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Nuestra ciudad o su teatro

Berto Jaramillo

Haga la prueba. Abra su navegador y acceda a la página web del ayuntamiento, la pestaña de cualquiera de las siete Juntas Municipales de Distrito de nuestra ciudad. Encontrará la siguiente descripción:

“Las Juntas Municipales son Órganos de Gestión desconcentrados que posibilitan la participación de los ciudadanos en el gobierno y la administración de la Ciudad.”

Sí, como lo lee. Resulta que usted y yo, ciudadanos de Valencia, tenemos la posibilidad de participar en el gobierno y la administración de nuestra ciudad. Yo que siempre había creído que debíamos poder decidir sobre lo que nos es más cercano pero temía que eso fuera cosa de perroflautas, antisistemas, bolivarianos y agitadores varios; y mire usted por donde, resulta que el ayuntamiento también lo cree. Puedo participar y no solo ser escuchado, sino tomar decisiones sobre mi barrio junto a mis vecinas y vecinos, ¡qué alegría!

Así que con la buena nueva, me informé de cuando iba a ser la siguiente Junta. Faltaban dos meses... fue entonces cuando descubrí que se reúnen cada tres meses, es decir, cuatro veces al año. Literal. Cuatro veces al año.

Al llegar el día señalado, cargado con ilusión inquebrantable, me presenté con mi mochila llena de folios y bolis en la Junta de distrito de Abastos. Me encontré varios corrillos de personas y sus conversaciones privadas. Cerca, un hombre mayor hablaba amigablemente con dos policías. Cuando abrieron las puertas, pasé a su lado y escuché como les decía: “Cuidado con este por si acaso”. Reconozco que no llevaba la barba precisamente arreglada, ni vestía la moda primavera verano de ninguna firma, pero no pude evitar pensar: “Mal empezamos”.

Una vez dentro de la sala, pude sentarme donde quise, sobraban sillas. Solo la mesa y las sillas más cercanas estaban completamente ocupadas. Al fondo de la sala, un hombre con una mochila llena de pegatinas (entre las que vi varias del 15M) montaba una cámara de video en su trípode.

Cuando todo el mundo se hubo sentado, comenzó la función. Ante mi estupor fui averiguando quién era quién en aquella sala y qué hacía cada uno de los “actores” de aquel falso decorado.

Imagine un espacio en el que los vecinos ponen en común problemas y tratan de resolverlos... ¿ya lo ha hecho? Perfecto. Ahora solo tiene que pensar en todo lo contrario y se hará una imagen de lo que torpemente intento describirle. Un teatro. Un escenario y sus intérpretes. Un lugar de representación, no del pueblo sino de guiones preestablecidos.

En un lado de la mesa las filas de sillas, los vocales del PP. Al otro, la oposición, agrupados según formación y seguidores. Seis del PP, dos del PSPV, uno de EU y otro de Compromís. No eran representantes del barrio los que preguntaban y respondían, sino representantes de los partidos en el ayuntamiento los que reproducían las luchas del consistorio.

El espectáculo que se ofrecía no era cómico precisamente, era un drama ver como estos “representantes” nos tomaban el pelo a la luz del día. El repertorio de obras fue la repetición sin fin de la siguiente melodía estridente:

  1. “Exposición de motivos y propuesta de acuerdo” Es decir, un vocal de la oposición formula una pregunta que ha enviado con al menos dos semanas de antelación al ayuntamiento para que se puedan preparar las respuestas.
  2. “Propuesta alternativa”. El portavoz del PP, en lugar de contestar, reformula la propuesta hacia un abanico de excusas que van desde el “eso ya lo hablaron en el ayuntamiento y no procede”, hasta el “ya estamos trabajando en ello y muy bien”.
  3. “Votación de la propuesta alternativa”. Sí, como lo leen, se vota la propuesta alternativa del PP, no la original. Y curiosamente todas las votaciones terminan con 6 a favor (los del PP) y 4 en contra (los de toda la oposición). Es tremendo

Así una y otra vez con todas las propuestas de los tres grupos. Punto y final. Así acaba la función. El ciudadano solo observa cómo dicen representar la democracia. No hay espacio para él. Para que consten tus propuestas debes haberte constituido en asociación y haber enviado la misma con dos semanas de antelación... No vaya a ser que no estén preparados ni para decirte que no.

“Las Juntas Municipales son Órganos de Gestión desconcentrados que posibilitan la participación de los ciudadanos en el gobierno y la administración de la Ciudad.”

Acabo de comprobarlo, la descripción sigue en la página web.

En esta ciudad del urbanismo para turistas, de ladrones de guante blanco, de políticos mentirosos bronceados hasta que sus dientes te deslumbran... En esta ciudad, hay siete teatros en los que representantes de sus propios intereses, representan cada tres meses una tragicomedia titulada: Gobierno del pueblo y para el pueblo.

¿Y quién se ríe de dicha parodia? Los de siempre, los que dicen que la crisis ha pasado porque nunca la sufrieron, los que se niegan a abrir comedores escolares en periodos vacacionales porque el hambre es un cuento, los que no aprietan a los bancos para evitar desahucios, los que no quieren oír hablar de levantar las alfombras no sea que nos encontremos trajes, bolsos, paseos en vela o en Ferrari... los de siempre, vecino, se ríen los de siempre.

Yo, sin embargo, he decidido tomarlo como una profecía. Las Juntas Municipales serán tomadas por todos nosotros. ¿Y de quién depende? De ti y de mi, vecino. De ti y de mi. El 24 Mayo tendremos todos una pregunta que hacernos: ¿Seremos títeres en sus teatros o reclamaremos lo que nunca debieron poseer?

Tú decides, nuestra ciudad o su teatro.

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