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Indignación en privado, contención en público: así encaja ERC el nuevo rechazo de Junts

La presidenta del Parlament, Laura Borràs, junto al candidato de ERC a la Presidencia de la Generalitat, Pere Aragonès

Arturo Puente

29 de marzo de 2021 21:16 h

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Hay un popular meme que utiliza un fotograma de la serie 'Malcolm in the Middle' en el que uno de sus personajes dice: “No esperaba nada y aun así me habéis decepcionado”. Esta es la imagen que mejor ilustra el sentimiento que este lunes se ha apoderado de la cúpula de ERC tras conocer que Junts volvería a no facilitar la investidura de Pere Aragonès en la segunda votación que se llevará a cabo este martes.

Era lo esperado y, aun así, a varios de sus dirigentes, y más todavía a miembros del partido o de las bases, les causa indignación que el partido de Carles Puigdemont haya llegado hasta aquí. Hacer fracasar al candidato más votado del independentismo en su primera investidura era una decisión que los republicanos nunca han tomado y que creen que crea “un precedente”. Pero Esquerra, que ya hace unos años que gestiona su comunicación con disciplina castrense, se ha propuesto no mostrar su enfado y responder con un mensaje contenido para tratar de no hundir la negociación.

“Mañana tenemos una nueva oportunidad para investir a Aragonès como president”, ha afirmado la portavoz del partido, Marta Vilalta, en una comparecencia medida. “Pese a las conversaciones de las últimas horas parece que será una oportunidad perdida, pero no dejaremos de trabajar para llegar un acuerdo. Hemos reiterado desde ERC que no vemos escollos insalvables”, ha añadido. Vilalta, que no solo es la portavoz del partido sino una de las personas que están dirigiendo las negociaciones con Junts, ha pedido “un gesto de responsabilidad y confianza”.

Uno de los dirigentes locales más importantes de ERC, el alcalde Lleida, Miquel Pueyo, subía más el tono este lunes. “No disponer de un Govern en Catalunya sólido y que funcione puede ser una demostración de irresponsabilidad y de insensibilidad que la ciudadanía no perdonaría”, ha afirmado. “No podemos incrementar el divorcio entre el tempo de los partidos políticos y el tempo de la sociedad”, ha insistido Pueyo.

Las palabras del 'paer' de Lleida, recogidas por la agencia ACN, reflejan la idea que se ha extendido en privado entre muchos dirigentes de la formación, que aluden a las circunstancias excepcionales por la pandemia y la crisis económica, y consideran que a Junts debería “salirle caro” este rechazo a investir a Aragonès en dos votaciones seguidas. “No se entiende, hablan de superar desconfianzas cuando demuestran que están dispuestos a tensar la cuerda hasta romperla”, afirma un miembro de la formación, que reconoce que en ERC se ha desvanecido la idea de que en esta legislatura las relaciones entre los socios podrían ser diferentes. “Van a ponerlo lo más difícil que puedan”, concluye.

Entre los republicanos ni siquiera hay una sola opinión sobre por qué Junts está siguiendo esta táctica negociadora. Incluso hay quien duda que sea una táctica negociadora. Una imagen que ha hecho fortuna es la del Scattergories, en referencia a un antiguo anuncio de ese juego de mesa en el que, como al dueño del tablero no le dejaban ganar, finalizaba la partida y se lo llevaba. Con esta metáfora señalan el un supuesto “mal perder” de Junts como una explicación de su posición. Según esta tesis, los de Puigdemont simplemente no aceptan haber quedado por detrás de ERC en las elecciones del 14 de febrero y tener que perder la presidencia, por lo que querrían demorarlo.

A esta idea se refirió este fin de semana Joan Tardà, exdiputado de ERC que desde el partido siempre remarcan que no expresa las tesis de su dirección, pero que tiene una innegable influencia sobre dirigentes y militantes de base republicanos. “Hay que entender la pataleta. No es fácil aceptar que los 'masovers' [vasallos, labradores por cuenta ajena] vayan delante cuando siempre has sido señor”, escribió Tardà en su Twitter.

El mensaje de Tardà desencadenó una lluvia de reacciones a las que incluso se sumó Puigdemont, con un hilo en el que el expresident explicaba cómo trabajaba en la pastelería de sus padres el día del domingo de Ramos montando nata a mano. Un recuerdo de adolescencia con el que el líder de Junts trataba de negar que hubiese ocupado el lugar de “señor” que Tardà le imputaba.

Explicaciones sobre la posición de ERC hay casi tantas como miembros de Esquerra a los que se pregunten. Otras fuentes se abonan a la tesis de la división interna en Junts, que a su parecer lleva a la formación a ganar tiempo para conciliar los intereses de sus diversas corrientes internas. Hace unas semanas algunas voces del partido de Puigdemont habían insinuado la posibilidad de facilitar la investidura y quedarse en la oposición, por no compartir la estrategia de ERC. Una vía que recientemente tanto el secretario general, Jordi Sànchez, como la portavoz Elsa Artadi han zanjado, cuando han considerado que el “pacto de legislatura” que buscan implica que Junts pueda estar en el Govern.

La propia Artadi ha rechazado también que haya diferencias de opinión entre las familias política de Junts. Según ha explicado la diputada, la decisión de seguir absteniéndose se ha tomado por “unanimidad”. “Aún no tenemos acuerdo de legislatura, así que no podemos dar nuestro voto positivo”, ha resumido, tras afirmar que su intención no es extender las negociaciones durante los dos meses que tienen de margen sino cerrarla “seguramente en los próximos días”.

Aunque todas las partes afirman que el clima en las negociaciones no es malo, en ERC sí hay quien cree que Junts tratará de dilatar el acuerdo y que incluso podría estarse planteando alguna “jugada maestra”. Otra cosa es forzar unas elecciones, opción que los republicanos no creen que llegue. Su estrategia tras este martes es intentar exhibir tantas coincidencias como sea posible con Junts para demostrar que el pacto es perfectamente posible si se atiende solo a las cuestiones programáticas.

“Si estamos de acuerdo en encarrilar el espacio de coordinación y en una reformulación del Consejo por la República, este escollo ya no existe”, ha subrayado Vilalta. Si su intención respecto al Gobierno español es atornillarle a la mesa hasta hacer el referéndum “inevitable”, su política con Junts pasa por hacer inevitable el acuerdo. Para lo primero tiene dos años, según lo pactado con la CUP, y para lo segundo solo dos meses. La interminable rueda de plazos de la que ERC se había propuesto huir esta legislatura vuelve a marcarles el paso desde el primer día.

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