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El jardín de las palabras
El libro valenciano se va de feria. Entre el 26 de abril y el 6 de mayo, el sector se instala en el jardín de Viveros de la ciudad de València. Palabra impresa y palabra viva gracias a más de un millar de actividades entre presentaciones, firmas, conversaciones con los autores, mesas redondas, recitales y espectáculos para grandes y pequeños. Todo para acercar los libros y los escritores a los lectores.
“Es el mejor escaparate del mundo editorial valenciano, este año hay un 20% de expositores más y eso nos da mucha alegría, encaramos la Feria con ilusión”, explica Nacho Larraz, presidente del Gremio de Libreros, que organiza la Feria. Este año es la 53ª edición y participan 73 expositores entre librerías, editoriales, instituciones y entidades con fondo editorial propio, que montarán 112 casetas.
Un incremento que va parejo al repunte de las ventas de libros tras una crisis pronunciada. En el País Valenciano se editan cada año más de 2.500 títulos de diferentes géneros y la industria editorial valenciana es la cuarta en volumen de ventas dentro del Estado, según el informe “El comercio interior del libro en España”, hecho por la Federación de Gremios de Editores. En cambio, si miramos las ventas de libros con relación a población, somos la segunda autonomía, solo detrás de Andalucía, que menos libros vende por habitante. Ante este panorama, la feria quiere ser un catalizador. Solo en la edición del año pasado las ventas alcanzaron un millón de euros. Este año esperan superarlas, por eso han aumentado el presupuesto hasta 360.000 euros.
“Lo que necesitamos son más lectores, que la ciudadanía tenga más contacto directo con los libros”, señala Larraz. Por eso la organización ha programado presentaciones, encuentros o firmas de ejemplares con escritores como Almudena Grandes, Juan José Millás (Que nadie duerma), Laura Freixas (Todos llevan máscara), David Trueba (Tierra de Campos), Sarah Lark (Bajo cielos lejanos), Manuel Rivas (Contra todo esto), Vicente Molina Foix (El joven sin alma), Blue Jeans (La noia invisible), Juan Francisco Ferrándiz (La terra maleïda), Carme Riera (Venjaré la teva mort) o Elia Barceló (El color del silenci).
Un cartel inabarcable donde solo faltan más escritores en valenciano. No es que no haya, es que no son conocidos para arrastrar público. “A la Feria van muchos escritores valencianos, pero las colas se forman con los escritores mediáticos y nosotros no tenemos imaginarios alrededor de nuestros autores. Por calidad y narrativa, Martí Domínguez o Manuel Baixauli podrían ser los sucesores de Ferran Torrent o Isabel Clara Simó, pero no son conocidos y los libreros necesitan vender libros en la feria”, confesa Jesús Figuerola, presidente de FULL, la Fundació pel Llibre i la Lectura, que agrupa a todo el sector editorial.
Ahora mismo, las cifras de lectura en valenciano son dramáticas, solo un 3% de la población lee habitualmente en nuestra lengua, el peor porcentaje de todas las autonomías con lengua propia. El sector, en cambio, es optimista. “Piensa que solo hay una generación, casi dos, de gente educada en nuestra lengua, son la primera en la historia. Y ahora hay más editoriales valencianas, nunca se había editado tanto en valenciano, unos 800 títulos al año. Tenemos editoriales, escritores y lectores potenciales; hay que dignificar la lengua, se necesitan más políticas incentivadoras. Se están empezando a hacer cosas, piensa que en las administraciones anteriores no se hizo nada, y para revertir ese abandono es necesario un pacto por la lectura en valenciano, un trabajo específico para fomentar la lectura. La Ley del libro de 2003 obligaba a que hubiese un plan de fomento y no se hizo nunca. Ahora tenemos el primero, pero el reto es no parar. Hay que marcarse objetivos, por ejemplo, incrementar un punto al año los lectores en valenciano para que en 2025 lleguemos a un 8 o 10%”, explica Figuerola, que dirige FULL, y tiene una editorial en nuestra lengua.
FULL aprovecha el escaparate de la Feria para presentar dos iniciativas, justamente un estudio de hábitos lectores con datos referidos al País Valenciano, y un Club Virtual de Lectura que lanzan el 1 de mayo y que utiliza Internet para vincular y motivar a los lectores. “Es una red social de lectores donde leeremos seis o siete libros valencianos en lo que queda de año, podremos hablar con los escritores y entre nosotros”, avanza Figuerola.
El libro valenciano se suma así al reto digital. Si bien el libro electrónico no ha sustituido al papel como preveían los gurús digitales hace unos años, las redes sociales y otros entretenimientos cibernéticos nos han quitado tiempo de lectura. “Las opciones de ocio se han añadido unas a otras históricamente. El cine no acabó con el teatro, ni la televisión con el cine, de hecho, ahora se va más al teatro que nunca. Y eso tiene que ver con que cada vez consumimos más cultura, porque somos una sociedad de ocio. Hay desde el ocio cultural que no requiere ningún esfuerzo hasta el que requiere un esfuerzo intelectual muy importante como la lectura, donde el lector debe construir mundos enteros a partir de palabras únicamente. Es un esfuerzo que vale mucho la pena, pero seguramente no es para todo el mundo”, reflexiona Figuerola.
Larraz, además, defiende la lectura como una herramienta ante un mundo hiperconectado. “La lectura del libro es lineal y requiere concentración y tranquilidad. Nos permite volver a esa quietud sin notificaciones que sobresaltan. Aquí está el futuro del libro, en la posibilidad de una reflexión menos fragmentaria, más profunda y más crítica”, apuesta el librero, sin descartar la virtualidad. “Las redes son una realidad de uso mayoritario y, por tanto, pueden ser instrumentos para acercarnos a la lectura”, añade.
La Feria también quiere recuperar la capacidad del libro como ejercicio de reflexión, sobre todo en los tiempos que corren de restricción de las libertades de expresión. La Associació de Professionals de la Il·lustració Valenciana (APIV) organiza la exposición Mordassa, açò no va de gats, que presenta una amplia visión gráfica sobre la Ley de protección de la seguridad ciudadana, más conocida como ley Mordaza. A través de 77 ilustraciones que nos harán pensar sobre el derecho a la disidencia y los mecanismos contemporáneos de alienación. La temática se decidió hace casi un año, y ahora la coordinadora del APIV, Paula Pé, se lamenta de que “cada vez es más vigente, ahora asistimos a más y más recortes a la libertad de expresión hacia dibujantes, editores, músicos...”. Para la APIV, la ilustración y la creatividad son “herramientas contra el pensamiento único”. Por eso participan e invitan a la Feria. “Es un encuentro entre los miembros de la asociación y con las otras partes del mundo editorial. Todo el mundo disfrutará”, concluye Paula Pé.
“La cultura es incompatible con la falta de libertades y vulneraciones de derechos humanos. Los libros son un espacio de pensamiento libre, allí se ha escrito la ideología de Hitler, pero también los grandes avances de la humanidad”, sentencia Figuerola, y homenajea a Paco Camarasa, librero valenciano fallecido recientemente, con el recuerdo de unas palabras suyas: “Un pueblo sin librerías no es un pueblo, sino una urbanización”. Un país sin libros no puede ser un país.
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