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CRÓNICA

La llamada de Turull a Aragonès para mantener a flote el Gobierno catalán

El secretario general de Junts, Jordi Turull, en un acto en la Universitat Catalana d'Estiu

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El 29 de agosto, tras la primera reunión de la ejecutiva de Junts después de las vacaciones, definida en el partido como catártica, Jordi Turull llamó por telefóno al presidente de la Generalitat. Ese lunes, el líder de Junts trasladó a Pere Aragonés la voluntad de los posconvergentes de reconducir las diferencias con ERC pese al malestar existente por lo que consideran nulos avances hacia la independencia y carencias en la coordinación entre ambas formaciones. 

Fuentes conocedoras de la conversación, tanto de Junts como de los republicanos, coinciden en que en esa llamada quedó plasmada la “buena voluntad” de ambas partes, la necesidad de entenderse y el propósito de preservar el pacto de gobierno pese a que Junts tiene previsto consultar dentro de un mes a la militancia para ver si se mantiene o no la actual alianza. La militancia, no los electores ni los tuiteros, recuerdan en el partido, para subrayar así que la última palabra será de personas con una máxima implicación y que en muchos casos ostentan cargos institucionales. 

El plazo dado para reconducir las relaciones no es improvisado. La última semana de septiembre se celebrará el debate de política general en el Parlament, el segundo de Aragonès como president. En Junts destacan que su discurso y las propuestas de resolución que se aprueben, pese a que en muchos casos tienen más de simbólico que de efectivo, serán el termómetro para calcular si los republicanos muestran intención de subir el listón en las negociaciones con el Gobierno central, sea en la mesa de diálogo o en el Congreso de los Diputados.

El grupo parlamentario de ERC tiene previsto encerrarse la próxima semana para preparar ya el debate. Algunas de las propuestas, relativas a las políticas sectoriales impulsadas desde el Govern, se pactarán con Junts. El resto, en principio cinco por cada grupo, serán las que estratégicamente convengan a cada formación. Los republicanos tienen asumido que como ya pasó en el anterior debate, tanto Junts como la CUP les atacarán por la mesa de diálogo. El partido de Junqueras, por su parte, incidirá en su táctica de buscar el máximo consenso en algunas de sus propuestas, para recabar no solo el apoyo de los diputados independentistas sino también el de comuns y socialistas.

Desde que Turull se hizo cargo de la secretaría general, Junts empieza a parecerse más a un partido. Es un político bregado que pese a que lleva muchos años en la primera fila no es de los que busca protagonismo mediático. Escucha y decide, explican sus colaboradores. A su predecesor, Jordi Sànchez, hubo dirigentes que le reprocharon que no tenía en cuenta más opinión que la suya propia, tanto en las reuniones de la ejecutiva como en algunas decisiones a nivel territorial. El nuevo líder de Junts, formado en la etapa pujolista, sabe de la importancia de disponer de buenos cuadros en el territorio y de no desatenderlos. En el congreso donde fue encumbrado quedó claro que el partido lo controla él aunque se presentase como un tándem con Laura Borràs. Lo controla hasta el punto de que de manera discreta pidió a afines suyos que dieran votos a algunos candidatos del sector de la  expresidenta del Parlament para asegurarles un puesto en la dirección. 

Una cosa es tener clubs de fans en las redes y otra es dirigir un partido, resume una fuente de Junts que como otros en el partido dan por amortizada la carrera política de Borràs. La mayoría pronostica que su juicio por prevaricación y falsedad documental acabará con una inhabilitación que la apartará definitivamente. El partido no ha ofrecido un nombre para sustituirla en la presidencia del Parlament y asume que su liquidación ha sido una “turbulencia importante” que dificulta más las relaciones con ERC pero Junts no pondrá problemas para que la republicana Alba Vergés, que es quien ha asumido el cargo en funciones, pueda ejercerlo sin complicarle demasiado la vida. 

Los republicanos están convencidos de su estrategia y la ratificarán en el congreso que han adelantado a este otoño. La voluntad continuista se plasmará en la reelección del tándem Junqueras-Rovira para seguir al frente del partido y también la de la mayoría de los cargos de la actual ejecutiva. Su apuesta por la vía del diálogo le ha distanciado de los sectores más radicales del independentismo. El divorcio con la ANC se consumará en la manifestación de la Diada y a la que Aragonès ha decidido no asistir. En la del año pasado ya se abucheó al president así como a Junqueras y Jordi Cuixart, entre otros, y en esta ocasión el manifiesto impulsado por la ANC arremete directamente contra los partidos. En el texto se afirma que “ya no se puede esperar nada de ellos”, apuesta por “dejarlos atrás” y por situar la independencia en el centro de la política. 

En el Palau de la Generalitat reconocen que no ha sido fácil tomar la decisión de que el president no participe en la manifestación y más sabiendo que Junts la aprovechará para intentar sacar rédito con la presencia de todos sus consellers y la cúpula del partido, pero los republicanos consideran que tal y como está planteada no hace más que fracturar el independentismo. Cabría añadir si, una década después de que empezasen las Diadas multitudinarias que inauguraron el procés, todavía es posible que este movimiento se divida más.

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