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ANÁLISIS

Cinco claves que explican el choque entre Junts y ERC

El candidato a la Presidencia de la Generalitat, Pere Aragonès, en el pleno de investidura.
26 de marzo de 2021 22:36 h

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40 días no han bastado para que ERC y Junts se hayan puesto de acuerdo para investir a Pere Aragonès como nuevo presidente de la Generalitat. Ambas formaciones descartan llevar Catalunya a unas nuevas elecciones pero es probable que en la segunda votación, el martes, el candidato republicano tampoco logre los apoyos necesarios para ser escogido. En el partido de Carles Puigdemont insisten en que el acuerdo está aún muy lejos y exigen una mayor concreción a ERC para no frustrar de nuevo la elección de Aragonès. 

Las cinco claves para entender el enésimo choque entre Junts y ERC pasan por Waterloo, el pacto entre los republicanos y la CUP, el futuro reparto de los fondos europeos, la negociación con el Ejecutivo de Sánchez o el papel de Laura Borràs. Se han intercambiado ocho documentos de trabajo diferentes pero persisten diferencias en la forma en que se ha planteado la negociación y también en el fondo, por ejemplo en cómo se debe abordar esta legislatura en Madrid. 

1. Malestar por el pacto ERC-CUP. ERC sorprendió a todo el mundo al anunciar que empezaba por la CUP la negociación para buscar los apoyos necesarios para investir a Pere Aragonès. Sorprendió al resto de grupos y molestó y mucho a Junts, que entonces y ahora insiste en recordar que los anticapitalistas tienen 9 diputados frente a los 32 que obtuvo la lista de Laura Borràs. Además, la CUP no tiene intención de entrar en el Govern mientras que el propósito de Junts y ERC es compartir de nuevo Ejecutivo. “No se explica que pacten primero con los socios parlamentarios en vez de hacerlo con los que van a ser los socios de Govern”, afirman en Junts. Los republicanos han cerrado un pacto con los cupaires que el partido de Puigdemont no reconoce ni asume. 

ERC interpreta que la posición de Junts responde a que todavía no han asumido la derrota ni su encaje en la nueva legislatura, en la que, por primera vez desde Tarradellas, la presidencia de la Generalitat recaerá en manos de los republicanos. Una prueba de la desconfianza entre ambas formaciones es que en el partido de Junqueras aseguran que se enteraron por los medios de que Junts había decidido abstenerse en la primera votación para la investidura de Aragonès mientras que Junts responde que habían dado pistas suficientes, en las reuniones y también ante las cámaras de que su intención era esta. El partido de Puigdemont considera que el candidato de ERC y los suyos solo buscaban un “acuerdo de investidura”, sin tener cerrado un pacto global e insiste en que su propósito es cerrar un “acuerdo de legislatura”.

2. Puigdemont y el Consejo de la República. Junts se refiere siempre a Carles Puigdemont como el presidente legítimo y muchos de sus dirigentes todavía no han perdonado a ERC que bloquease la posibilidad de investirle tras el 21D. Quim Torra ni siquiera ocupó el despacho destinado al 'president' en el Palau de la Generalitat, algo que Aragonès, si logra ser investido, sí tiene previsto hacer. En ERC se apunta que Puigdemont es de los que peor lleva que Junts no ganase las elecciones el pasado 14 de febrero y que teme ser desplazado en las decisiones estratégicas. 

“Todas las victorias de los últimos tres años llevan el sello del exilio. El Consejo para la República es la clave”, ha insistido el portavoz de Junts, Albert Batet, en el pleno de este viernes. La alusión al Consejo de la República no era baladí. Creado hace tres años, este organismo siempre ha sido motivo de pelea entre los partidos independentistas. ERC y también la CUP lo ven como un instrumento al servicio de Puigdemont mientras que Junts considera que debe ser el referente de la “internacionalización” del conflicto. De hecho, los republicanos incluso llegaron a plantarse y no asistieron a la creación de la asamblea de representantes, en diciembre del año pasado, porque lo consideraron un acto partidista. El objetivo inicial del Consejo era tener un millón de asociados aunque de momento no han alcanzado los 100.000. ERC no rechaza que exista un organismo de coordinación también para los pasos a seguir a nivel internacional pero exigen “reformular” el Consejo de la República para acabar con sus “disfunciones” y que no sea concebido como una especie de Govern paralelo. 

3. Estructura del Govern. Tanto Junts como ERC aseguran que no se ha entrado en la concreción de cómo debería ser la estructura del nuevo Govern. Coinciden también en que debería tener un diseño diferente y no solo para que responda a los resultados electorales sino para mejorar la coordinación interna. “Evitar un nuevo Vietnam”, repiten. ERC es partidaria de plantear algunas macroáreas, incluso se ha debatido la posibilidad de unir Interior (una de las patatas más calientes) y Justicia. Aunque algunas voces en Junts incluso especulan con la posibilidad de no entrar en el Govern, se da por hecho que, si hay acuerdo, la vicepresidencia económica será para ellos y que Elsa Artadi es la que tiene más opciones de ocupar esta cartera. Aquí la pugna es por quién controlará el reparto de las ayudas europeas. Aragonès aspira a que dependa de Presidencia a través de un comisionado que dirigiría Miquel Puig mientras que Junts reivindica que al tratarse de gestión económica debería estar en sus manos. 

Desde que en Catalunya los gobiernos son de coalición, una de las pugnas en todas las negociaciones es siempre el control de la radio y televisión públicas, así como del área de Difusión, encargada del reparto de las subvenciones a los medios de comunicación. Esta vez no es distinto. 

Los republicanos aseguran que para la configuración del nuevo Ejecutivo no existen “diferencias insalvables” mientras que Junts afirma que ellos hace tres años ya propusieron una estructura diferente y que el objetivo debe ser ganar en eficiencia. De momento, Aragonés ha anunciado su intención de crear tres nuevas consellerias: Feminismos, Acción para el Clima y Universidades e Investigación. 

4. La estrategia en Madrid. ERC reconoce que la mesa de negociación con el Gobierno central no ha dado frutos pero defiende que hay que insistir en explorar ese camino antes de adentrarse en nuevas vías unilaterales de consecuencias que ya se han demostrado muy duras también en términos personales para muchos dirigentes independentistas. Junts reclama aplicar el “mandato del 1-O” y fijar una nueva estrategia a partir del 52% de voto independentista logrado el 14F. Pero más allá de las proclamas no ofrece mucha mayor concreción, pese a que es eso lo que precisamente exige a Aragonès.

ERC defendió ya durante la campaña que no cambiaría de estrategia y que mantendría su apuesta por el diálogo. En el pacto que ha alcanzado con la CUP, Aragonès se ha comprometido a someterse a una cuestión de confianza a media legislatura y ahí se analizará cómo ha evolucionado también la apuesta por una negociación con el Ejecutivo de Sánchez y si consideran que ha llegado la hora de explorar alternativas que pasen de nuevo por la desobediencia. De momento, los republicanos han acordado con los 'cupaires' un “nuevo embate democrático, preferentemente en forma de referéndum”.

Junts querría que las formaciones independentistas se coordinasen en el Congreso de los Diputados. Pero una cosa es mostrar unidad a la hora de reivindicar peticiones como la de una ley de amnistía, que la semana pasada no pasó el filtro de la Mesa por el rechazo del PSOE, PP y Ciudadanos, y otra es tener que votar lo mismo en todas las propuestas, algo que el grupo de Gabriel Rufián ya ha demostrado que no está dispuesto a aceptar. El ejemplo más reciente es de este jueves, en la aprobación del plan de ayudas directas a las empresas, y donde pese a coincidir en los reproches a la gestión de la vicepresidenta Calviño, ERC votó a favor, el PDeCAT se abstuvo y Junts se mantuvo en el 'no'.  

5.El contrapoder del Parlament. Laura Borràs tenía la opción de estar en el Govern pero prefirió la presidencia del Parlament. Reconoce que en este cargo puede tener más “libertad”. Los republicanos saben que Borràs no se lo va a poner fácil porque ya ha dejado claro que el Parlament será también escenario de ese embate del que habla el independentismo. En su primer discurso aprovechó para mostrar sus diferencias con su antecesor, el republicano, Roger Torrent, y su voluntad de retomar el trabajo iniciado por Carme Forcadell. 

Borràs ha sugerido que quiere relevar al secretario general del Parlament, Xavier Muro, a quien Junts reprocha, entre otras decisiones, que en la pasada legislatura decidiese no publicar en el Boletín Oficial una parte de la resolución sobre la Monarquía que le ha costado una querella a Torrent. En ese momento, Torrent salió en defensa del secretario general frente a los ataques que recibió incluso del entonces presidente de la Generalitat, Quim Torra. La cuestión es que Borràs no puede tomar por su cuenta esta decisión. Debería ser un acuerdo de la Mesa y ahí se verá qué hacen los representantes de ERC. 

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