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Este miércoles la Presidenta del Parlamento, Núria de Gispert, nombró jefe de la oposición a Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana y presidente de su grupo parlamentario. Este nombramiento sigue la normativa vigente al respecto, por lo tanto no hay nada que decir de ella a nivel legal, aunque para algunos es una decisión controvertida debido a que ERC garantiza el apoyo parlamentario al Gobierno de Artur Mas y ha pactado con CiU un programa de gobierno. El problema en cuestión es la poca idoneidad del cargo en sí en un parlamento que siempre tiene una oposición diversa. Habría que nos preguntáramos si ¿tiene sentido la figura del jefe de la oposición o bien es un símbolo de carácter bipartidista poco adecuado para la composición del sistema político catalán?
Vayamos por partes, el cargo de jefe de la oposición fue creado en 2004 durante el mandato del primer Gobierno tripartito. El president Maragall, que instauró la figura, había reclamado este reconocimiento durante la anterior legislatura en que se encontraba en la oposición a pesar de encabezar la candidatura que obtuvo más votos. Se nombra jefe de la oposición al presidente del grupo parlamentario de la oposición con más escaños, en caso de empate en el número de diputados entre varios grupos, se elige al grupo parlamentario surgido de la candidatura que ha obtenido más votos. El jefe de la oposición cuenta, formalmente, con más capacidad de propuesta en verso al Govern y al president, se le trata con distinciones protocolarias propias y dispone de un sueldo equiparable a los consejeros y la potestad de nombrar personal de confianza.
En la composición actual del Parlament en que la figura de jefe de la oposición corresponde a Oriol Junqueras, líder del grupo parlamentario que ha hecho president a Artur Mas y ha pactado un programa de gobierno en diferentes materias, choca un poco en tanto que no coincide con lo que todos tenemos en mente como funciones de la oposición. ERC mantiene una coalición parlamentaria con CiU y su Gobierno por tanto no ejerce de oposición sino de aliado del ejecutivo. A pesar de todo no está gobernando, podemos aceptar que forma parte de la oposición en un sentido amplio del concepto. De hecho, otras veces partidos de la oposición, en este sentido extenso, han aprobado presupuestos o han apoyado a los presidentes (los aliados progresistas del primer gobierno ZP: ERC, IU, ICV-EUiA, o los aliados populares de varios gobiernos convergentes). Pero incluso, el Partido de los Socialistas, que tras las elecciones autonómicas del año 2010, ostentaba la figura de jefe de la oposición y nadie dudaba de que ejercería de oposición al Gobierno, acordó unas líneas programáticas con Artur Mas y se abstuvo en la votación de investidura.
Por tanto, el debate no es si Oriol Junqueras puede ser el jefe de la oposición apoyando al Govern y teniendo sólo un escaño más que el siguiente grupo parlamentario, sino que deberíamos centrar en si la propia figura del jefe del oposición tiene sentido en un sistema político como el catalán que siempre genera una composición parlamentaria plural. El jefe de la oposición tiene sentido en un régimen político bipartidista, donde sólo dos formaciones políticas ocupan el conjunto del parlamento o la práctica totalidad del mismo. Uno de los partidos es mayoritario y nombra su gobierno y la otra queda en la oposición. En este caso tendrá toda la lógica la figura del jefe de la oposición, cuando sólo hay un partido en la oposición o hay una oposición muy uniforme (como por ejemplo nos tenía acostumbrados el Congreso hasta las últimas elecciones, con un partido en la oposición a una gran distancia del resto de grupos) para que realmente su discurso y al su propuesta de jefe de la oposición representa la oposición en su conjunto.
El sistema político catalán es muy plural y acaba generando una composición parlamentaria con múltiples grupos importantes. Esto se debe a dos motivos, primero: la política catalana se rige por un doble eje: el eje izquierda derecha y el eje nacional, y segundo: al aplicar la división en provincias se cuenta con una circunscripción muy grande, Barcelona, en que se escogen muchos diputados con una fórmula proporcional lo que permite que entren muchos partidos por esta circunscripción. El Parlamento catalán, siempre ha sido compuesto por un mínimo de cinco grupos y un máximo de siete, depositados en diferentes puntos del eje izquierda-derecha y del eje nacional. Si a esto le sumamos que sólo ha habido tres gobiernos que no hayan formado parte más de un grupo parlamentario, siempre ha habido dos o más grupos en la oposición.
A pesar de que hasta las últimas elecciones ha habido un primer partido de la oposición bastante por encima del segundo, no se dan las diferencias que podemos encontrar en otros parlamentos como es el caso del Congreso de los Diputados. Los grupos que componen la oposición en el sistema político catalán son diferentes y siempre tienen un peso relevante, más aún con la composición actual donde hay seis grupos fuera del Govern, entre los que encontramos opciones tan dispares como el PP o la CUP. A nivel numérico, el primer grupo parlamentario de la oposición sólo tiene veintiún diputados, uno más que el siguiente partido y dos más que el tercero.
Los resultados de las elecciones del 25 de noviembre han llevado la figura del jefe de la oposición hasta una situación extrema, en la que Oriol Junqueras lejos de ser la cabeza como mucho puede aspirar a ser un primus inter pares, un primero entre iguales. Hay que poner en cuestión la idoneidad de la figura en el caso catalán, en el que seguramente no ha encajado nunca. En el momento actual con una oposición más plural que nunca y donde no hay un claro primer partido, habría que planteáramos si el jefe de la oposición sólo tenía sentido en el ideario político de Pasqual Maragall donde se diseñaba un gran Partido Demócrata de centro izquierda que acaparase buena parte del arco parlamentario.