de consumo, aunque hay otros factores -el situación socioeconómica, la familia, el contexto general- que también juegan su papel. “La obesidad es una enfermedad multifactorial y muy compleja”, destaca Martínez.
Si las recomendaciones de la Consejería de Sanidad van en la misma línea que las pautas del Ministerio de Consumo, ¿por qué reacciona así la Junta de Castilla y León? “Las administraciones públicas son el público diana de las campañas de lobby de las organizaciones con intereses en el sector azucarero, como también lo son de aquellas entidades que promueven una reducción del consumo de azúcar. Al fin y al cabo, las medidas tomadas por parte de las instituciones afectan de forma decisiva a unos y a otros”, explica la doctora en comunicación estratégica Verónica Crespo, que realizó su tesis doctoral en la estrategia de comunicación en el lobbying indirecto de la alimentación.
Crespo destaca que la industria alimentaria lleva años “trabajando por mejorar” la calidad de sus productos, ofrecer una mejor información y optimizar su calidad nutricional. A pesar de todo, para muchos resulta insuficiente. “Es muy difícil desentrañar las etiquetas y la información nutricional, la gente no sabe traducirla ni entenderla”, apunta Martínez, que asegura que muchos se “sorprenderían” por la cantidad de azúcar que tienen algunos productos ultraprocesados como yogures, galletas o salsas de tomate.
Además, “hay un entramado de fundaciones y estrategias financiadas por la industria que elaboran informes clave para las decisiones políticas”. “AECOSAN, la Fundación Española de la Nutrición y la Fundación Alimentum promueven informes que son utilizados por las instituciones para llevar a cabo sus políticas sanitarias y nutricionales”, con unos “polémicos” informes elaborados por organismos financiados por grandes marcas como “Coca Cola, McDonals o Telepizza”.
Según explica Verónica Crespo, existe un “relato” que acusa a la vida sedentaria y a los malos hábitos de provocar enfermedades como la obesidad y la diabetes, en lugar de un consumo de azúcar “oculto” en los alimentos “derivados de nuestra alimentación”. Es “exactamente el posicionamiento contrario” que fijan “los grupos de presión que promueven el consumo 0 de azúcar en la alimentación”.
El peso del sector azucarero
España tiene cinco fábricas de molturación de remolacha: una pertenece a ACOR y las otras cuatro a Azucarera. Cuatro de ellas están en Castilla y León (La Bañeza, Toro, Olmedo Miranda de Ebro) y la quinta, en Cádiz (Jerez de la Frontera). La cifra de negocio de la Cooperativa Acor ha ascendido a 129,3 millones de euros en la campaña 2020-2021, según su último balance. Azucarera lleva varios años con pérdidas económicas y quiere recuperarse en las próximas campañas, pero el valor económico generado por Azucarera en el ejercicio 2015-2016 ascendió a 428 millones de euros, según sus informes.
El informe sobre el sector de azúcar de remolacha en España elaborado por el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) calcula que las fábricas de Azucarera y Acor emplea a un millar de trabajadores fijos y a otras 800 personas en la campaña de molturación. Además, hay 5.200 agricultores que contratan remolacha con las azucareras, más el trabajo de transporte y los puestos indirectos que se crean en el sector. Según el Itacyl -la administración paralela a la Consejería de Agricultura-, el cultivo de la remolacha azucarera en España es “un ejemplo de sostenibilidad económica, social y medio ambiental”.
La cooperativa Acor ha obtenido 159.066 toneladas de azúcar en este año y Azucarera obtiene unas 400.000 toneladas al año. La mayor parte del azúcar de Acor -por ejemplo- va al sector industrial; una cuarta parte de la producción va a los refrescos. Además de sacarosa (azúcar de mesa blanco o moreno), en Acor producen con la remolacha materias primas para la ganadería, biocarburantes, fertilizantes y nutrientes para el suelo e incluso, algo menos conocido, energía producida en forma de electricidad, calor y biogás.
Según informan desde Acor, el consumo en España supera, al año 1,3 millones de toneladas de azúcar, la mayor parte, importado ya refinado de otros países europeos o de otras partes del mundo, pero que se refina en España. Según los cálculos de la cooperativa, el consumo per cápita de azúcar es de 30 kilos por habitante y año, una cifra inferior a la de hace cinco años, cuando se consumían 34 kilos de azúcar por habitante y año. “Desde 2017-2018 se ha notado que el consumo de azúcar ha bajado un poco en los países desarrollados y en los que están en vías de desarrollo está subiendo”, informan.
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