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¿Está pecando de ingenuidad la CUP?

Rosa Cañadell

Empezaré por decir que he votado a la CUP-Crida Constituent, a pesar de no ser especialmente independentista. Quizá por eso me cuesta mucho entender algunas de las cosas que están pasando. Pero creo que mi experiencia como vieja activista me permite hacer un análisis que es posible que se acerque a la realidad.

Debo confesar que me pone muy triste ver como la CUP-CC se está peleando por culpa de lo que, en mi opinión, es una falta de realismo, o quizás, un muestra de ingenuidad, de una parte de sus componentes.

Para empezar, es difícilmente imaginable que se pueda “negociar” algo con Junts pel Sí, de hecho, es como intentar mezclar el agua con el aceite. Las propuestas, la ideología y los objetivos de la CUP están en las antípodas de las de CiU en todos los ámbitos (incluido el llamado Procés) y “ellos”, Mas y compañía, son los que tienen el Poder, no sólo político, sino económico, social y cultural, que es lo que cuenta a la hora de la verdad. CiU no está acostumbrada a “negociar” nada. Desde hace tiempo lo único que ha hecho ha sido “imponer” sus normas: recortes en servicios sociales, privatizaciones en salud y educación, pago de la deuda, 3%... Por lo tanto, imaginar que pueden llegar a algún acuerdo con la CUP-CC y sus propuestas es ilusorio. La experiencia me ha demostrado que al Poder se lo combate, no se pacta con él.

Por todo ello, creo que la CUP no debería haber entrado en el juego de Junts pel Sí. Las primeras declaraciones de Baños sobre la investidura de Mas eran las más acertadas: “¡Es su problema!”

Cuesta creer, que si llegan a un acuerdo, por light que sea, Mas lo cumplirá. Mas y los suyos harán en todo momento lo que más les convenga. En la situación política actual, los pactos y acuerdos no tienen fuerza en sí mismos, como no la tienen las promesas electorales, a menos que tengas herramientas y fuerza para hacerlas cumplir. Y con 10 diputados la CUP no tiene esa fuerza.

Tampoco parece creíble que si invisten a Mas como presidente el procés saldrá adelante. Tanto CiU como el propio Mas no habían sido nunca independentistas. Se han “convertido” en los últimos años, y no está claro si ha sido por convencimiento o por algunos intereses ocultos. En todo caso, esto no es lo importante. La cuestión es que, tal y como están las cosas, sin referéndum a la vista, sin una mayoría clara de votos a favor de la independencia, sin un pacto con el Estado, sin cambiar la Constitución, el proceso sólo podría avanzar con una gran presión popular de una gran mayoría de la población y con una capacidad de firmeza y de resistencia ante las cantadas consecuencias, que Mas no puede asegurar. ¿Alguien cree de verdad que la burguesía de este nuestro país pondrá en peligro todos sus intereses económicos y políticos y será capaz de desobedecer de verdad? Yo no.

Todo esto me lleva a pensar que lo mejor que podría hacer la CUP-CC es seguir siendo consecuente, dejar de negociar con Mas, volver al “es su problema” y ponerse a trabajar para hacer una buena oposición al gobierno que salga. No quiero decir que renuncien a su ideal independentista, es necesario que en esto sean también consecuentes y continúen trabajando por lo que siempre han defendido, pero aceptando como están las cosas y midiendo la fuerza que tienen, en lugar de buscar aliados que, de verdad, no lo son, sino todo lo contrario. Pueden apoyar a Mas, o a quien sea, en todas aquellas acciones que ayuden a avanzar hacia la independencia, pero no hacer pactos “contra natura”.

Haría falta también que volvieran a las calles, continuaran organizando esta parte de la sociedad catalana que, con independencia o sin ella, quiere mejorar las cosas en este país y quiere devolver un mínimo de bienestar y justicia social en todas sus ciudadanas.

Finalmente, creo que también se está pecando de impaciencia. Como si las cosas importantes se pudieran resolver en un plis plas. Los países que, como el nuestro, luchan por su independencia, como Quebec o Escocia, llevan muchos años trabajando para esto y aún no lo han conseguido. Con un gobierno central de derechas (y no demasiado perspectivas de un gran cambio de orientación), sin una mayoría social clara, con una izquierda débil y dividida, con una situación europea e internacional como la que tenemos, la idea de que “ ahora es el momento”, que “ahora o nunca”, no parece muy realista.

Decir, por último, que deseo firmemente que encuentren una salida airosa y, sobre todo, que no se desmonten o se rompan. A la gente de izquierdas (y a los independentistas) las CUP nos hacen mucha falta.

Quizás todo lo que he dicho no son más que tonterías. Quizás es verdad el viejo dicho que dice así: “La inexperiencia de los jóvenes demuestra que es posible lo que la experiencia de los viejos demuestra que es imposible”. Si fuera así, no dudéis en absoluto, estaría muy contenta.

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