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La clave del 21D: Medio millón de votantes indecisos y la pugna por los infieles

Una sesión de control en el Parlament de la pasada legislatura

Neus Tomàs

Las elecciones al Parlament del 27 de septiembre del 2015 registraron una participación del 77%, un récord de más de cuatro millones de electores difícil de superar. Pero los partidos catalanes están convencidos de que el 21 de diciembre todavía habrá más catalanes que irán a votar.

El cálculo es que hay medio millón de electores que aún no han decidido a qué partido apoyarán. Es esta bolsa de votantes sumados a los que, según los sondeos, están pensando en cambiar de partido, los que pueden acabar configurando la aritmética parlamentaria posterior.

Los partidos independentistas saben que su electorado se mueve entre ellos en forma de vasos comunicantes y que la lista de Carles Puigdemont, Junts per Catalunya, tiene más opciones de arañarle votos a ERC que si hubiese sido una candidatura sólo con las siglas del PDeCAT. Aunque ambas fuerzas públicamente insisten en la unidad de acción, también tienen claro que rivalizan por el mismo electorado y reconocen que no esconderán su pugna durante la campaña.

Asumen que puede haber votantes desconcertados y que, aunque en los programas electorales ya no prometerán la independencia, al final volverán a apoyarles los mismos que en el 27-S, esto es, los 1,6 millones de votos que cosechó JxSí y los 330.000 de la CUP. Confían, además, en que los jóvenes que pueden votar por primera vez también contribuirán a afianzar el voto.

En el flanco constitucionalista el duelo entre el PSC y Ciudadanos promete ser uno de los elementos decisivos de la campaña. Tanto Miquel Iceta como Inés Arrimadas se centrarán en Barcelona y su área metropolitana. En cambio, se da por hecho que el PP de Xavier García Albiol queda descabalgado de esta lucha porque sus resultados estarán muy por debajo.

El voto huérfano de la antigua Convergència

El equipo de campaña del candidato socialista tiene estudiado que una parte importante del voto indeciso procede de la antigua Convergència. “Es un voto huérfano al que nosotros podemos convencer porque nuestro mensaje se basa en defender la reconciliación”, explica Enric Casas, responsable de comunicación de la campaña socialista. Su apuesta es vender un candidato sereno frente a la “agresividad” de la cabeza de lista de Ciudadanos.

En los sondeos cualitativos de más de un partido se detecta un fenómeno que puede ser también crucial cara al 21D y es el papel de los electores infieles, esto es, aquellos que están dispuestos a votar a un partido distinto al que apoyaron en el 2015. En este grupo, según los estudios del PSC, se detecta que puede haber una bolsa importante de votantes afines a Podemos pero que ahora quieren votar a otra opción porque interpreta que los 'comuns' no se han distanciado lo suficiente de las fuerzas independentistas.

“Es un elector que en las municipales votó a Ada Colau y que unos meses después votó a Ciudadanos en las generales”, señalan los responsables de analizar las encuestas en el cuartel de Iceta. En una campaña tan polarizada la indefinición que sus adversarios reprochan a los 'comuns' pueden castigarles en las urnas. Pero sus escaños pueden ser decisivos a partir del día 22. Lo sabe bien la republicana Marta Rovira y también Iceta.

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