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Barcelona teje un pacto postcoronavirus entre gobierno, oposición y agentes sociales al margen de la bronca política

Collboni y Colau, en un plenario antes del coronavirus

Oriol Solé Altimira / Pol Pareja

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La bronca política instalada en el Congreso se diluye a nivel municipal. Así ocurre al menos en Barcelona, donde gobierno, oposición y agentes sociales y económicos han empezado a trabajar en un pacto para reimpulsar la ciudad que quieren tener listo en julio. La primera reunión del Pacto por Barcelona se celebró esta semana y en ella participaron medio centenar de representantes de las distintas organizaciones.

El objetivo del gobierno municipal de Barcelona en Comú y el PSC es que el Pacto no se quede en un conjunto de buenas intenciones. “No solo son palabras, también son hechos: en paralelo a las conversaciones con las entidades hablaremos con los partidos para rehacer los presupuestos”, explica el primer teniente de alcaldía, Jaume Collboni. La reasignación de partidas presupuestarias, remarca Collboni, debe servir en primer lugar para combatir los efectos sociales y económicos del virus en los colectivos más desfavorecidos. Todo ello con una caída prevista de los ingresos de 300 millones de euros, en el año en que por primera vez el presupuesto municipal iba a superar los 3.000 millones.

En paralelo a la negociación con los grupos municipales sobre las cuentas, el consistorio se reunirá con patronales, sindicatos, gremios y entidades sociales a lo largo de los próximos dos meses para trabajar en propuestas de ciudad a medio plazo en cuatro grandes ámbitos: el económico, el modelo urbano, el social y el cultural, el internacional y el deportivo.

El consistorio ya ha avanzado sus intenciones en alguno de estos ámbitos, quitando espacio a los coches para ganarlo peatones y bicicletas en varias calles del centro. “A medio y largo plazo queremos que el Pacto sirva para mitigar el ataque del virus al ADN de Barcelona y a su espíritu abierto, socializador e innovador, así como fijar nuevas prioridades medioambientales y con una economía fuerte y dinámica, que es la mejor arma contra las desigualdades”, asevera Collboni.

Desde la oposición, ERC, que se quedó sin la alcaldía por el apoyo de Manuel Valls a Ada Colau, observa el Pacto con cautela y reconoce que no será sencillo debido al número de actores implicados y las diferencias entre ellos, pero confía en poder lograr compromisos concretos por la excepcionalidad de la crisis. “Vamos a ver si podemos llegar a cierto pacto de consenso, que no será fácil”, apunta Jordi Coronas, portavoz de ERC en el Ayuntamiento. “Lo que se está haciendo de momento es sentar las bases del pacto”.

La necesaria negociación con los grupos de la oposición para remodelar las cuentas ha permitido relajar la tensión entre el Ayuntamiento y ERC del inicio de la pandemia, especialmente por las críticas de Colau a los republicanos por la gestión de las residencias de mayores. “Nos pareció fea la manera de utilizar el tema pero ahora lo importante es ponerse a trabajar”, remacha el portavoz de ERC en el consistorio. “Las críticas se hicieron no por el color partidista de la institución sino porque existía un problema en las residencias”, replica Collboni.

En una mesa tan amplia, cada participante ha expuesto sus reivindicaciones. Mientras los sindicatos pidieron garantizar el empleo, la patronal de la gran empresa catalana, Foment del Treball, puso entre sus objetivos la recuperación del turismo internacional y la “colaboración públicoprivada”.

“Hay que evitar que esta mesa se convierta en el muro de las lamentaciones de cada sector, donde cada uno reivindique lo suyo sin una visión global. Tenemos que ir todos a una e intentar reactivar la economía y proteger el trabajo”, considera Coronas. En este sentido, Collboni valora que la dinámica con los distintos participantes es positiva: “Cada sector defiende sus intereses y lógicamente pide determinadas medidas, pero la ciudad también les pide cosas y todo el mundo se hace cargo de la situación”.

Las concreciones del Pacto de la ciudad se tendrán que reflejar a nivel presupuestario, tanto en las cuentas como en las ordenanzas fiscales municipales. “El presupuesto debe revisarse”, prosigue Coronas, que apuesta por una revisión del techo de gasto entre otras medidas. “Si el Ayuntamiento ingresa menos y gasta más no nos van a salir las cuentas, no tenemos una máquina de fabricar billetes”. Por su lado, Collboni recuerda que el Ayuntamiento ya ha dejado de cobrar las tasas e impuestos a los sectores afectados por el cierre de actividades durante el estado de alarma. De cara el futuro el gobierno municipal debatirá “bonificar” algunos impuestos que tienen incidencia directa en las actividades económicas afectadas por la crisis, pero descarta una reducción impositiva global: “No habrá una bajada generalizada de impuestos. Si algo muestra esta crisis es la importancia de lo público”.

Collboni destaca que en la primera reunión del pacto ya hubo “muchas ganas de sumar” entre sus 50 participantes. “Hay una tradición en Barcelona de asumir los retos colectivos de forma compartida, y en la crisis del coronavirus el primer ejemplo lo dio la gente de la ciudad: los hoteles se convirtieron en espacios hospitalarios, se multiplicaron las redes comunitarias en los barrios”, asevera el teniente de alcaldía.

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