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La caducidad de la operación urbanística del València CF impedirá al club obtener el “pelotazo” previsto y complica su viabilidad

Promoción de viviendas proyectada en el suelo del viejo Mestalla.

Sergi Pitarch

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El València Club de Fútbol tiene un gran problema de viabilidad a medio plazo. La Actuación Territorial Estratégica (ATE) que debía convertir en oro el viejo Mestalla para construir su nuevo estadio de 70.000 espectadores -a la imagen y semejanza del Atlético de Madrid y el Espanyol de Barcelona- caduca en mayo de 2021. Esta operación obligaba, a cambio de importantes y ventajosos derechos urbanísticos, a que el nuevo circo del fútbol valenciano estuviera acabado dentro de nueves meses. Y no lo estará. La legislación urbanística, aprobada por la Generalitat y el Ayuntamiento de València en época del PP para agilizar su construcción establece que, en caso de que la cancha de la avenida de las Cortes Valencianas no esté finalizada, todo el proyecto volverá a su inicio en cuando a clasificación, explican fuentes de las instituciones municipal y autonómica.

Según la normativa urbanística, en caso de caducar la ATE, los terrenos del viejo Mestalla, con los que el València Club de Fútbol pretendía ingresar 397 millones para pagar las obras del nuevo estadio, todo volverá a la fase incial. El suelo del viejo Mestalla seguirá como residencial y terciario, pero con mucha menos edificabilidad y el nuevo Mestalla se mantendrá como deportivo. En román paladino, el València CF no tendrá tanto suelo para que un promotor construya pisos, un centro comercial y hasta un hotel.

La ATE del València CF, para quien el PP creó esta figura cuando gobernaba la Generalitat, caduca en mayo de 2021. Además, el compromiso del club valencianista era derribar el viejo Mestalla en 2023 para que empezara la construcción de las torres residenciales de la Avenida de Aragón que debían sufragar los gastos del nuevo campo. Nada de eso, a tenor de la situación actual, se cumplirá. Esta situación ha provocado que, por primera vez en décadas, el Ayuntamiento de València mostrara su disconformidad con el club valencianista. Primero en boca de la vicaelcaldesa, Sandra Gómez, y posteriormente del alcalde, Joan Ribó. Gómez lanzó un ultimátum al València CF: o se termina el nuevo estadio, o habrá que dejar entrada a un promotor que lo finalice y se quede la gestión. En caso de fracasar todos los intentos, habrá que demoler el monstruo de hormigón que, en la actualidad, solo sirve para albergar una colonia de gatos.

Esta actitud inédita de los poderes municipales, ahora en manos de Compromís y el PSPV-PSOE, ha obligado al València Club de Fútbol a mover ficha. El club que preside Anil Murthy, mano derecha de propietario Peter Lim, ha solicitado una entrevista con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, quien todavía no les ha dado fecha para reunirse. El club valencianista no ha querido revelar sus intenciones, pero todo apunta a que la entidad privada solicite una prórroga de la ATE o alguna solución legal para postergar la finalización del campo.

La normativa de las ATE no permite una prórroga, de hecho se crearon para agilizar los trámites urbanísticos y que en poco más de medio año se pudiera arrancar una gran operación urbanística. Las ATE fueron tal fracaso, Puerto Mediterráneo incluido, que el Gobierno del Pacte del Botànic las eliminó nada más entrar. Esta derogación no afectaba al València CF siempre que la aprobada se cumpliera. Pero como ese cumplimiento no ocurrirá, el club valencianista se tendrá que acoger a la legislación ordinaria. Esa normativa no garantiza que los trámites estén finalizados antes de cuatro años. La deuda de más de 400 millones, la falta de ingresos y los ingresos perdidos por la ATE dejarían al València CF en una situación muy complicada que ni el abundante bolsillo de Peter Lim podrían rescatar.

De esta manera, y según lo trasladado por el València CF, el club está casi obligado a finalizar el Nou Mestalla si quiere ser viable. Y cuanto antes. Tiene todas las licencias urbanísticas para empezar a acabar la obra y revestir el estadio, que fue abaratado con un nuevo proyecto, pero parece que es ahora desde la propiedad desde donde no hay ganas o dinero para acabarlo. Y eso que algún movimiento realizaron. Lim, en la oferta que le permitió hacerse con el control del club, se comprometió a terminar el campo en 2019 -el entonces presidente de la Fundación del Valencia, Aurelio Martínez, dixit- pero no lo ha hecho. El Ayuntamiento de València está harto de tener centenares de miles de metros ocupados por hormigón y, según su vicealcaldesa, no dudará en tomar medidas. La Generalitat que preside Ximo Puig poco puede hacer, puesto que la ATE caduca en breve y no puede legalmente hacer un enjuague como el que se hizo en época del PP.

La pelota está en el tejado del València CF. En la actualidad, un tejado a 11.000 kilómetros de distancia, que es lo que separa Valencia de Singapur, donde reside su propietario.

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